Lucas 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos |
1

Exhortación al arrepentimiento

En aquella ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.
2 Él contestó:
–¿Piensan que aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos?
3 Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos.
4 ¿O creen que aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén?
5 Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten acabarán como ellos.
6

La higuera sin higos

Y les propuso la siguiente parábola:
– Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
7 Dijo al viñador:
– Hace tres años que vengo a buscar fruta en esta higuera y nunca encuentro nada. Córtala, que encima está malgastando la tierra.
8 Él le contestó:
– Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré,
9 a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.
10

Sana a una mujer encorvada

Un sábado estaba enseñando en una sinagoga,
11 cuando se presentó una mujer que llevaba dieciocho años padeciendo de un espíritu. Andaba encorvada, sin poder enderezarse completamente.
12 Jesús, al verla, la llamó y le dijo:
– Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
13 Le impuso las manos y al punto se enderezó y daba gloria a Dios.
14 El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, intervino para decir a la gente:
– Hay seis días en que se debe trabajar: Vengan a hacerse sanar esos días y no en sábado.
15 El Señor le respondió:
–¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no suelta al buey o al asno del pesebre para llevarlo a beber?
16 Y a esta hija de Abrahán, a quién Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarle las ataduras en sábado?
17 Cuando decía esto, sus adversarios se sentían confundidos, mientras que la gente se alegraba de las maravillas que realizaba.
18

La semilla de mostaza y la levadura
Mt 13,31s; Mc 4,30-32

Les decía:
–¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
19 Se parece a una semilla de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y las aves anidan en sus ramas.
20

Mt 13,33

Añadió:
–¿A qué compararé el reino de Dios?
21 Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con tres medidas de masa, hasta que todo fermenta.
22

La puerta estrecha
Mt 7,13s.21-23; 8,11s

Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén.
23 Uno le preguntó:
– Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Les contestó:
24 – Procuren entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
25 Apenas se levante el dueño de casa y cierre la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear diciendo: Señor, ábrenos. Él les contestará: No sé de dónde son ustedes.
26 Entonces dirán: Hemos comido y bebido contigo, en nuestras calles enseñaste.
27 Él responderá: les digo que no sé de dónde son ustedes. Apártense de mí, malhechores.
28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras ustedes sean expulsados.
29 Vendrán de oriente y occidente, del norte y el sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
30 Porque, hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
31

Lamentación por Jerusalén
Mt 23,37-39

En aquel momento se acercaron unos fariseos a decirle:
– Sal y retírate de aquí, porque Herodes intenta matarte.
32 Jesús les contestó:
– Vayan a decir a ese zorro: mira, hoy y mañana expulso demonios y realizo sanaciones; pasado mañana terminaré.
33 Con todo, hoy y mañana y pasado tengo que seguir mi viaje, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados, cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a los pollitos bajo sus alas; y tú no quisiste!
35 Por eso, la casa de ustedes quedará desierta. Les digo que no me verán hasta [el momento] en que digan: Bendito el que viene en nombre del Señor.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 13,1-9Exhortación al arrepentimiento - La higuera sin higos. El pecado, los apetitos desenfrenados, la codicia y, en definitiva, el irrespeto a la vida, son las actitudes que nos juzgan y condenan y pueden producir un desenlace peor que si nos cayera encima una torre. El creyente ha de vivir, según el criterio de Jesús, en actitud constante de producir buenos frutos, eso es lo que quiere indicar con la parábola de la higuera y el labrador. Dios nos ha dotado a cada uno con la capacidad de hacer el bien, de cultivar la justicia y de mantener unas relaciones sanas con los demás y con Dios mismo; pero como dueño y Señor de esas higueras que somos nosotros, puede exigirnos y pedirnos cuentas.


Lucas 13,10-17Sana a una mujer encorvada. La enseñanza de Jesús y los signos que realiza tienen la virtud de «rescatar» al ser humano y volver a situarlo como interlocutor de Dios, tal como fue en el principio. El legalismo israelita simbolizado aquí en la sinagoga y el sábado habían producido un efecto de «encorvamiento», de postración y de inhabilidad para estar en ese nivel primigenio. La acción de Jesús no se queda sólo en la recuperación de la mujer poniéndola de nuevo en actitud de contemplar cara a cara Dios para celebrarlo; también rescata por extensión el genuino espíritu de la Ley y del sábado poniéndolos otra vez como medios de crecimiento humano, pues se habían convertido en un fin en sí mismos.
Lucas 13,18-21La semilla de mostaza y la levadura. Con este par de parábolas ilustra Lucas la manera como Jesús va viviendo la experiencia de Dios como Padre y la forma como esa experiencia debe ir enraizando en la conciencia del individuo y de la sociedad. Jesús lleva la atención de sus oyentes a cosas mínimas e insignificantes como la semilla de mostaza o el grano de levadura para enseñar que, a pesar de ser cosas tan ínfimas, esconden dentro de sí otras realidades muy grandes e importantes. Así se debe experimentar la presencia y la acción del reino en la conciencia y la vida de cada creyente.
Lucas 13,22-30La puerta estrecha. Hay que esforzarse por «entrar por la puerta estrecha», lo cual quiere decir que hay mucho que aportar desde nuestras capacidades y posibilidades para nuestra propia salvación, entendida como una dimensión nueva de la vida que hay que comenzar a construir aquí. En la perspectiva de Jesús, algunos están dentro como participando de un banquete y otros quieren entrar, pero no pueden porque resultan tan extraños para el amo que no se les puede abrir la puerta. Es evidente que estos excluidos del banquete son los propios paisanos de Jesús que, habiendo recibido la fe desde épocas antiguas, no han sabido ponerla en práctica, por el contrario, se han creado una falsa seguridad pensando que por derecho propio deben ser los primeros en entrar al banquete.
Lucas 13,31-35Lamentación por Jerusalén. Jesús no es un profeta temeroso; pese a que intuye un final trágico a manos de las autoridades religiosas y políticas, mantiene su decisión de continuar el camino y afrontar el destino que ya habían tenido que enfrentar los antiguos profetas: dar la vida en Jerusalén, paradójicamente la Ciudad Santa, la Ciudad de Dios.