Marcos 6 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 56 versitos |
1

En la sinagoga de Nazaret
Mt 13,53-58; Lc 4,16.22-30

Saliendo de allí, se dirigió a su ciudad acompañado de sus discípulos.
2 Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga y la multitud que lo escuchaba comentaba asombrada:
–¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha dado, que tamaños milagros realiza con sus manos?
3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?
Y esto era para ellos un obstáculo.
4 Jesús les decía:
– A un profeta sólo lo desprecian en su patria, entre sus parientes y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos.
6 Y se asombraba de su incredulidad. Después recorría los pueblos vecinos enseñando.
7

Misión de los doce apóstoles
Mt 10,1.7-15; Lc 9,1-6; 10,4-12

Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
8 Les encargó que no llevaran más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja,
9 que fueran calzados con sandalias pero que no llevaran para el camino dos túnicas.
10 Les decía:
– Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen.
11 Si en un lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacudan el polvo de los pies como protesta contra ellos.
12 Se fueron y predicaban que se arrepintieran;
13 expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
14

Muerte de Juan el Bautista
Mt 14,1s; Lc 9,7-9

El rey Herodes se enteró, porque la fama de Jesús se divulgaba, y pensaba que Juan el Bautista había resucitado de entre los muertos y por eso tenía poderes milagrosos.
15 Pero otros decían que era Elías y otros que era un profeta como los antiguos profetas.
16 Herodes lo oyó y dijo:
– Juan, a quien yo hice decapitar, ha resucitado.
17

Mt 14,3-5; Lc 3,19s

Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encarcelado, por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe, con la que se había casado.
18 Juan le decía a Herodes que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
19 Herodías le tenía rencor y quería darle muerte; pero no podía,
20 porque Herodes respetaba a Juan; sabiendo que era hombre honrado y santo, lo protegía; hacía muchas cosas aconsejado por él y lo escuchaba con agrado.
21

Mt 14,6-12

Llegó la oportunidad cuando, para su cumpleaños, Herodes ofreció un banquete a sus dignatarios, sus comandantes y a la gente principal de Galilea.
22 Entró la hija de Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los convidados. El rey dijo a la muchacha:
– Pídeme lo que quieras, que te lo daré.
23 Y juró:
– Aunque me pidas la mitad de mi reino, te lo daré.
24 Ella salió y preguntó a su madre:
–¿Qué le pido?
Le respondió:
– La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entró enseguida, se acercó al rey y le pidió:
– Quiero que me des inmediatamente, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
26 El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y por los convidados, no quiso contrariarla.
27 Y despachó inmediatamente a un verdugo con orden de traer la cabeza de Juan. El verdugo fue y lo decapitó en la prisión,
28 trajo en una bandeja la cabeza y se la entregó a la muchacha; ella se la entregó a su madre.
29 Sus discípulos, al enterarse, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
30

Da de comer a cinco mil
Mt 14,13-22; Lc 9,10-17; cfr. Jn 6,1-15

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
31 Él les dijo:
– Vengan ustedes solos, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Porque los que iban y venían eran tantos, que no les quedaba tiempo ni para comer.
32 Así que se fueron solos en barca a un paraje despoblado.
33 Pero muchos los vieron marcharse y se dieron cuenta. De todos los poblados fueron corriendo a pie hasta allá y se les adelantaron.
34 Al desembarcar, vio un gran gentío y sintió lástima, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.
35 Como se hacía tarde, los discípulos fueron a decirle:
– El lugar es despoblado y ya es muy tarde;
36 despídelos para que vayan a los campos y a los pueblos vecinos a comprar algo para comer.
37 Él les respondió:
– Denle ustedes de comer.
Ellos respondieron:
– Tendríamos que comprar pan por doscientos denarios para darles de comer.
38 Les contestó:
–¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver.
Lo averiguaron y le dijeron:
– Cinco panes y dos pescados.
39 Ordenó que los hicieran recostarse en grupos sobre la hierba verde.
40 Se sentaron en grupos de cien y de cincuenta.
41 Tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, bendijo los panes y los partió y se los fue dando a los discípulos para que los sirvieran; y repartió los pescados entre todos.
42 Comieron todos y quedaron satisfechos.
43 Recogieron las sobras de los panes y los pescados y llenaron doce canastas.
44 Los que comieron [los panes] eran cinco mil hombres.
45 Enseguida obligó a sus discípulos a que se embarcaran y lo precedieran a la otra orilla, a Betsaida, mientras él despedía a la gente.
46

Camina sobre el agua
Mt 14,23-33; cfr. Jn 6,16-21

Después de despedirse, subió al monte a orar.
47 Anochecía y la barca estaba en medio del lago y él solo en la costa.
48 Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, hacia la madrugada se acercó a ellos caminando sobre el agua, intentando adelantarlos.
49 Al verlo caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma y dieron un grito,
50 porque todos lo habían visto y estaban asustados. Pero él inmediatamente les habló y les dijo:
–¡Tranquilícense! Soy yo, no teman.
51 Subió a la barca con ellos y el viento cesó. Ellos estaban [absolutamente] asombrados;
52 ya que no habían entendido lo de los panes, porque tenían la mente cerrada.
53

Sanaciones en Genesaret
Mt 14,34-36

Terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret y atracaron.
54 Cuando desembarcaron, la gente lo reconoció.
55 Recorriendo toda la región, le fueron llevando en camillas todos los enfermos, hasta el lugar donde habían oído que se encontraba.
56 En cualquier pueblo o ciudad por donde pasaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejara tocar al menos el borde de su manto, y los que lo tocaban se sanaban.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 6,1-6En la sinagoga de Nazaret. La fe de Jairo y de la mujer contrasta con la falta de fe de los nazarenos. Jesús vuelve a su tierra natal. La gente se admira de su sabiduría, pero no lo aceptan por su origen familiar y popular. No pueden creer que Dios se manifieste en lo humilde y lo cotidiano. Por encima del rechazo de sus paisanos, Jesús manifiesta su dimensión profética, una espiritualidad que identifica a todos los que luchan por la justicia en favor de los pobres y anuncia el juicio de Dios a los que oprimen al pueblo.
En la lengua semita, la palabra «hermanos» tiene un sentido más amplio y puede referirse a la familia extensa o a todo el clan. Los discípulos aprenden una importante lección, donde se espera encontrar apoyo, participación, solidaridad, puede ocurrir que se encuentren innumerables obstáculos. Pero, a pesar de todo, el anuncio del reino debe continuar.


Marcos 6,7-13Misión de los doce apóstoles. Los discípulos pasan a una nueva etapa en su formación misionera. El maestro no será Jesús, sino la comunidad a donde son enviados. El ir de dos en dos es signo de igualdad y apoyo mutuo. Para que no se sientan superiores a los demás, deben llevar lo estrictamente necesario; por ejemplo, una sola túnica, porque llevar dos era signo de riqueza. El testimonio de pobreza, de sencillez, de inserción en la realidad, de respeto a la cultura y de atención a las necesidades del pueblo, debe despertar entre la gente una solidaridad, que garantice el sostenimiento digno de los misioneros. Donde no se manifieste esta solidaridad, hay que sacudir el polvo de las sandalias, que es lo que hacían los judíos al salir de tierras paganas.
Marcos 6,14-29Muerte de Juan el Bautista. Por primera vez, Jesús está solo y no es el protagonista del relato. El tetrarca Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, confunde a Jesús con Juan Bautista resucitado. Muchos dirigentes en el mundo siguen confundiendo a Jesús con un dios hecho a la medida de sus intereses. La descripción del martirio de Juan muestra la crueldad a la que llegan los poderosos para callar la conciencia crítica de los profetas de todos los tiempos. También es un signo premonitorio de lo que le espera a Jesús, a los discípulos y a todos los que se toman en serio la opción por la vida como base fundamental del reino de Dios. Jesús separa sus discípulos de la multitud para evitarles caer en la tentación triunfalista de proclamarlo rey o mesías de un movimiento nacionalista, excluyente y violento.
Marcos 6,30-45Da de comer a cinco mil. Por primera y única vez aparece el título de apóstoles (apóstol significa enviado). Marcos prefiere hablar de discípulos (48 veces). Después de cada misión es necesario dedicar tiempo a los informes, la evaluación, el descanso, pero, sobre todo, a estar cerca de Jesús, para recuperar las fuerzas. La compasión-misericordia no se queda en palabras, sino que busca alternativas. La expresión «ovejas sin pastor» (Núm_27:17; 1Re_22:17) ratifica la crítica de Jesús a los dirigentes religiosos y políticos de Israel que dispersan y extravían a su pueblo (Isa_56:9-12; Jer_50:6; Ez 34).
Ante la pregunta, ¿qué hacer con la multitud?, los discípulos proponen el verbo «despedir» que implica desentenderse de la gente, mientras Jesús propone el verbo «dar» que compromete la solidaridad. Cuando se da con espíritu solidario no se busca la sumisión o la humillación del hermano, sino su libertad. La multitud tiene cinco panes más dos peces. El número siete significa totalidad, por tanto, lo que hay alcanza para todos. Como el buen pastor que recoge las ovejas descarriadas, Jesús manda recostarse sobre la hierba verde (Sal_23:2). En Israel, comer recostado es propio de hombres y mujeres libres. Con la multiplicación de los panes, Jesús inaugura un nuevo éxodo con un nuevo maná, demostrando que donde hay solidaridad el pan de la Palabra y el pan material alcanza para todos. Sus gestos y palabras (bendecir, partir, dar y repartir) anticipan el banquete eucarístico (14,22). Lo que sobra hay que ponerlo en común para que la espiral de la solidaridad se siga multiplicando. Los doce canastos simbolizan el nuevo pueblo de Dios.
Marcos 6,46-52Camina sobre el agua. Por segunda vez Jesús se retira al monte a orar (3,13). La barca y el cansancio por el viento en contra, simbolizan la comunidad de discípulos que cree y ama a Jesús, pero que no termina de entender su mensaje. Por esto, no reconocen a Jesús cuando se acerca, pues sólo ven al Jesús hombre y no al Jesús-Dios. En la tradición judía sólo Dios tenía la potestad de dominar el mar (Sal_72:8). Las palabras de Jesús «Soy yo» lo identifican con el Dios liberador del Éxodo (Éxo_3:14).
Marcos 6,53-56Sanaciones en Genesaret. En este nuevo sumario o síntesis (1,32-39; 3,7-12) el evangelista resalta la itinerancia misionera de Jesús que busca a la gente de pueblo en pueblo, y la fe de la gente que busca acercarse a Jesús para encontrar alivio a sus dolencias y exclusiones.