Lucas 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
1

Misión de los setenta y dos

Después de esto designó el Señor a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos [en dos], a todas las ciudades y lugares adonde pensaba ir.
2

Mt 9,37s

Les decía:
– La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha.
3

Mt 10,9-16; Mc 6,8-11

Vayan, que yo los envío como ovejas entre lobos.
4 No lleven bolsa ni alforja ni sandalias. Por el camino no saluden a nadie.
5 Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa.
6 Si hay allí alguno digno de paz, la paz descansará sobre él. De lo contrario, la paz regresará a ustedes.
7 Quédense en esa casa, comiendo y bebiendo lo que haya; porque el trabajador tiene derecho a su salario. No vayan de casa en casa.
8 Si entran en una ciudad y los reciben, coman de lo que les sirvan.
9 Sanen a los enfermos que haya y digan a la gente: El reino de Dios ha llegado a ustedes.
10 Si entran en una ciudad y no los reciben, salgan a las calles y digan:
11 Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos y se lo devolvemos. Con todo, sepan que ha llegado el reino de Dios.
12 Les digo que aquel día la suerte de Sodoma será menos rigurosa que la de aquella ciudad.
13

Recrimina a las ciudades de Galilea
Mt 11,20-24

¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida!
14 Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y Sidón, hace tiempo habrían hecho penitencia vistiéndose humildemente y sentándose sobre cenizas.
15 Y así, el juicio será más llevadero para Tiro y Sidón que para ustedes.
16 Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? Pues caerás hasta el abismo.
17 Y dijo a sus discípulos:
– El que a ustedes escucha a mí me escucha; el que a ustedes desprecia a mí me desprecia; y quien a mí me desprecia, desprecia al que me envió.
18

Vuelven los setenta y dos

Volvieron los setenta [y dos] muy contentos y dijeron:
– Señor, en tu nombre hasta los demonios se nos sometían.
19 Les contestó:
– Estaba viendo a Satanás caer como un rayo del cielo.
20 Miren, les he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada los dañará.
21 Con todo, no se alegren de que los espíritus se les sometan, sino de que sus nombres están escritos en el cielo.
22

El Padre y el Hijo
Mt 11,25-27; 13,16s

En aquella ocasión, con el júbilo del Espíritu Santo, dijo:
–¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! Sí, Padre, ésa ha sido tu elección.
23 Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo.
24 Volviéndose aparte a los discípulos, les dijo:
–¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!
25 Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; escuchar lo que ustedes escuchan, y no lo escucharon.
26

El buen samaritano
Mt 22,34-40; Mc 12,28-34

En esto un doctor de la ley se levantó y, para ponerlo a prueba, le preguntó:
– Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
27 Jesús le contestó:
–¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
28 Respondió:
–Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón,
con toda tu alma,
con todas tus fuerzas,
con toda tu mente, y
al prójimo como a ti mismo.
29 Entonces le dijo:
– Has respondido correctamente: obra así y vivirás.
30 Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
–¿Y quién es mi prójimo?
31 Jesús le contestó:
– Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
32 Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo.
33 Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo.
34 Un samaritano que iba de camino llegó adonde estaba, lo vio y se compadeció.
35 Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó.
36 Al día siguiente sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le encargó: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta.
37 ¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes?
38 Contestó:
– El que lo trató con misericordia.
Y Jesús le dijo:
– Ve y haz tú lo mismo.
39

Marta y María

Yendo de camino, entró Jesús en un pueblo. Una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
40 Tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras;
41 Marta ocupada en los quehaceres de la casa dijo a Jesús:
– Maestro, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en los quehaceres? Dile que me ayude.
42 El Señor le respondió:
– Marta, Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas,
43 cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán.

Patrocinio

 
 

Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Lucas 10,1-12Misión de los setenta y dos. Ya en 9,1-6 Jesús había hecho un primer envío de los Doce, con lo cual quedaba simbolizado el pueblo de Israel compuesto por doce tribus. Ahora designa a otros setenta (o setenta y dos) para enviarles también a predicar el reinado de Dios. El número «setenta» podría tener aquí el valor simbólico de «todo el mundo», según la tradición de que todo el mundo estaba dividido en «setenta naciones» (Gn 10); sea como fuere, sí hay una alusión en la perspectiva lucana a la universalidad del mensaje y a la universalidad de la vocación y urgencia del anuncio.


Lucas 10,13-16Recrimina a las ciudades de Galilea. Todavía en relación con el tema del envío y especialmente con el tema de los posibles rechazos, Lucas pone en labios de Jesús esta especie de lamentación profética que también suena a amenaza. Jesús puede ver que tras su paso por estas ciudades y lugares, aunque con muchas manifestaciones de júbilo por sus palabras y signos, no quedó aparentemente nada. Propiamente, lo que Jesús lamenta es la incredulidad de estas ciudades y su poco empeño en poner en práctica sus enseñanzas.
Lucas 10,17-20Vuelven los setenta y dos. El regreso de los misioneros está enmarcado por la alegría y el gozo, primero porque han cumplido el encargo y luego por el efecto que el mensaje ha surtido entre el pueblo. Jesús está de acuerdo con ellos, pues había visto cómo Satanás caía del cielo como un rayo (18), una manera simbólica de decir que la misión realizada por Él mismo y por sus enviados va arrebatando poder a las fuerzas del mal.
Lucas 10,21-24El Padre y el Hijo. Sólo los «pequeños», los que no tienen la pretensión de condicionar a Dios ni exigirle que actúe según los intereses personales o de grupo, sólo los humildes y sencillos están capacitados para captar y entender la excepcionalidad del tiempo mesiánico y de aceptar que en Jesús, «uno del pueblo», Dios se está haciendo presente y se está acercando a cada uno; esto llena de gozo a Jesús y por eso exterioriza su alegría a través de estas palabras de alabanza al Padre.
Lucas 10,25-37El buen samaritano. «¿Quién es mi prójimo?». Para el judaísmo tradicional, el prójimo era el hermano de pueblo, el otro de origen israelita; los demás no eran prójimos. Pero aun dentro del sistema socio-religioso del judaísmo, ese próximo debía reunir unas condiciones especiales para poder acercarse a uno, no debía estar impuro legalmente para que no hiciera impuro a nadie. El samaritano que se acerca al herido -es el prototipo de la persona odiada, rechazada, que resulta incómoda porque su sola presencia ponía en riesgo la pureza legal- sirve a Jesús como modelo de lo que significa ser prójimo. El samaritano actuó contra la Ley y podría ser motivo de acusación del piadoso doctor de la Ley, pero su acción supera con mucho a la Ley misma porque ha actuado con amor, con compasión, con generosidad, con desinterés y sobre todo, con misericordia.
Lucas 10,38-42Marta y María. Un buen ejemplo para discernir qué es más importante, si lo que está establecido por la Ley y las prácticas culturales o la acogida a la novedad del reino, es este pasaje de la visita de Jesús a Marta y María. Marta cumple con lo «normal», lo que mandan las normas de la acogida y de la hospitalidad; ella es símbolo de esa porción de pueblo que cree que con «cumplir» ya está arreglado todo, y por tanto el criterio de juicio para determinar el comportamiento de los otros es si cumplen o no. María cumple también con la costumbre de acogida y de la hospitalidad, pero lo hace de un modo distinto, con una actitud novedosa que sale del corazón, es la mejor parte que nadie puede quitarle al creyente y que personas como Marta, aún siendo tan bondadosas, están llamadas también a experimentar.