Lucas 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1

La oveja perdida
Mt 18,12-14

Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a escuchar.
2 Los fariseos y los doctores murmuraban:
–Éste recibe a pecadores y come con ellos.
3 Él les contestó con la siguiente parábola:
4 – Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la extraviada hasta encontrarla?
5 Al encontrarla, se la echa a los hombros contento,
6 se va a casa, llama a amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la oveja perdida.
7 Les digo que, de la misma manera habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesiten arrepentirse.
8

La moneda perdida

Si una mujer tiene diez monedas y pierde una, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca con mucho cuidado hasta encontrarla?
9 Al encontrarla, llama a las amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la moneda perdida.
10 Les digo que lo mismo se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepienta.
11

El hijo pródigo

Añadió:
– Un hombre tenía dos hijos.
12 El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes.
13 A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada.
14 Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad.
15 Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos.
16 Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
17 Entonces recapacitando pensó: A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre.
18 Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré: He pecado contra Dios y te he ofendido;
19 ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros.
20 Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.
21 El hijo le dijo:
– Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo.
22 Pero el padre dijo a sus sirvientes:
– Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete.
24 Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta.
25 El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas
26 y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba.
27 Le contestó:
– Es que ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.
28 Irritado, se negaba a entrar.
Su padre salió a rogarle que entrara.
29 Pero él le respondió:
– Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos.
30 Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado.
31 Le contestó:
– Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo.
32 Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 15,1-10La oveja perdida - La moneda perdida. Una vez más, Jesús es objeto de crítica por parte del legalismo personificado en los fariseos, pues acoge a recaudadores y pecadores para enseñarles. Para que el escándalo de los fariseos llegue hasta el colmo, Jesús va a plantear tres parábolas que revelan la absoluta misericordia de Dios. En la primera parábola, la de las noventa y nueve ovejas, el escándalo para los «buenos» y «justos» es la preocupación de Dios por el pecador y la manera gozosa como es acogido. En la segunda, la moneda de poco valor representa a toda esa gente que los «buenos» del judaísmo oficial habían ido dejando perder y que ni siquiera les preocupaba. En la dinámica del reino, esa moneda de poco valor es en realidad el «tesoro» de Dios; encontrarlo y ponerse al servicio de esos «desechos» es llevar a cabo la propuesta de Dios encarnada en el reino propuesto por Jesús.


Lucas 15,11-32El hijo pródigo. Con esta tercera parábola Jesús sigue desenmascarando los efectos negativos del legalismo cuya expresión más inmediata es la distorsión de la verdadera imagen de Dios. Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor; la diferencia de este amor la imponen los dos hijos. El mayor cree que ha hecho los méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre porque no ha contradicho ni uno solo de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado, mientras que la conducta del menor debe ser castigada. Lo escandaloso de la parábola es cómo Jesús muestra al hijo menor que acapara el amor del Padre a pesar de todo lo que ha hecho. El legalismo del hijo mayor no le permite ver la gratuidad del amor divino, amor que no se exige como «pago» a una buena conducta, sino que se recibe por gracia, y se celebra permanentemente según la propia conciencia de ese amor gratuito; y en segundo lugar, en esta relación amorosa con Dios siempre estamos ante el riesgo de romperla por nuestras actitudes antiamorosas con los demás; pero esa misma gracia divina nos llama al arrepentimiento y a la búsqueda del perdón del Padre quien acoge de inmediato y él mismo se pone a celebrar con nosotros la fiesta del perdón.