Marcos 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
1

El endemoniado de Gerasa
Mt 8,28-34; Lc 8,26-39

Pasaron a la otra orilla del lago, al territorio de los gerasenos.
2 Al desembarcar, le salió al encuentro desde un cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo.
3 Habitaba en los sepulcros. Nadie podía sujetarlo, ni con cadenas;
4 en muchas ocasiones lo habían sujetado con cadenas y grillos y él los había roto. Y nadie podía con él.
5 Se pasaba las noches y los días en los sepulcros o por los montes, dando gritos y golpeándose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, se puso a correr, se postró ante él y,
7 y, dando un fuerte grito, dijo:
–¿Qué tienes conmigo, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por Dios te conjuro que no me atormentes!
8 – Porque Jesús le había dicho: ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!– .
9 Luego le preguntó:
–¿Cómo te llamas?
Contestó:
– Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echase de la región.
11 Había allí una gran piara de cerdos pastando en la ladera del monte.
12 Le suplicaron:
– Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Jesús se lo concedió. Entonces los espíritus inmundos salieron y se metieron en los cerdos. La piara, unos dos mil, se lanzó por un acantilado al lago y se ahogaron en el agua.
14 Los pastores huyeron, y lo contaron en la ciudad y en los campos; y la gente fue a ver lo que había sucedido.
15 Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido dentro una legión, sentado, vestido y en su sano juicio; y se asustaron.
16 Los testigos les explicaban lo que había pasado con el endemoniado y los cerdos.
17 Y empezaron a suplicarle que se marchase de su territorio.
18 Cuando se embarcaba, el que había estado endemoniado le pidió que le permitiese acompañarlo.
19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
– Vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo.
20 Se fue y se puso a proclamar por la región de Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se maravillaban.
21

Dos sanaciones de mujeres
Mt 9,18-26; Lc 8,40-56

Jesús atravesó, de nuevo [en la barca], a la otra orilla, y se reunió junto a él un gran gentío. Estando a la orilla del lago,
22 llegó un jefe de la sinagoga llamado Jairo, y al verlo se postró a sus pies
23 y le suplicó insistentemente:
– Mi hijita está agonizando. Ven y pon las manos sobre ella para que sane y conserve la vida.
24 Se fue con él. Le seguía un gran gentío que lo apretaba por todos lados.
25 Había una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias;
26 había sufrido mucho en manos de médicos, se había gastado su fortuna sin mejorar, y al contrario había empeorado.
27 Oyendo hablar de Jesús, se mezcló en el gentío, y por detrás le tocó el manto.
28 Porque pensaba: Con sólo tocar su manto, quedaré sana.
29 Al instante desapareció la hemorragia, y sintió en su cuerpo que había quedado sana.
30 Jesús, consciente de que una fuerza había salido de él, se volvió entre la gente y preguntó:
–¿Quién me ha tocado el manto?
31 Los discípulos le decían:
– Ves que la gente te está apretujando, y preguntas ¿quién te ha tocado?
32 Él miraba alrededor para descubrir quién lo había tocado.
33 La mujer, asustada y temblando, porque sabía lo que le había pasado, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad.
34 Él le dijo:
– Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia.
35 Aún estaba hablando cuando llegaron los enviados del jefe de la sinagoga para decirle:
– Tu hija ha muerto. No sigas molestando al Maestro.
36 Jesús, escuchando lo que hablaban, dijo al jefe de la sinagoga:
– No temas, basta que tengas fe.
37 No permitió que lo acompañase nadie, salvo Pedro, Santiago y su hermano Juan.
38 Llegaron a casa del jefe de la sinagoga, vio el alboroto y a los que lloraban y gritaban sin parar.
39 Entró y les dijo:
–¿A qué viene este alboroto y esos llantos? La muchacha no está muerta, sino dormida.
40 Se reían de él. Pero él, echando afuera a todos, tomó al padre, a la madre y a sus compañeros y entró adonde estaba la muchacha.
41 Agarrando a la niña de la mano, le dijo:
Talitha qum – que significa: Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate!
42 Al instante la muchacha se levantó y se puso a caminar – tenía doce años– . Ellos quedaron fuera de sí del asombro.
43 Entonces les encargó encarecidamente que nadie lo supiese. Después dijo que le dieran de comer.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 5,1-20El endemoniado de Gerasa. No se menciona a los discípulos; probablemente su falta de fe o de credibilidad en la universalidad del Evangelio los mantiene en la distancia. El Geraseno no sólo está poseído y esclavizado por un espíritu inmundo, sino que sus hermanos también lo tratan como a un esclavo. El sepulcro indica que es un hombre «muerto» para su comunidad. Espíritus inmundos, esclavitud, muerte e impureza (cerdos), simbolizan la situación del mundo pagano dominado por el maligno. El endemoniado rechaza a la gente de su pueblo; sin embargo, busca a toda costa acercarse a Jesús, en quien reconoce su filiación divina y su poder. El reino de Dios, que se manifiesta en el poder de Jesús contra los espíritus del mal, y en el milagro como acto supremo de solidaridad, llega también al mundo pagano. Sin embargo, el pueblo antes que alegrarse por la vida del hermano que ha sido rescatado del sepulcro, se preocupa por la pérdida de los cerdos, hasta el punto de pedir a Jesús que salga de su territorio. Por esto, Jesús le pide al Geraseno quedarse en su región para que anuncie la Buena Noticia que el mundo pagano sigue sin entender.


Marcos 5,21-43Dos sanaciones de mujeres. Mientras los Gerasenos piden a Jesús salir de su territorio, el jefe de la sinagoga le suplica entrar en su casa. Jairo representa a los miembros de las autoridades religiosas que reconocen que su institución ha perdido el horizonte de la vida y van a buscarla en Jesús, quien no sólo la tiene sino que la da en abundancia. La ley sin el horizonte de la vida pierde su sentido; por eso, ni Jairo ni la mujer dudan en violarla; el primero cuando se acerca al hombre que sus colegas han excomulgado por hereje, y la mujer con hemorragia, cuando toca a Jesús, algo prohibido estrictamente por la ley (Lev_15:19-31).
La mujer trata de ocultar el milagro ante la multitud, porque sabe que podrían maltratarla al enterarse que estando impura ha permanecido entre ellos. Jesús, sin embargo, la hace visible y felicita a la mujer porque ha comprendido la fe como una fuerza de vida que la libera de doce años de muerte y de marginación.
La hija de Jairo también muere después de doce años de vida. La fe de Jairo hace que Jesús retome el camino hacia su casa. La multitud no es invitada a entrar porque con su risa manifiestan su falta de fe (cfr. Gén_17:17; Gén_18:12). La fe del jefe de la sinagoga, unida al amor de Jesús por la vida, permite a la niña levantarse de la muerte. El hecho de que la niña comience a caminar es un signo de libertad en cuanto tiene la posibilidad de comenzar un nuevo camino. Tanto la mujer como la niña simbolizan al antiguo pueblo de Dios (12 tribus) esclavizado por leyes de muerte, que es invitado a convertirse en el nuevo pueblo de Dios regido por la vida.