Marcos 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 38 versitos |
1

Da de comer a cuatro mil
Mt 15,32-39

En aquellos días se reunió otra vez mucha gente y no tenían qué comer. Llamó a los discípulos y les dijo:
2 – Me da lástima esta gente, ya llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer.
3 Si los despido a casa en ayunas, desfallecerán por el camino; y algunos han venido de lejos.
4 Le contestaron los discípulos:
– Aquí, en este despoblado, ¿de dónde sacaríamos panes para alimentar a éstos?
5 Les preguntó:
–¿Cuántos panes tienen?
Respondieron:
– Siete.
6 Ordenó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes, dio gracias, los partió y se los dio a los discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
7 Tenían también unos pocos pescaditos. Los bendijo y mandó que los sirvieran.
8 Comieron hasta quedar satisfechos, y recogieron las sobras en siete canastas.
9 Eran unos cuatro mil.
Los despidió
10 y enseguida embarcó con los discípulos y se dirigió al territorio de Dalmanuta.
11

Una señal celeste
Mt 16,1-4; Lc 12,54-56

Salieron los fariseos y se pusieron a discutir con él, pidiéndole, para ponerlo a prueba, una señal del cielo.
12 Suspiró profundamente y dijo:
–¿Para qué pide una señal esta generación? Les aseguro que a esta generación no se le dará una señal.
13

Ceguera de los discípulos
Mt 16,5-12

Dejándolos, se embarcó de nuevo y pasó a la otra orilla.
14 Se habían olvidado de llevar pan y sólo tenían un pan en la barca.
15 Él les daba esta recomendación:
–¡Estén atentos! Cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes.
16 Ellos discutían porque no tenían pan.
17 Cayendo en la cuenta, Jesús les dijo:
–¿Por qué discuten que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni comprenden? ¿Tienen acaso la mente cerrada?
18 Tienen ojos, ¿y no ven?; tienen oídos, ¿y no oyen? ¿No se acuerdan?
19 Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de sobras recogieron?
Le contestaron:
– Doce.
20 – Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántos canastos de sobras recogieron?
Respondieron:
– Siete.
21 Entonces les dijo:
–¿Todavía no comprenden?
22

El ciego de Betsaida

Cuando llegaron a Betsaida, le llevaron un ciego y le pidieron que lo tocase.
23 Tomando al ciego de la mano, lo sacó a las afueras del pueblo, luego de ponerle saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
–¿Ves algo?
24 El ciego que iba recobrando la vista dijo:
– Veo hombres; los veo como árboles, pero caminando.
25 De nuevo le impuso las manos a los ojos. Él afinó la mirada, fue sanado y distinguía todo de lejos perfectamente.
26 Jesús lo envió a casa y le dijo:
–¡No se te ocurra entrar en el pueblo!
27

Confesión de Pedro
Mt 16,13-20; Lc 9,18-21; cfr. Jn 6,67-71

Jesús emprendió el viaje con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Felipe. Por el camino preguntó a los discípulos:
–¿Quién dice la gente que soy yo?
28 Le respondieron:
– Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas.
29 Él les preguntó a ellos:
– Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Respondió Pedro:
– Tú eres el Mesías.
30 Entonces les ordenó que a nadie hablasen de ello.
31

Primer anuncio
de la pasión y resurrección
Mt 16,21-28; Lc 9,22-27

Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y luego de tres días resucitar.
32 Les hablaba con franqueza. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo.
33 Pero él se volvió y, viendo a los discípulos, dice a Pedro:
–¡Aléjate, Satanás! Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios.
34 Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo:
– El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga.
35 El que quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
36 ¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?,
37 ¿qué precio pagará el hombre por su vida?
38 Si uno se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre y acompañado de sus santos ángeles.

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Introducción a Marcos

Marcos

Contexto histórico. La obra de Marcos nos sitúa en la segunda generación cristiana. El Evangelio ya ha traspasado las fronteras religiosas del mundo judío y se ha abierto también a los paganos, llegando hasta el mismo centro geográfico, económico y político del poder imperial romano: la ciudad de Roma. Allí el cristianismo muy pronto es catalogado como movimiento sospechoso y es duramente perseguido y castigado. En este contexto, probablemente, Marcos escribe su evangelio: «la Buena Noticia de Jesús, Mesías. Hijo de Dios» (1,1).

Destinatarios. Una tradición muy antigua los identifica con la comunidad perseguida de Roma en tiempos de Nerón (año 64). Se trataría de una comunidad mayoritariamente de origen pagano, pobre y en crisis, que estaría llamada a dar razón de su fe e identidad tal como la dio su Maestro y Señor en la cruz.

Autor, fecha y lugar de composición. Desde siempre se le ha llamado «según san Marcos», atribuyendo la autoría a un discípulo de Pedro: el mismo Juan Marcos que se nombra en el libro de los Hechos ( Hch_12:12 .25; Hch_13:13 ; Hch_15:37 .39) y que envía saludos en Col_4:10 ; Flm_1:24 y 1Pe_5:13 . Aunque tal atribución no es absolutamente cierta, no hay razones suficientes ni convincentes para negarla. En cuanto a la fecha de su composición, según la tradición, Marcos escribió su evangelio después de la muerte de Pedro (año 64); y según las pistas que nos ofrece su evangelio, antes de la destrucción de Jerusalén en la guerra judío-romana (año 70); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable los años entre el 65 y 70. En cuanto al lugar de composición, Roma es la hipótesis más aceptada, no sólo porque así lo avala la tradición, sino también por ciertas referencias del mismo evangelio, como la explicación de palabras arameas, las alusiones al sufrimiento y a la persecución, y la relativa frecuencia de palabras y locuciones latinizadas.

Un evangelio por mucho tiempo desconocido... y hoy de sorprendente actualidad. Hasta finales del s. XIX apenas se prestó atención al evangelio de Marcos. La tradición de la Iglesia lo había relegado a un segundo plano en comparación con los demás sinópticos, ya sea por su estilo parco: pobre de vocabulario, monótono y repetitivo; o porque apenas ofrecía nada nuevo que no se encontrase mejor elaborado en Mateo o Lucas. O quizás, porque la misma Iglesia aún no estaba preparada para captar en toda su grandeza descarnada su mensaje inconformista.
Todo comenzó a cambiar cuando a finales del s. XIX, y sobre todo durante el s. XX, la crítica histórica lo descubrió como el primer y más genuino testimonio escrito sobre el Jesús histórico, en el que se inspiraron tanto Mateo como Lucas. El interés ha ido en aumento hasta nuestros días, al irse desvelando poco a poco la finalidad que perseguía: confrontar a sus lectores con el sorprendente misterio de la identidad de Jesús de Nazaret, un misterio que sigue fascinando al hombre y a la mujer de hoy, tanto como hace 2.000 años.

¿Quién es Jesús de Nazaret para Marcos? El tema de su evangelio es la persona de Jesús y la reacción de la gente a su paso. Marcos escribe su evangelio a la luz de la resurrección, pero no abusa de ella; al contrario, pone énfasis en presentar a Jesús crucificado más que resucitado, y a la gente cegada y deslumbrada más que iluminada.
Ya al principio de su obra declara que Jesús es ante todo «Hijo de Dios» y que el relato de su vida es una «Buena Noticia» ( 1Pe_1:1 ). Complementa esto con una declaración solemne del Padre ( 1Pe_1:11 ), un impulso del Espíritu ( 1Pe_1:12 ), una victoria fulgurante sobre Satanás y una pacificación cósmica -con las fieras- ( 1Pe_1:13 ). Es entonces cuando presenta a Jesús anunciando la inminente llegada del reino de Dios, pero su anuncio provoca una confrontación dramática. A Jesús no lo comprende su familia ( 1Pe_3:21 ) ni sus paisanos ( 1Pe_6:1-6 ), tampoco sus discípulos ( 1Pe_4:41 ; 1Pe_6:51 s). Los fariseos -poder religioso- y los herodianos -poder político- deciden eliminarlo ( 1Pe_3:6 ). Con todo, algunos paganos reconocen su poder ( 1Pe_5:18-20 ; 1Pe_7:24-30 ). Los discípulos están ciegos, no comprenden el anuncio de su pasión; pero Jesús, que puede sanar a los ciegos ( 1Pe_8:22-26 ), también puede sanar a sus discípulos. No sería una aberración decir que en este evangelio Jesús no facilita la comprensión de su persona. Manifiesta su poder milagroso, pero a la vez impone silencio; se aleja de los suyos, pero siempre está pendiente de ellos; revela su gloria en la transfiguración, pero impone reserva hasta su resurrección. Marcos evoca una figura desconcertante ante un auditorio desconcertado.

¿Quién es el seguidor de Jesús para Marcos? Paralelamente al desconcertante misterio de la identidad de Jesús, Marcos desarrolla en su evangelio la no menos desconcertante condición del discípulo; parece como si el primer plano de su narración lo ocupara dicha relación, que se desarrolla como una catequesis progresiva. Siempre están juntos, pues para eso los eligió: «para que convivieran con él» ( 1Pe_3:14 ). Todo lo hace en presencia de ellos. Estos discípulos, en la intención de Marcos, simbolizan a los destinatarios, de aquel entonces y de ahora, a quienes dirige su evangelio. Es esta relación la que estructura el plan de su obra. En la primera parte ( 1Pe_1:1-8 , 30), Jesús va implacablemente desmantelando todas las ideas preconcebidas que tenían de Dios y del Mesías prometido. El trabajo es arduo. No entienden sus parábolas ( 1Pe_4:13 ); tienen miedo ante su poder ( 1Pe_4:41 ); tampoco entienden sus milagros ( 1Pe_6:52 ; 1Pe_7:37 ). Parece como si todas sus instrucciones cayeran en saco roto ( 1Pe_8:17-21 ). La sanación del ciego de Betsaida ( 1Pe_8:22-26 ) introduce el comienzo de la sanación de la ceguera de los discípulos, dramatizada en la confesión de Pedro ( 1Pe_8:27-30 ). Ambas escenas ocupan el quicio del evangelio. A partir de entonces, la catequesis de Jesús se centra en la condición sufriente del Mesías, una cruz que debe cargar el discípulo que quiera seguirle ( 1Pe_8:34 ). Les anuncia tres veces su próxima pasión, muerte y resurrección. Ellos siguen sin comprender, pero el camino está ya despejado para que sea su misma muerte silenciosa en la cruz la que desvele definitivamente el misterio de su identidad. Así llega Marcos al punto culminante de su relato, afirmando por boca del centurión: «realmente este hombre era hijo de Dios» ( 1Pe_15:39 ). Su confesión es como la respuesta a la voz del Padre con la que comenzó su evangelio: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» ( 1Pe_1:11 ). El centurión representa a Roma, el poder pagano de aquel entonces, que por la cruz alcanza su fe. Pero también representa a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos a quienes Jesús sale a su encuentro, y son invitados a descubrirlo y conocerlo como Hijo de Dios y Salvador del mundo en situaciones de cruz, de muerte y de desesperanza. Para ellos y ellas escribió Marcos su evangelio.

Sinopsis. Inicia el evangelio con una pequeña introducción que prepara a Jesús para su ministerio ( 1Pe_1:1-13 ). Sigue a esta introducción la actividad que realiza en Galilea (,23). Tras un intermedio en Fenicia y Cesarea (,26), sucede el cambio decisivo, con la confesión de Pedro, la transfiguración, el anuncio de la pasión, y el camino hacia Jerusalén (,52). En Jerusalén, Jesús es presentado como profeta y Mesías (11-13), cuyos contenidos y características se desarrollan en el relato de la pasión y resurrección ( 1Pe_14:1-16 , 8). Hasta aquí la obra de Marcos. Posteriormente, alguien le añadió un apéndice ( 1Pe_16:9-20 ) para paliar un poco el final desconcertante del autor.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Marcos 8,1-10Da de comer a cuatro mil. Marcos trae un segundo relato de la multiplicación de los panes, muy parecido al anterior (6,34-44), especialmente en sus dos claves de lectura: la compasión y la solidaridad. ¿Por qué otro relato? Probablemente quiere darle al segundo relato un contexto pagano para confirmar la universalidad del Evangelio. En efecto, a diferencia del primero, este ocurre en territorio pagano. Los números que predominan no son el cinco y el doce, sino el siete, que evoca en el Antiguo Testamento una referencia a las naciones paganas (Deu_7:1) y el cuatro (cuatro por mil) que simboliza el mundo entero por los cuatro puntos cardinales. La novedad la constituye el número tres, que en la Biblia expresa el tiempo esperado para la manifestación de Dios (Gén_22:4; Éxo_19:16; Jos_1:11; Ose_6:2; Luc_24:7; Jua_2:1, etc.). La otra diferencia radica en la oración de Jesús; en el primero «bendice» y en el segundo «da gracias», típico del helenismo.


Marcos 8,11-21La señal celeste - Ceguera de los discípulos. Los fariseos piden a Jesús una señal. Jesús aprovecha la ocasión para enseñar que los signos o milagros son acciones de solidaridad y no espectáculos callejeros, que los milagros no pretenden comprar la fe de la gente y que una fe dependiente de los milagros genera creyentes sin compromiso. En una palabra, la fe no puede depender de los milagros; al contrario, los milagros dependen de la fe.
La levadura (15) es aquí signo negativo de fermentación que hace crecer el pan de la incomprensión y la incredulidad, típico de los fariseos y herodianos (cfr. 3,6). La controversia se traslada ahora a los discípulos. Con una serie de preguntas Jesús los reprende duramente, comparando su incredulidad e incomprensión con la de sus adversarios.
Marcos 8,22-26El ciego de Betsaida. Interpretamos este relato desde lo simbólico. El ciego representa a todos los que no quieren «ver» el proyecto de Jesús. La sanación, todavía imperfecta del ciego, representa a los discípulos que, aunque ven y viven con Jesús, no terminan de comprender su Palabra. El ciego sanado totalmente introduce el pasaje siguiente cuando Pedro y los discípulos reconocen a Jesús como el Mesías. Así como la sanación del ciego se da por etapas, la fe también requiere un proceso gradual de maduración y crecimiento.
Marcos 8,27-30Confesión de Pedro. Cesarea de Felipe, llamada así por el tetrarca Felipe, hijo de Herodes, en honor del César romano y de sí mismo, es testigo de un momento central en el itinerario misionero de Jesús. La mención del «camino» (27) es un dato teológico que se repite con frecuencia para resaltar la decisión de Jesús de «subir» a Jerusalén. Mientras la multitud sigue sin identificar a Jesús, los discípulos dan un paso adelante al confesar que es el Mesías (el Cristo, en griego), que significa el «Ungido». Este mismo título se encuentra al comienzo (1,1) y al final del evangelio (15,39). Todo está listo para iniciar el camino que va de Galilea a Jerusalén. Pero, ¿a qué tipo de Mesías se refiere Pedro?
Marcos 8,31-38Primer anuncio de la pasión y resurrección. Jesús comienza a desvelar su identidad mesiánica con el primer anuncio de la pasión. Pedro, con una concepción mesiánica que excluye un Mesías sufriente, intenta obstaculizar el camino de Jesús. Pedro es llamado Satanás porque actúa igual que el tentador del desierto (1,12). Jesús aprovecha para advertir a sus seguidores de las exigencias que comporta seguir su mismo camino. Éstas son: compartir el camino de su pasión, dar la vida por la causa del reino, optar por la vida antes que por el egoísmo del mundo y sentirse orgulloso de Jesús y de su Palabra.