Lucas 7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 67 versitos |
1 Un centurión tenía un sirviente a quien estimaba mucho, que estaba enfermo, a punto de morir.
1 Cuando concluyó su discurso al pueblo, entró en Cafarnaún.
2 Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos judíos notables a pedirle que fuese a sanar a su sirviente.
2 Un centurión tenía un sirviente a quien estimaba mucho, que estaba enfermo, a punto de morir.
3 Se presentaron a Jesús y le rogaban insistentemente, alegando que se merecía ese favor:
3 Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos judíos notables a pedirle que fuese a sanar a su sirviente.
4 – Ama a nuestra nación y él mismo nos ha construido la sinagoga.
4 Se presentaron a Jesús y le rogaban insistentemente, alegando que se merecía ese favor:
5 Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
– Señor, no te molestes; no soy digno de que entres bajo mi techo.
5 –Ama a nuestra nación y él mismo nos ha construido la sinagoga.
6 Por eso yo tampoco me consideré digno de acercarme a ti. Pronuncia una palabra y mi muchacho quedará sano.
6 Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
–Señor, no te molestes; no soy digno de que entres bajo mi techo.
7 Porque también yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, va; al otro que venga, viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace.
7 Por eso yo tampoco me consideré digno de acercarme a ti. Pronuncia una palabra y mi muchacho quedará sano.
8 Al oírlo, Jesús se admiró y volviéndose dijo a la gente que le seguía:
– Una fe semejante no la he encontrado ni en Israel.
8 Porque también yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, va; al otro que venga, viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace.
9 Cuando los enviados volvieron a casa, encontraron sano al sirviente.
9 Al oírlo, Jesús se admiró y volviéndose dijo a la gente que le seguía:
–Una fe semejante no la he encontrado ni en Israel.
10

Resucita al hijo de una viuda

A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío.
10 Cuando los enviados volvieron a casa, encontraron sano al sirviente.
11 Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos.
11 A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío.
12 Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo:
– No llores.
12 Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos.
13 Se acercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron.
Entonces dijo:
– Muchacho, yo te lo ordeno, levántate.
13 Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo:
–No llores.
14 El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
14 Se acercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron.
Entonces dijo: –Muchacho, yo te lo ordeno, levántate.
15 Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo:
– Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo.
15 El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
16 La noticia de lo que había hecho se divulgó por toda la región y por Judea.
16 Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo:
–Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo.
17

Sobre Juan el Bautista
Mt 11,2-15

Los discípulos de Juan le informaron de todos estos sucesos. Juan llamó a dos de ellos
17 La noticia de lo que había hecho se divulgó por toda la región y por Judea.
18 y los envió al Señor a preguntarle:
–¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?
18 Los discípulos de Juan le informaron de todos estos sucesos. Juan llamó a dos de ellos 19 y los envió al Señor a preguntarle:
–¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?
20 Los hombres se le presentaron y le dijeron:
–Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte si eres tú el que había de venir o si tenemos que esperar a otro.
21 En ese momento Jesús sanó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus; y devolvió la vista a muchos ciegos.
22 Después les respondió:
–Vayan a informar a Juan de lo que han visto y oído: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia.
23 Y dichoso el que no tropieza por mi causa.
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, se puso a hablar de él a la multitud:
–¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
25 ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten con elegancia y disfrutan de comodidades habitan en palacios reales.
26 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y más que profeta.
27 A éste se refiere lo que está escrito:
Mira, yo envío por delante
a mi mensajero
para que te prepare el camino.
28 Les digo que entre los nacidos de mujer ninguno es mayor que Juan. Y, sin embargo, el último en el reino de Dios es mayor que él.
29 Todo el pueblo que escuchó y hasta los recaudadores de impuestos, dieron la razón a Dios aceptando el bautismo de Juan;
30 en cambio, los fariseos y los doctores de la ley rechazaron lo que Dios quería de ellos, al no dejarse bautizar por él.
31 ¿Con qué compararé a los hombres de esta generación? ¿A qué se parecen?
32 Son como niños sentados en la plaza, que se dicen entre ellos:
Hemos tocado la flauta
y no bailaron,
hemos entonado cantos fúnebres
y no lloraron.
33 Vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y dicen: está endemoniado.
34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores.
35 Pero la Sabiduría ha sido reconocida por sus discípulos.
36 Un fariseo lo invitó a comer. Jesús entró en casa del fariseo y se sentó a la mesa.
37 En esto, una mujer, pecadora pública, enterada de que estaba a la mesa en casa del fariseo, acudió con un frasco de perfume de mirra,
38 se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra.
39 Al verlo, el fariseo que lo había invitado, pensó: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una pecadora.
40 Jesús tomó la palabra y le dijo:
–Simón, tengo algo que decirte.
Contestó:
–Dilo, maestro.
41 Le dijo:
–Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y otro cincuenta.
42 Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los dos lo amará más?
43 Contestó Simón:
–Supongo que aquél a quien más le perdonó.
Le replicó:
–Has juzgado correctamente.
44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón:
–¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas y los ha secado con su cabello.
45 Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha cesado de besarme los pies.
46 Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra.
47 Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, por el mucho amor que demostró. Pero al que se le perdona poco, poco amor demuestra.
48 Y a ella le dijo:
–Tus pecados te son perdonados.
49 Los invitados empezaron a decirse:
–¿Quién es éste que hasta perdona pecados?
50 Él dijo a la mujer:
–Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 7,1-10Sana al sirviente de un centurión. Lucas quiere enseñar que en Jesús las barreras de la religión desaparecen y que en y desde la fe es posible lograr lo que se le pide a Dios, puesto que Él es Padre de todos.


Lucas 7,11-17Resucita al hijo de una viuda. Jesús no espera que esta mujer o alguno de los que la acompañan o alguno de los que lo siguen a él mismo le dirija ninguna palabra de intercesión, como en el caso del centurión (4s); Jesús actúa con prontitud y naturalidad, primero consolando: «no llores» (13), luego restituyendo la vida del muchacho, y en un sentido más amplio, restituyendo a la mujer el sentido de su vida: su único hijo. La presencia de Jesús y su palabra no sólo es purificadora, sino que restituye la vida.
Lucas 7,18-30Sobre Juan el Bautista. Ni para Juan ni para muchos de sus seguidores, las noticias sobre Jesús encajan con las expectativas mesiánicas de la época, por eso la pregunta de Juan desde la cárcel. La respuesta de Jesús, que no se reduce a un «sí» o a un «no», es una respuesta positiva: los signos que realiza delante de los mensajeros son la prueba de una actividad mesiánica que ya él mismo había anunciado en la sinagoga de Nazaret (4,16-30) y que va llevando adelante contra los expertos de la Ley y la Escritura; sólo los que no se han cerrado a ver en sus obras la acción de Dios, pueden comprender, por eso los llama felices o dichosos (23).
Lucas 7,31-35Niños caprichosos. Cierra este pasaje una comparación que retrata la actitud de los creyentes y su proceso de fe y de aceptación a las señales que Dios envía. Dios se revela al pueblo a través de sus enviados, el último es Juan, y a pesar de esa sed de Dios, de conocimiento de su voluntad, rechazan a Juan y lo tildan de endemoniado por su estilo de vida. Dios sigue manifestándose en Jesús, acercándose al pobre, al excluido, al marginado, con un estilo de vida como la de cualquier ser humano, y también es rechazado por comilón y borracho y por ser amigo de pecadores. La invitación es, entonces, a ver en cada circunstancia la acción de Dios, no encerrarnos en nuestros propios criterios, recordar siempre que los designios de Dios no coinciden casi nunca con los nuestros; muchas veces quisiéramos que Dios actuara de esta o de aquella manera, pero no es así. Apertura de fe y disponibilidad de corazón es lo que Lucas quiere enseñar a su comunidad y a nosotros.
Lucas 7,36-50Perdona a la pecadora. La escena de la mujer que se acerca a Jesús mientras comparte la mesa en casa de un fariseo es el marco perfecto para que Jesús establezca la distancia tan enorme que hay entre el legalismo y la apertura a la experiencia de la novedad del reino. Jesús enseña una lección muy importante: ni el cumplimiento más riguroso de la Ley, ni las privaciones, ni la «separación» en que viven los piadosos fariseos, ni el sentirse bueno, conmueven a Dios; sólo el amor y el reconocimiento interior de ser pecador atrae la misericordia y el perdón de Dios.