Lucas 22 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 71 versitos |
1

Complot para matar a Jesús
Mt 26,1-5; Mc 14,1s; cfr. Jn 11,47-57

Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua.
2 Los sumos sacerdotes y los letrados buscaban una forma de terminar con él, pero temían al pueblo.
3

Mt 26,14-16; Mc 14,10s

Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, uno de los Doce;
4 quien acudió a discutir con los sumos sacerdotes y los guardias un modo de entregarlo.
5 Se alegraron y se comprometieron a darle dinero.
6 Él aceptó y andaba buscando una ocasión para entregárselo, lejos de la gente.
7

Pascua y Eucaristía
Mt 26,17-19; Mc 14,12-16

Llegó el día de los Ázimos, cuando había que sacrificar la víctima pascual.
8 Jesús envió a Pedro y a Juan encargándoles:
– Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la cena de Pascua.
9 Le dijeron:
–¿Dónde quieres que te la preparemos?
10 Él les respondió:
– Cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre
11 y digan al dueño de casa: el Maestro manda preguntarte, que dónde está la sala en la que comerá la cena de Pascua con sus discípulos.
12 Él les mostrará un salón grande y amueblado en el piso superior; preparen allí lo necesario.
13 Fueron, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
14

Mt 26,26-29; Mc 14,22-25;
cfr. Jn 6,51-59; 1 Cor 11,23-25

Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles
15 y les dijo:
– Cuánto he deseado comer con ustedes esta Pascua antes de mi pasión.
16 Les aseguro que no volveré a comerla hasta que alcance su cumplimiento en el reino de Dios.
17 Y tomando la copa, dio gracias y dijo:
– Tomen y compártanla entre ustedes.
18 Les digo que en adelante no beberé del fruto de la vid hasta que no llegue el reino de Dios.
19 Tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
– Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.
20 Igualmente tomó la copa después de cenar y dijo:
–Ésta es la copa de la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. (Mt 26,20-25; Mc 14,17-21; cfr. Jn 13,21-30)
21 Pero, ¡cuidado!, que la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
22 El Hijo del Hombre sigue el camino que se le ha fijado; pero, ¡ay de aquél que lo entrega!
23 Ellos comenzaron a preguntarse entre sí quién de ellos era el que iba a entregarlo.
24

Contra la ambición
Mt 20,24-28; Mc 10,41-45

Luego surgió una disputa sobre quién de ellos se consideraba el más importante.
25 Jesús les dijo:
– Los reyes de los paganos los tienen sometidos y los que imponen su autoridad se hacen llamar benefactores.
26 Ustedes no sean así; al contrario, el más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último y el que manda como el que sirve.
27 ¿Quién es mayor? ¿El que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es, acaso, el que está a la mesa? Pero yo estoy en medio de ustedes como quien sirve.
28 Ustedes son los que han permanecido conmigo en las pruebas,
29 por eso les encomiendo el reino como mi Padre me lo encomendó:
30 para que coman y beban, a mi mesa, en mi reino, y se sienten en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31

Anuncia la negación de Pedro
Mt 26,31-35; Mc 14,27-31; cfr. Jn 13,36-38

– Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos como se hace con el trigo.
32 Pero yo he rezado por ti para que no falle tu fe. Y tú, una vez convertido, fortalece a tus hermanos.
33 Pedro le respondió:
– Señor, yo estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte.
34 Le respondió Jesús:
– Te digo, Pedro, que hoy antes de que cante el gallo habrás negado tres veces que me conoces.
35 Y les dijo:
– Cuando los envié sin bolsa ni alforja ni sandalias, ¿les faltó algo?
Contestaron:
– Nada.
36 Les dijo:
– Pero ahora quien tenga bolsa lleve también alforja, quien no la tiene, venda el manto y compre una espada.
37 Les digo que se ha de cumplir en mí lo escrito: fue tenido por malhechor. Todo lo que se refiere a mí toca a su fin.
38 Le dijeron:
– Señor, aquí hay dos espadas.
Les contestó:
– Basta ya.
39

Oración en el huerto
Mt 26,36-46; Mc 14,32-42

Salió y se dirigió según costumbre al monte de los Olivos y le siguieron los discípulos.
40 Al llegar al lugar, les dijo:
– Oren para no caer en la tentación.
41 Se apartó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, se arrodilló y oraba:
42 – Padre, si quieres, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43 [[Se le apareció un ángel del cielo que le dio fuerzas.
44 Y, en medio de la angustia, oraba más intensamente. Le corría el sudor como gotas de sangre cayendo al suelo.]]
45 Se levantó de la oración, se acercó a sus discípulos y los encontró dormidos de tristeza;
46 y les dijo:
–¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no sucumbir en la tentación.
47

Arresto de Jesús
Mt 26,47-56; Mc 14,43-52; cfr. Jn 18,2-12

Todavía estaba hablando, cuando llegó un gentío. El llamado Judas, uno de los Doce, se les adelantó, se acercó a Jesús y le besó.
48 Jesús le dijo:
– Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
49 Viendo lo que iba a pasar, los que estaban con él dijeron:
– Señor, ¿usamos la espada?
50 Uno de ellos dio un tajo al empleado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
51 Jesús le dijo:
– Ya basta.
Y tocándole la oreja, lo sanó.
52 Después dijo Jesús a los sumos sacerdotes, guardias del templo y ancianos que habían venido a arrestarlo:
–¿Como si se tratara de un asaltante, han salido armados de espadas y palos?
53 Diariamente estaba con ustedes en el templo y no me detuvieron. Pero ésta es la hora de ustedes, ahora son las tinieblas las que dominan.
54

Negaciones de Pedro
Mt 26,57s.69-75; Mc 14,53s.66-72;
cfr. Jn 18,12-18.25-27

Lo arrestaron, lo condujeron y lo metieron en casa del sumo sacerdote.
Pedro le seguía a distancia.
55 Habían encendido fuego en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos.
56 Una sirvienta lo vio sentado junto al fuego, lo miró fijamente y dijo:
– También éste estaba con él.
57 Pedro lo negó diciendo:
– No lo conozco, mujer.
58 Poco después otro lo vio y dijo:
– También tú eres uno de ellos.
Pedro respondió:
– No lo soy, hombre.
59 Como una hora más tarde otro insistía:
– Realmente éste estaba con él, además, también es galileo.
60 Pedro contestó:
– No sé lo que dices, hombre.
En ese momento, cuando aún estaba hablando, cantó el gallo.
61 El Señor se volvió y miró a Pedro; éste recordó lo que le había dicho el Señor: Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.
62 Salió afuera y lloró amargamente.
63

Jesús ante el Consejo
Mt 26,57-68; Mc 14,53-65; cfr. Jn 18,19-24

Los que lo habían arrestado a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban.
64 Tapándole los ojos le decían:
– Adivina quién te ha pegado.
65 Y le decían otras muchas injurias.
66 Al hacerse de día se reunieron los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes y letrados, lo condujeron ante el Consejo
67 y le dijeron:
– Dinos si tú eres el Mesías.
Les respondió:
– Si se lo digo, no me creerán,
68 y si pregunto, no me responderán.
69 Pero en adelante el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de la Majestad de Dios.
70 Dijeron todos:
– Entonces, ¿eres tú el Hijo de Dios?
Contestó:
– Tienen razón: Yo soy.
71 Ellos dijeron:
–¿Qué falta nos hacen los testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 22,1-6Complot para matar a Jesús. Dos motivos fundamentales están a la base de la decisión de matar a Jesús: 1. Los dirigentes judíos temen una revuelta popular en el marco de una de las fiestas nacionales que se celebraba exclusivamente en Jerusalén: la Pascua. 2. Uno del grupo ha decidido libre y espontáneamente -aunque de hecho Lucas relata que fue movido por Satanás que entró en él (3)- convenir con las autoridades la entrega del Maestro.


Lucas 22,7-23Pascua y Eucaristía. El cuerpo y la sangre son dos elementos inseparables que en el judaísmo antiguo dan idea de totalidad; el cuerpo es la materialización de las ideas, de las esperanzas y anhelos, el proyecto de una persona; la sangre es la vida, lo que da sentido, valor y movimiento al cuerpo. La intención de Jesús es entonces que esta cena sea el signo de lo que serán las demás celebraciones para sus discípulos: el recuerdo de que Él ha entregado su cuerpo y su sangre, es decir, la totalidad de su ser, sus anhelos, sueños y esperanzas, su lucha por la instauración del reinado de Dios; todo lo ha entregado por sus amigos y por la humanidad en general. El nuevo pacto que instaura Jesús se debe entender como la repetición indefinida de la Cena Pascual que hay que asumir como una necesidad de actualizar en cada celebración la entrega de Jesús y la entrega que está realizando la comunidad de los discípulos: ¿Qué tanto se ha ido entregando el discípulo y la comunidad? ¿Qué tanto ha avanzado el reino de Dios entre celebración y celebración? He ahí el reto para el creyente y para la comunidad.
Lucas 22,24-30Contra la ambición. Apenas formulado el anuncio de la traición, surge una disputa entre los discípulos de Jesús sobre quién era el más importante, lo cual nos puede indicar que el tema de la traición y de la entrega de Jesús no se queda sólo en cabeza de uno de ellos. Sabemos que va a ser Judas, pero aquí podemos entender que hay otras formas de traicionar al Maestro y su propuesta. Jesús tiene que volver a insistir sobre la inversión de valores que caracteriza el modelo de comunidad y de sociedad nueva que tiene que surgir con la instauración del reino.
Lucas 22,31-38Anuncia la negación de Pedro. Todavía con el tema de la traición como telón de fondo, Jesús interpela a Pedro acerca de la debilidad de su fe. La reacción de Pedro indica que el discípulo puede estar donde esté el Maestro, pero no ser ni hacer lo que es y hace el Maestro; esto último es lo que pretende Jesús inculcarle a cada uno comenzando por Pedro. Si Pedro llega a entender así las cosas, tendrá como tarea fortalecer a sus hermanos en ese mismo sentido.
Lucas 22,39-46Oración en el huerto. A lo largo del evangelio, Lucas ha subrayado la costumbre de Jesús de retirarse a orar; aquí nos lo presenta de nuevo en esa actitud humilde: «se arrodilló» (41), y al mismo tiempo confiada. Jesús tiene que sentir angustia, tristeza, dolor; sin embargo, nada de eso debilita la fe y la confianza absolutas en su Padre. Este momento es decisivo; Jesús mantiene firme su decisión, lo que tiene que cumplirse es la voluntad del Padre.
Lucas 22,47-53Arresto de Jesús. En el momento definitivo, la hora del dominio de las tinieblas (53), Jesús fortalecido por la oración viva y profunda y por su convicción de que todo está en manos del Padre, enfrenta la situación con majestuosa serenidad. Hace tres intervenciones breves que dejan claro la anomalía y la injusticia de la situación: 1. A Judas lo interpela porque ha hecho de un signo de saludo pacífico, como lo es el beso, un signo de traición. 2. A sus discípulos que, pese a su proceso formativo, siguen pensando que el nuevo orden hay que implantarlo a la fuerza, les ordena guardar la espada, y Él mismo repara el daño causado por la violencia (50s). 3. A sus captores les recrimina el hecho de que lo confundan con un asaltante cuando bien hubieran podido abordarlo mientras enseñaba en el Templo (52s).
Lucas 22,54-62Negaciones de Pedro. En casa del sumo sacerdote, una mujer y luego dos hombres interrogan a Pedro sobre su relación con Jesús; en este contexto, y más específicamente para Pedro, los tres interrogantes tienen connotaciones de acusación que él rechaza con vehemencia. La confirmación de las palabras de Jesús en 22,34, está en su «mirada» a Pedro (61); ella basta para que el discípulo se retire afuera a llorar amargamente. El llanto de Pedro y el recuerdo de las palabras de Jesús (22,34) son un signo del llamado, el arrepentimiento y la conversión.
Lucas 22,63-71Jesús ante el Consejo. En el momento de los ultrajes y las afrentas, Pedro no ha sido capaz de responder por el amigo Jesús; el Maestro se halla solo, expuesto al escarnio y los malos tratos. Además la pregunta de las autoridades religiosas sobre los atributos divinos de Jesús no tiene quién refrende con su testimonio. En circunstancias más fáciles, durante el camino, Pedro había confesado por todos que Jesús era el Mesías (Cristo, Ungido) (9,20); aquí calla, no se arriesga a correr la misma suerte del Maestro. Jesús está completamente solo, es su palabra contra la de las autoridades; por no tener quién declare en su favor, las mismas palabras de Jesús son utilizadas en su contra, convirtiéndolas en ocasión para condenarlo.