Lucas 23 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 56 versitos |
1

Jesús ante Pilato
Mt 27,1.11-14; Mc 15,1-5; cfr. Jn 18,28-38

Después se levantó toda la asamblea y, lo condujeron ante Pilato
2 y empezaron la acusación:
– Hemos encontrado a éste incitando a la rebelión a nuestra nación, oponiéndose a que paguen tributo al césar y declarándose Mesías rey.
3 Pilato le preguntó:
–¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le respondió:
– Tú lo dices.
4 Pero Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud:
– No encuentro culpa alguna en este hombre.
5 Ellos insistían: Está alborotando a todo el pueblo enseñando por toda Judea; empezó en Galilea y ha llegado hasta aquí.
6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo;
7 y, al saber que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que se encontraba por entonces en Jerusalén.
8

Jesús ante Herodes

Herodes se alegró mucho de ver a Jesús. Hacía tiempo que tenía ganas de verlo, por lo que oía de él, y esperaba verlo hacer algún milagro.
9 Le hizo muchas preguntas, pero él no le respondió.
10 Los sumos sacerdotes y los letrados estaban allí, insistiendo en sus acusaciones.
11 Herodes con sus soldados lo trataron con desprecio y burlas, y echándole encima un manto espléndido, lo envió de vuelta a Pilato.
12 Aquel día Herodes y Pilato que hasta entonces habían estado enemistados, establecieron buenas relaciones.
13

Condenado a muerte
Mt 27,15-26; Mc 15,6-15; cfr. Jn 18,39– 19,16

Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y
14 les dijo:
– Me han traído a éste acusándolo de agitar al pueblo. Miren, lo interrogué personalmente delante de ustedes y no encuentro en este hombre ninguna culpa de las que lo acusan.
15 Tampoco Herodes lo encontró culpable ya que me lo ha mandado de vuelta, como ven no ha cometido nada que merezca la muerte.
16 Le daré un castigo y lo dejaré libre.
17 [[Por la fiesta tenía que soltarles a un preso.]]
18 Pero ellos se pusieron a gritar:
–¡Que muera este hombre! Déjanos libre a Barrabás.
19 – Barrabás estaba preso por un homicidio cometido en un disturbio en la ciudad.
20 Pilato, que quería dejar libre a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra;
21 pero ellos seguían gritando:
–¡Crucifícalo, crucifícalo!
22 Por tercera vez les habló:
– Pero, ¿qué delito ha cometido este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Le impondré un castigo y lo dejaré libre.
23 Pero ellos insistían a gritos pidiendo que lo crucificara; y el griterío se hacía cada vez más violento.
24 Entonces Pilato decretó que se hiciera lo que el pueblo pedía.
25 Dejó libre al que pedían, que estaba preso por motín y homicidio, y entregó a Jesús al capricho de ellos.
26

Muerte de Jesús
Mt 27,32-56; Mc 15,21-41; cfr. Jn 19,17-30

Cuando lo conducían, agarraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
27 Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres llorando y lamentándose por él.
28 Jesús se volvió y les dijo:
– Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.
29 Porque llegará un día en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, los vientres que no concibieron, los pechos que no amamantaron!
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: Caigan sobre nosotros; y a las colinas: Sepúltennos.
31 Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué no harán con el seco?
32 Conducían con él a otros dos malhechores para ejecutarlos.
33 Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, los crucificaron a él y a los malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 [[Jesús dijo:
– Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.]]
Después se repartieron su ropa sorteándola entre ellos.
35 El pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo:
– Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios.
36 También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre
37 y le decían:
– Si eres el rey de los judíos, sálvate.
38 Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos.
39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
–¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.
40 Pero el otro lo reprendió diciendo:
–¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena?
41 Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen.
42 Y añadió:
– Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí.
43 Jesús le contestó:
– Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Era mediodía; se ocultó el sol y todo el territorio quedó en tinieblas hasta media tarde.
45 El velo del santuario se rasgó por el medio.
46 Jesús gritó con voz fuerte:
–Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu.
Dicho esto, expiró.
47 Al ver lo que sucedía, el centurión glorificó a Dios diciendo:
– Realmente este hombre era inocente.
48 Toda la multitud que se había congregado para el espectáculo, al ver lo sucedido, se volvía dándose golpes de pecho.
49 Sus conocidos se mantenían a distancia, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea lo observaban todo.
50

Sepultura de Jesús
Mt 27,57-61: Mc 15,42-47; cfr. Jn 19,38-42

Había un hombre llamado José, natural de Arimatea, ciudad de Judea. Pertenecía al Consejo, era justo y honrado
51 y no había consentido en la decisión de los otros ni en su ejecución, y esperaba el reino de Dios.
52 Acudió a Pilato y le pidió el cadáver de Jesús.
53 Lo descolgó, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no habían enterrado a nadie.
54 Era el día de la preparación y estaba por comenzar el sábado.
55 Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás para observar el sepulcro y cómo habían puesto el cadáver.
56 Se volvieron, prepararon aromas y ungüentos, pero el sábado guardaron el descanso ordenado por la ley.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 23,1-7Jesús ante Pilato. La decisión de eliminar a Jesús ya está tomada por parte de los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del Templo. El motivo es aparentemente religioso: Jesús se ha autoproclamado Hijo de Dios, lo cual constituye una herejía; pero sabemos que en el fondo hay motivos más que religiosos para quitar a Jesús de en medio; definitivamente su presencia y sus enseñanzas resultan demasiado incómodas y peligrosas para la «estabilidad» de la nación, para la «seguridad nacional». Con todo, Pilato no encuentra motivo suficiente para la condena a muerte (4), de ahí que los acusadores tengan que convertir la acusación religiosa en otra de tipo político, de alcance nacional: «Está alborotando a todo el pueblo enseñando por toda Judea; empezó en Galilea y ha llegado hasta aquí» (5), insistiendo en lo peligroso que resulta para el imperio (2).


Lucas 23,8-12Jesús ante Herodes. Lucas subraya la alegría de Herodes al ver a Jesús; hacía tiempo que quería verlo, dados los comentarios que había escuchado de Él, incluso pensaba que podría ver realizar algún milagro. Lucas quiere dejar claro que éste no es el modo de conocer a Jesús, y de ahí el silencio que guarda el Maestro delante del Tetrarca. Herodes, que sabe de lo difícil y complicado que es ser rey bajo un dominio tan «omnipotente» como el romano, toma las supuestas pretensiones de Jesús como una broma. Él y su guardia se burlan de Jesús y como «rey de burlas» lo devuelve a Pilato (11).
Lucas 23,13-25Condenado a muerte. De nuevo ante Pilato, Jesús es hallado inocente. Pilato insiste en que no ve necesario aplicarle la pena capital; propone que una buena reprimenda será suficiente, pero los enemigos de Jesús insisten que debe morir. Pilato no tiene más remedio que ceder a la presión de los judíos. Lucas deja claro que el juicio y la condena de Jesús son desde todo punto de vista irregulares e injustos. En el juicio, Jesús no ha tenido oportunidad de defenderse; en la sentencia, ni Pilato ni Herodes han hallado culpa suficiente. Sin embargo, la sentencia se da, dada la saña de las autoridades judías, responsables directas de esta sangre inocente.
Lucas 23,26-49Muerte de Jesús. De los cuatro relatos de la pasión, el de Lucas es el más sobrio; por todos los medios evita narrar los hechos sangrientos con que afrentaron a Jesús: las bofetadas, los azotes, la corona de espinas. Tal vez, los motivos para que Lucas presente así su relato sean básicamente dos: primero, su sensibilidad humana y, sobre todo, su profunda veneración por Jesús no le permiten presentarlo a la manera de Marcos y de Mateo. En segundo lugar, su mayor preocupación es subrayar la injusticia que se cometió con Jesús, a cuyo extremo puede llegar la intolerancia y la obstinación de una nación que no quiso aceptar que en Jesús Dios se les estaba manifestando en su totalidad; de ahí la expresión de Jesús en el momento de la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (34)». De otro lado, Lucas considera que es mucho más importante la manera como asume Jesús este momento definitivo: cuando podría ser objeto de lástima y de compasión, Él está dispuesto a consolar y animar a quienes lo lloran (28-31); cuando cualquiera respondería con violencia a las burlas y los insultos, Jesús responde con el perdón; tratado como malhechor y puesto entre malhechores, Jesús acoge al ladrón arrepentido y le promete su compañía en el reino. En suma, para Lucas el momento de la cruz es el momento cumbre de la vida de Jesús, aquí es donde queda a la vista de todos, demostrada y atestiguada la realeza de Jesús: rey justo que perdona, acoge y comparte su reino con quienes quieran aceptarlo.
Lucas rodea la muerte de Jesús de acontecimientos cósmicos: la oscuridad por falta del sol (44), y de un fenómeno de tipo religioso, pero también de connotaciones universales: el velo del templo que se rasga (45). Con ello quiere indicar el evangelista que el tiempo escatológico se inaugura ahora: el acceso a Dios obstaculizado por el velo del templo ha quedado roto, con lo cual ya no hay ninguna barrera para nadie; aunque injusta, la muerte de Jesús tenía que inaugurar esta nueva era. El centurión confirma la muerte de Jesús. Fiel al Padre, Jesús no desconfía de Él ni siquiera en el momento definitivo de su vida, en sus manos confía su espíritu; y, fiel al Hijo, al que había declarado predilecto en el bautismo y en la escena de la transfiguración, el Padre lo acoge.
Lucas 23,50-56Sepultura de Jesús. Lucas, igual que los demás evangelistas, conserva el nombre de quien se ocupó del cuerpo sin vida de Jesús para sepultarlo: José de Arimatea. Es curioso que sea él y no ningún discípulo quien se encarga de esta tarea. También aquí Lucas quiere subrayar el distanciamiento de los discípulos con el fin de darle muchísimo más realce al re-encuentro con el Resucitado y el cambio de actitud que acaecerá en la comunidad apostólica.