Lucas 6 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 88 versitos |
1 Un sábado en que atravesaba unos campos de trigo, sus discípulos arrancaban espigas, las frotaban con las manos y comían el grano.
2 Unos fariseos les dijeron:
–¿Por qué hacen en sábado una cosa prohibida?
3 Jesús les contestó:
–¿No han leído lo que hizo David con sus compañeros cuando estaban hambrientos?
4 Entró en la casa de Dios, tomó los panes consagrados, que pueden comer sólo los sacerdotes, comió y los compartió con sus compañeros.
5 Y añadió:
–El Hijo del Hombre es Señor del sábado.
6 Otro sábado entró en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
7 Los letrados y los fariseos lo espiaban para ver si sanaba en sábado, para tener algo de qué acusarlo.
8 Él, leyendo sus pensamientos, dijo al hombre de la mano paralizada:
–Levántate y ponte de pie en medio.
Él se puso en pie.
9 Después se dirigió a ellos:
–Yo les pregunto qué está permitido en sábado: ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
10 Ellos se pusieron furiosos y discutían qué hacer con Jesús.
10 Después, dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre:
–Extiende la mano.
Lo hizo y la mano quedó sana.
11

Los doce apóstoles
Mt 10,1-4; Mc 3,13-19; cfr. Hch 1,13

Por aquel tiempo subió a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.
11 Ellos se pusieron furiosos y discutían qué hacer con Jesús.
12 Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles:
12 Por aquel tiempo subió a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.
13 Simón, a quien llamó Pedro; Andrés, su hermano; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé;
13 Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles:
14 Mateo y Tomás; Santiago hijo de Alfeo y Simón el rebelde;
14 Simón, a quien llamó Pedro; Andrés, su hermano; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé;
15 Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, el traidor.
15 Mateo y Tomás; Santiago hijo de Alfeo y Simón el rebelde;
16

La muchedumbre sigue a Jesús
Mt 4,23-25; Mc 3,7-12

Bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y Sidón,
16 Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, el traidor.
17 para escucharlo y sanarse de sus enfermedades. Los atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos,
17 Bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y Sidón,
18 y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
18 para escucharlo y sanarse de sus enfermedades. Los atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos,
19

Sermón del llano: dichosos y desdichados
Mt 5,1-12

Dirigiendo la mirada a los discípulos, les decía:
– Felices los pobres,
porque el reino de Dios les pertenece.
19 y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
20 Felices los que ahora pasan hambre,
porque serán saciados.
Felices los que ahora lloran,
porque reirán.
20 Dirigiendo la mirada a los discípulos, les decía:
–Felices los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
21 Felices cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y desprecien su nombre a causa del Hijo del Hombre.
21 Felices los que ahora pasan hambre,
porque serán saciados.
Felices los que ahora lloran,
porque reirán.
22 Alégrense y llénense de gozo, porque el premio en el cielo es abundante. Del mismo modo los padres de ellos trataron a los profetas.
22 Felices cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y desprecien su nombre a causa del Hijo del Hombre.
23 Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen su consuelo!;
23 Alégrense y llénense de gozo, porque el premio en el cielo es abundante. Del mismo modo los padres de ellos trataron a los profetas.
24 ¡ay de ustedes,
los que ahora están saciados!,
porque pasarán hambre;
¡ay de los que ahora ríen!,
porque llorarán y harán duelo;
24 Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen su consuelo!;
25 ¡ay de ustedes cuando todos los alaben! Del mismo modo los padres de ellos trataron a los falsos profetas.
25 ¡ay de ustedes,
los que ahora están saciados!,
porque pasarán hambre;
¡ay de los que ahora ríen!,
porque llorarán y harán duelo;
26

Amor a los enemigos
Mt 5,38-48

A ustedes que me escuchan yo les digo:
Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian;
26 ¡ay de ustedes cuando todos los alaben! Del mismo modo los padres de ellos trataron a los falsos profetas.
27 bendigan a los que los maldicen, recen por los que los injurian.
27 A ustedes que me escuchan yo les digo:
Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian;
28 Al que te golpee en una mejilla, ofrécele la otra, al que te quite el manto no le niegues la túnica;
28 bendigan a los que los maldicen, recen por los que los injurian. 29 Al que te golpee en una mejilla, ofrécele la otra, al que te quite el manto no le niegues la túnica;
29 da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames.
30 Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes.
30 da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames.
31 Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a sus amigos.
31 Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes.
32 Si hacen el bien a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen.
32 Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a sus amigos.
33 Si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan para recobrar otro tanto.
33 Si hacen el bien a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen.
34 Por el contrario amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa y serán hijos del Altísimo, que es generoso con ingratos y malvados.
34 Si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan para recobrar otro tanto.
35 Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.
35 Por el contrario amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa y serán hijos del Altísimo, que es generoso con ingratos y malvados.
36 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados.
36 Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.
37 Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos.
37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados.
38

Ciego, guía de ciegos
Mt 7,3-5

Y añadió una comparación:
–¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
38 Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos.
39 El discípulo no es más que el maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro.
39 Y añadió una comparación:
–¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
40 ¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
40 El discípulo no es más que el maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro.
41 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la pelusa de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
41 ¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
42

El árbol y sus frutos – roca y arena
Mt 7,16-27

No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la pelusa de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
43 Cada árbol se reconoce por sus frutos. No se cosechan higos de los cardos ni se vendimian uvas de los espinos.
43 No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
44 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro bueno del corazón; el malo saca lo malo de la maldad. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
44 Cada árbol se reconoce por sus frutos. No se cosechan higos de los cardos ni se vendimian uvas de los espinos.
45 ¿Por qué me llaman: ¡Señor, Señor!, si no hacen lo que les digo?
45 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro bueno del corazón; el malo saca lo malo de la maldad. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
46 Les voy a explicar a quién se parece el que acude a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica.
46 ¿Por qué me llaman: ¡Señor, Señor!, si no hacen lo que les digo?
47 Se parece a uno que iba a construir una casa: cavó, ahondó y colocó un cimiento sobre la roca. Vino una crecida, el caudal se precipitó contra la casa, pero no pudo sacudirla porque estaba bien construida.
47 Les voy a explicar a quién se parece el que acude a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica.
48 En cambio, el que escucha y no las pone en práctica se parece a uno que construyó la casa sobre la arena, sin cimiento. Se precipitó el caudal y la casa se derrumbó. Y fue una ruina colosal.
48 Se parece a uno que iba a construir una casa: cavó, ahondó y colocó un cimiento sobre la roca. Vino una crecida, el caudal se precipitó contra la casa, pero no pudo sacudirla porque estaba bien construida.
49

Sana al sirviente de un centurión
Mt 8,5-13; cfr. Jn 4,46-54

Cuando concluyó su discurso al pueblo, entró en Cafarnaún.
49 En cambio, el que escucha y no las pone en práctica se parece a uno que construyó la casa sobre la arena, sin cimiento. Se precipitó el caudal y la casa se derrumbó. Y fue una ruina colosal.

Patrocinio

 
 

Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Lucas 6,1-5Jesús y el sábado. Nada que no esté en favor de la vida, así se haga en nombre del mismo Dios, puede contradecir la opción por la vida (1-4). El versículo 5 establece el señorío de Jesús sobre el sábado. Y en efecto, el señorío de Jesús lo lleva a actuar con toda libertad tanto en el espacio -la sinagoga- como en el tiempo -el sábado-. Ahora, esa libertad de Jesús no combina con la no-libertad en que viven el hombre y la mujer de su tiempo, completamente paralíticos por el rigorismo de una ley que es libertad en su esencia, pero paralizante en su interpretación y práctica.


Lucas 6,6-11Sana en sábado. Si la primera infracción está en relación con la necesidad del alimento, esta segunda está en relación con la necesidad de la movilidad de todo el cuerpo, como signo también de una libertad de movimiento físico, psíquico y espiritual. El sábado con sus treinta y nueve normas para el «correcto» cumplimiento, mas los seiscientos trece mandatos derivados de la genuina Ley mosaica, hacía de los contemporáneos de Jesús un cuerpo incapaz de moverse con libertad, y eso principalmente es lo que quiere sanar Jesús. Para quienes vieron las cosas así, Jesús es Señor de vida, pero para los rigoristas, Jesús es alguien que preocupa, alguien que atenta contra lo establecido y por eso «discutían qué hacer con Jesús» (11). Bien hubiera podido esperar Jesús hasta la caída del sol (cfr. 4,40) momento en que termina el Sábado para restablecer la mano del hombre; sin embargo, consecuente con su opción por la vida, lo hace ya, porque el reino ya está operando y porque también el sábado como institución tiene que ser restablecido.
Lucas 6,12-16Los doce apóstoles. Jesús va a elegir a doce discípulos y antes de ello pasa toda la noche en oración, comunicándose con Dios. El número doce contiene un valor simbólico: la nación israelita se había conformado desde sus inicios por doce tribus y al parecer Jesús quiere conformar un «nuevo pueblo» capacitado para aceptar y dar testimonio del cumplimiento de las promesas de Dios. El pueblo israelita fue siempre conciente de ser el pueblo de la elección y de las promesas, pero nunca pudo ver en Jesús y su obra ese cumplimiento; sólo quienes aceptan a Jesús pueden dar ese testimonio. Lucas omite la finalidad de esta elección y por eso tenemos que acudir a su fuente, Marcos, quien explica que Jesús escogió a doce para que convivieran con Él y para enviarlos a predicar con poder para expulsar demonios (Mar_3:13-15). Tal vez Lucas deja para el momento del envío efectivo de los discípulos la explicitación de esta finalidad. Por ahora Lucas sólo constata, como los otros dos sinópticos, que Jesús llamó «apóstoles» a estos doce. La elección la hace Jesús en un momento clave de su ministerio: hasta ahora Lucas ha hecho varias constataciones de las enseñanzas de Jesús en diferentes lugares de Galilea, probablemente muchos ya lo siguen, pero ahora va a tener lugar el anuncio de un plan específico, concreto para sus seguidores: el discurso del llano que, a pesar de no tener el contenido ni las dimensiones de su equivalente en Mateo (el discurso del monte, Mt 5-7), no por eso deja de ser el proyecto de vida para el discípulo, para el que se arriesgue a seguir a Jesús.
Lucas 6,17-26La muchedumbre sigue a Jesús - Sermón del llano: dichosos y desdichados. En cuatro aspectos de la vida humana sintetiza Lucas las bienaventuranzas: la pobreza, el hambre, el llanto (tristeza) y la persecución. La pobreza designa aquí una situación anómala, contraria al querer de Dios, un estado de vida que es fruto de la injusticia; por tanto, cuando Jesús declara bienaventurados a estos pobres, no significa que ellos deben sentirse felices por su situación, sino porque esa pobreza que Dios rechaza tiene que desaparecer con el advenimiento del reino o reinado de Dios, cuya concreción específica es la justicia. No olvidemos que uno de los ejes fundamentales del proyecto de Jesús es la proclamación (realización) del año de gracia del Señor cuyo sentido concreto lo tenemos que buscar en el año jubilar o jubileo. Ahora, si estas palabras de Jesús, aparte de ser consoladoras para los pobres, son también un proyecto por realizar, quiere decir que el seguidor de Jesús tiene como tarea hacer que ese reinado de Dios, traducido en categorías de justicia, sea una realidad eficaz para poder sentir el gozo de la presencia del reino. La pobreza, o mejor el empobrecimiento, trae varias consecuencias: la primera de todas: el hambre; pues bien, también los hambrientos son dichosos porque serán saciados. Si los empobrecidos pueden soñar con un mundo mejor, más justo, por el advenimiento del reino de Dios, también el hambre tendrá que desaparecer, no de un modo mágico, sino como fruto del compromiso de todos en la realización de ese año de gracia, uno de cuyos fines es la nivelación social a causa de la condonación de deudas, de la recuperación de los bienes empeñados y del regreso a su propiedad y al seno de su familia de todos los esclavizados, y esto debe ser un estado permanente (cfr. Deu_15:1-11); la otra consecuencia del empobrecimiento son las lágrimas, como símbolo del dolor, la marginación, pero también de la impotencia ante una realidad cada vez más cruel y tormentosa para el empobrecido; en este nuevo orden que tiene que instaurar la presencia del reino, las lágrimas se tienen que cambiar por alegría y gozo. La lucha y el esfuerzo por lograr este nuevo orden de cosas querido por Dios desde antiguo y puesto por Jesús como criterio primero y fundamental que hace posible la realidad del reino, no se dará de manera «pacífica»; no que Jesús esté pensando en acciones violentas, sino más bien quiere prevenir a sus seguidores de las situaciones violentas, la persecución y el dolor que tendrán que experimentar a manos de quienes se oponen radicalmente a compartir los bienes materiales e inmateriales, culturales y espirituales que poco a poco han arrebatado al pueblo y que obstinadamente retienen como propios y exclusivos. Casi siempre, por no decir siempre, los acaparadores y sostenedores del orden injusto reaccionan con la fuerza, con la violencia, con la difamación, el encarcelamiento, cuando no con la eliminación física, ¡cuántos casos en nuestras comunidades! Pues bien, a esos también llama Jesús dichosos porque esa persecución y ese rechazo no es gratuito; es el precio que se paga por la lucha y la búsqueda de la justicia y la equidad; sólo quien experimenta estas contradicciones podrá comprender el gozo de estar en sintonía con la preocupación del Padre y de Jesús por la justicia.
Podríamos entender estos ayes como una lamentación de Jesús, pero una lamentación al estilo profético, es decir como una advertencia o amonestación que hace Jesús a los promotores y sostenedores de un orden social absolutamente injusto como el que vive la gente de su tiempo y en general la gente de todas las épocas cuando los bienes de la creación, los bienes de la cultura, la ciencia y de la tecnología son absorbidos por unos cuantos con las consecuencias que todos conocemos: empobrecimiento de las grandes mayorías, hambre, dolor y lágrimas.
Con estos ayes Jesús denuncia esa actitud mezquina de quienes han puesto el sentido de su vida en las posesiones, en los bienes; de quienes se hartan, consumen y consumen ignorando al indigente, de quienes gozan y la pasan bien a costa de los demás; de quienes son objeto de la fama lisonjera, ¿cuál es el sentido de una vida que transcurre de ese modo?
Lucas 6,27-38Amor a los enemigos. La propuesta de Jesús, o más que propuesta, el mandato a sus seguidores es la búsqueda de la instauración de una sociedad construida sobre las bases de unas relaciones absolutamente contrarias a las establecidas hasta el presente; una sociedad que puede perfectamente prescindir de su división por clases y a la cual se llega no por la eliminación de las clases dominantes, sino por la eliminación sistemática de las estructuras y sistemas que están a la raíz de la división clasista, y las únicas armas que propone Jesús para la realización de este proyecto de sociedad nueva son el amor, la bendición, empezando por los enemigos, y la oración (27s.32s.35); el perdón activo, entendido como pasar por alto una ofensa a condición de que el agresor tome conciencia del mal que causa, y cambie (29); el compartir generoso como reacción contra la codicia (30); el rechazo decidido a la avaricia y a la usura como causas fundantes del enriquecimiento de unos y empobrecimiento de otros (34s); en una palabra, obrar con los demás como quisiéramos que los demás obraran con nosotros (31).
Lucas 6,39-49Ciego, guía de ciegos - El árbol y sus frutos - roca y arena. En consonancia con la sección anterior, el discípulo está llamado a vivir una vida radicalmente comprometida con la propuesta de Jesús. A través de la serie de comparaciones de la primera parte de este pasaje, Jesús hace ver que, en su seguimiento, la mediocridad y la falta de autocrítica constituyen el principal obstáculo para la instauración real y efectiva del reino.
Con mucha facilidad, desde los tiempos primitivos hasta hoy, se proclama a Jesús como «Señor, Señor», pero sin ningún compromiso, ni siquiera con el mínimo de sensibilidad por sus exigencias; esos son los que llenan salones, templos y estadios, y gritan a los cuatro vientos su fe en el «poder» de Cristo, pero cuando vienen las exigencias, las renuncias, el testimonio y los compromisos, se desmoronan como la casa que fue construida sobre la arena (49). Fe, renuncia y compromiso, tres actitudes que tienen que informar la fe del discípulo.