Marcos 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 41 versitos |
1

El sembrador
Mt 13,1-23; Lc 8,4-15

En otra ocasión se puso a enseñar a orillas del lago. Se reunió junto a él tal gentío que tuvo que subirse a una barca que estaba en el agua; se sentó mientras la gente estaba en tierra junto al lago.
2 Les enseñaba muchas cosas con parábolas, esto es lo que les decía:
3 ¡Escuchen con atención! Salió un sembrador a sembrar.
4 Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino; vinieron las aves y se las comieron.
5 Otras cayeron en terreno pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad brotaron enseguida;
6 pero, al salir el sol se marchitaron, y como no tenían raíces se secaron.
7 Otras cayeron entre espinos: crecieron los espinos y las ahogaron, y no dieron fruto.
8 Otras cayeron en tierra fértil: brotaron, crecieron y dieron fruto; produjeron: unas treinta, otras sesenta, otras cien.
9 Y añadió: El que tenga oídos para oír que escuche.
10 Cuando se quedó a solas, los que le seguían junto con los Doce le preguntaron acerca de las parábolas.
11 Él les decía:
– A ustedes se les comunica el secreto del reino de Dios; pero a los de fuera todo se les propone en parábolas
12 de modo que:
por más que miren, no vean;
por más que escuchen,
no comprendan;
no sea que se conviertan
y sean perdonados.
13 Y les añadió:
– Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a entender las restantes?
14 El que siembra, siembra la palabra.
15 Unos son los que están junto al camino donde se siembra la palabra; en cuanto la escuchan, llega Satanás y se lleva la palabra sembrada.
16 Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando escuchan la palabra, la reciben con gozo;
17 pero no tienen raíces, son inconstantes. Llega una tribulación o persecución por causa de la palabra, e inmediatamente fallan.
18 Otros son como la semilla que cae entre espinos: escuchan la palabra,
19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos ahogan la palabra y no la dejan dar fruto.
20 Y otros son lo sembrado en tierra fértil: escuchan la palabra, la reciben y dan fruto al treinta o sesenta o ciento por uno.
21

Otras parábolas y comparaciones
Mt 5,15; Lc 8,16s; 11,33

Les decía:
–¿Se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No se coloca en el candelero?
22 Nada hay oculto que no se descubra, nada encubierto que no se divulgue.
23 El que tenga oídos para oír que escuche.
24

Mt 7,2; 13,12; Lc 8,18

Les decía también:
– Tengan cuidado con lo que oyen: la medida con que midan la usarán con ustedes, y aún más.
25 Porque al que tiene se le dará; pero al que no tiene se le quitará aun lo que tiene.
26 Les decía:
– El reino de Dios es como un hombre que sembró un campo:
27 de noche se acuesta, de día se levanta, y la semilla germina y crece sin que él sepa cómo.
28 La tierra por sí misma produce fruto: primero el tallo, luego la espiga, y después el grano en la espiga.
29 En cuanto el grano madura, mete la hoz, porque ha llegado la cosecha.
30

Mt 13,31s; Lc 13,18s

Decía también:
–¿Con qué compararemos el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo explicaremos?
31 Con una semilla de mostaza: cuando se siembra en tierra es la más pequeña de las semillas;
32 después de sembrada crece y se hace más alta que las demás hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar a su sombra.
33

Mt 13,34

Con muchas parábolas semejantes les exponía la palabra adaptándola a la capacidad de sus oyentes.
34 Sin parábolas no les exponía nada; pero aparte, a sus discípulos les explicaba todo.
35

Calma una tempestad
Mt 8,23-27; Lc 8,22-25

Aquel día al atardecer les dijo:
– Pasemos a la otra orilla.
36 Ellos despidieron a la gente y lo recogieron en la barca tal como estaba; otras barcas lo acompañaban.
37 Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca que se estaba llenando de agua.
38 Él dormía en la popa sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron:
– Maestro, ¿no te importa que naufraguemos?
39 Él se levantó, increpó al viento y ordenó al lago:
–¡Calla, enmudece!
El viento cesó y sobrevino una gran calma.
40 Y les dijo:
–¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe?
41 Llenos de temor se decían unos a otros:
–¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago le obedecen?

Patrocinio

 
 

Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Marcos 4,1-20El sembrador. A pesar de que Jesús era señalado por sus adversarios como un peligro social, la multitud lo sigue porque ven en Él al liberador prometido. El problema es que esperan un liberador nacionalista, guerrero militar y monárquico. Jesús, en cambio, es un liberador universal no nacionalista, que lucha desde la conciencia y no por la vía militar, y que basa su reinado en el amor y la justicia.
La multitud quiere sólo una liberación exterior; Jesús propone primero un cambio interior, desde la conciencia y desde el corazón. Sin hombres y mujeres nuevos no hay sociedades nuevas. En la parábola, Jesús es el sembrador, la semilla es la Palabra y el terreno es la gente. Hay que tener un terreno bien dispuesto, para que, al recibir la semilla, se renueve el interior y se tome conciencia de las exigencias de la Palabra, de manera que cuando crezca, transforme las realidades externas. En la explicación de la parábola (14-20), Jesús define las cuatro posibles disposiciones del ser humano frente a la Palabra de Dios. ¿Cuál es la nuestra?
Las parábolas son comparaciones que hacen más ameno y comprensible el mensaje. Sin embargo, la comprensión puede enredarse dependiendo del lugar donde nos ubiquemos. Afuera o adentro con Jesús. Quienes están afuera interpretan el mensaje con los parámetros del proyecto del mal; los de adentro, desde el proyecto de Dios. Esto fue exactamente lo que pasó con los letrados en el pasaje anterior. Reconocían que Jesús tenía poder pero se lo atribuían a Satanás. Por más que veían y escuchaban, no cambiaban su actitud. La única manera de entender los secretos del reino es dejar de estar afuera y ubicarse adentro, en el círculo de Jesús.


Marcos 4,21-34Otras parábolas y comparaciones. La lámpara (21s), símbolo de la luz, representa la Buena Noticia que debe ser proclamada sin miedo, «a tiempo y a destiempo», para que toda la humanidad se beneficie de su resplandor. Esta Palabra, que los enemigos del proyecto de Dios habían ocultado y encubierto, ahora es revelada por Jesús.
Los que tienen la posibilidad de escuchar esta Buena Noticia deben ponerla en práctica (24s); de lo contrario, se irán empobreciendo hasta convertirse en indigentes de la Palabra.
Dos parábolas para explicar el reino de Dios (26-34). Ambas coinciden en subrayar la insignificancia de la semilla y la abundancia de la cosecha final.
La primera resalta la fuerza vital que posee la semilla del reino de Dios, que va creciendo por etapas y en ascenso hacia el cielo. El hombre que había sido protagonista en la siembra vuelve a serlo en la cosecha, ratificando así su compromiso de colaborar con Jesús en el anuncio del reino de Dios.
La segunda parábola plantea la diferencia entre el reino de Dios y los reinos de este mundo. El reino de Dios basa su poder en lo pequeño, en el amor, en la solidaridad, en la misericordia, etc. Desde las pequeñas comunidades u organizaciones se va haciendo realidad el reino de Dios.
Marcos 4,35-41Calma una tempestad. Siguiendo la línea universal del anuncio, Jesús se dirige a tierra de paganos. En la tradición judía el mar era símbolo del mal. El viento huracanado es obra de los espíritus del mal para impedir que el reino de Dios llegue a los pueblos paganos. Por un momento, logran resquebrajar la fe de los discípulos. Como si estuviera expulsando un demonio, Jesús ordena la calma del mar y del viento. Luego, desenmascara la falta de fe de los discípulos, evidenciando lo mucho que les falta por aprender. La última pregunta supone que Jesús es Dios, pues era el único capaz de dominar el mar (Sal_107:23-32).