Juan  13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 38 versitos |
1

Lava los pies a los discípulos

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre, después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2 Durante la cena, cuando el Diablo había sugerido a Judas Iscariote que lo entregara,
3 sabiendo que todo lo había puesto el Padre en sus manos, que había salido de Dios y volvía a Dios,
4 se levanta de la mesa, se quita el manto, y tomando una toalla, se la ató a la cintura.
5 Después echa agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura.
6 Llegó a Simón Pedro, el cual le dice:
– Señor, ¿tú me vas a lavar los pies?
7 Jesús respondió:
– Lo que yo hago no lo entiendes ahora, más tarde lo entenderás.
8 Replica Pedro:
– No me lavarás los pies jamás.
Le respondió Jesús:
– Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.
9 Le dice Simón Pedro:
– Señor, si es así, no sólo los pies, sino las manos y la cabeza.
10 Le responde Jesús:
– El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.
11 Conocía al que lo iba a entregar y por eso dijo que no todos estaban limpios.
12 Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
–¿Comprenden lo que acabo de hacer?
13 Ustedes me llaman maestro y señor, y dicen bien.
14 Pero si yo, que soy maestro y señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15 Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
16 Les aseguro que el sirviente no es más que su señor, ni el enviado más que el que lo envía.
17 Serán felices si, sabiendo estas cosas las cumplen.
18 No hablo de todos ustedes, porque sé a quiénes he elegido. Pero se ha de cumplir aquello de la Escritura:
El que compartía mi pan
se levantó contra mí.
19 Se lo digo ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy.
20 Les aseguro: quien reciba al que yo envíe me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me envió.
21

Anuncia la traición
cfr. Mt 26,20-25; Mc 14,17-21; Lc 22,21-23

Dicho esto, Jesús se estremeció por dentro y declaró:
– Les aseguro que uno de ustedes me entregará.
22 Los discípulos se miraban unos a otros sin saber por quién lo decía.
23 Uno de los discípulos, el más amigo de Jesús, estaba reclinado a su derecha.
24 Simón Pedro le hace un gesto y le dice:
– Averigua a quién se refiere.
25 Él se inclinó hacia el costado de Jesús y le dijo:
– Señor, ¿quién es?
26 Le responde Jesús:
– Aquél a quien le dé un trozo de pan remojado.
Remojó el pan, lo tomó y se lo dio a Judas el de Simón Iscariote.
27 Detrás del bocado Satanás entró en él. Jesús le dice:
– Lo que tienes que hacer hazlo pronto.
28 Ninguno de los comensales comprendió por qué lo decía.
29 Algunos pensaron que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le había encargado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
30 Y enseguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche.
31

La gloria de Jesús

Cuando salió, dijo Jesús:
– Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado por él.
32 [Si Dios ha sido glorificado por él,] también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto.
33 Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán y, como dije a los judíos también lo digo ahora, a donde yo voy ustedes no pueden venir.
34 Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como yo los he amado: ámense así unos a otros.
35 En eso conocerán todos que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros.
36

cfr. Mt 26,30-35; Mc 14,26-31; Lc 22,31-34

[Le] dice Simón Pedro:
– Señor, ¿adónde vas?
Le respondió Jesús:
– A donde yo voy no puedes seguirme por ahora, me seguirás más tarde.
37 Le dice Pedro:
– Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti.
38 Le contesta Jesús:
–¿Que darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.

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Introducción a Juan 

Juan

El más puro y radical de los evangelios. También el originalísimo libro de Juan es un evangelio. Y si Evangelio es proclamar la fe en Jesús para provocar la fe del oyente, éste es el más puro y radical. Si en el Antiguo Testamento la existencia humana se decidía frente a la ley de Dios (cfr. Dt 29), en Juan ésta se decide frente a Jesús: por Él o contra Él, fe o incredulidad.

Jesús, camino que conduce al Padre. La persona de Jesús ocupa el centro del mensaje de Juan. Su estilo descriptivo es intencionadamente realista, quizás como reacción contra los que negaban la realidad humana del Hijo de Dios -docetismo-. Juan nos lleva a «ver y palpar» a su protagonista. Pero su realismo es simbólico, cargado de sentido, que la fe descubre y la contemplación asimila. El evangelista se propone desvelar el misterio de Jesús como camino para descubrir el rostro de Dios. Si en Marcos Jesús se revela como Hijo de Dios a partir del bautismo, y en Mateo y Lucas a partir de su concepción, Juan se remonta a su preexistencia en el seno de la Trinidad. Desde allí, desciende y entra en la historia humana con la misión primaria de revelar al Padre.

El camino de Jesús. Para captar el alcance de la misión histórica del Jesús que nos presenta Juan, hay que sumergirse en el mundo simbólico de las Escrituras: luz, tinieblas, agua, vino, boda, camino, paloma, palabra. O en sus personajes: Abrahán, Moisés, Jacob-Israel, la mujer infiel de Os 2, David, la esposa del Cantar de los Cantares, mencionados explícitamente o aludidos en filigrana para quien sepa adivinarlos. Pero, por encima de todo, resuena en su evangelio el «Yo soy» del Dios del Antiguo Testamento, que Jesús se apropia reiteradamente.
Juan utiliza sus materiales y sus recursos con libertad y dominio. Su patria es la Escritura, que hace presente en unas cuantas citas formales -lejos de la abundancia de Mateo-, en frases alusivas que se adaptan a otra situación, en un tejido sutil de símbolos apenas insinuados, como invitando a un juego de enigmas y desafíos. Sobre este trasfondo, Juan hace emerger con dramatismo la progresiva revelación del misterio de la persona de Jesús, luz y vida de los hombres, hasta su «hora» suprema en que se manifestará con toda su grandeza. Simultáneamente, junto a la adhesión de fe, titubeante a veces, de unos pocos seguidores, surge y crece en intensidad la incredulidad que provoca esta revelación. La luz y las tinieblas se ven así confrontadas hasta esa «hora», la muerte, en la que la aparente victoria de las tinieblas se desvanece ante la luz gloriosa de la resurrección. Entonces, Padre e Hijo, por medio del Espíritu, abren su intimidad a la contemplación del creyente.

Destinatarios. La comunidad de Juan muestra conocer familiarmente el Antiguo Testamento y el judaísmo. Pero está separada de él, no por cuestiones de observancia, sino por la fe en Jesús. Es una comunidad preparada ya para caminar en la historia entre dificultades y persecuciones esperando la definitiva venida del Señor, de la que ya participa en esperanza por la experiencia mística y por la acción del Espíritu. El evangelista deja entrever a unos cristianos y cristianas que viven la presencia de Jesús en los sacramentos: el bautismo en el diálogo con Nicodemo y los símbolos del agua (3); la eucaristía en el milagro y discurso de los panes (6,1-58) y en el lavatorio de los pies -acto humilde de solidaridad ejemplar- (13,1-17); el perdón de los pecados en el don del Espíritu, después de la resurrección (20,22s). Pero los destinatarios de Juan son los hombres y las mujeres de todos los tiempos para quienes Jesús se hizo hombre a fin de revelarles el verdadero rostro de Dios. O como lo dice el mismo evangelista al final de su narración: estas señales «quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él» (20,31).

Autor, fecha y lugar de composición. Una tradición antigua ha identificado al autor con el apóstol Juan. Hoy día es muy difícil mantener esta opinión. La mayoría de los biblistas atribuye el evangelio a un discípulo suyo de la segunda generación. Por su familiaridad con el Antiguo Testamento y el sabor semítico de su prosa, debió ser judío. En cuanto a la fecha de su composición se propone la última década del s. I; y respecto al lugar, Éfeso.

Plan del evangelio: la «hora» de Jesús. Es esta «hora» la que aglutina y estructura todo el evangelio de Juan, marcando el ritmo de la vida de Jesús como un movimiento de descenso y de retorno.
El evangelista comienza con un prólogo (1,1-18) en que presenta a su protagonista, la Palabra eterna de Dios, que desciende a la historia humana haciéndose carne en Jesús de Nazaret con la misión de revelar a los hombres el misterio salvador de Dios. Esta «misión» es su «hora».
A este prólogo sigue la primera parte de la obra, el llamado «libro de los signos» (2-12), que describe el comienzo de la misión de Jesús. A través de siete milagros a los que el evangelista llama «signos» y otros relatos va apareciendo la novedad radical de su presencia en medio de los hombres: el vino de la nueva alianza (2,1-11); el nuevo templo de su cuerpo sacrificado (2,13-22); el nuevo renacer (3,1-21); el agua viva (4,1-42); el pan de vida (6,35); la luz del mundo (8,12), la resurrección y la vida (11,25).
A continuación viene la segunda parte de la obra, el llamado «libro de la pasión o de la gloria» (13-21). Ante la inminencia de su «hora», provocada por la hostilidad creciente de sus enemigos, Jesús prepara el acontecimiento con el gesto de lavar los pies a sus discípulos (13,1-11), gesto preñado de significado: purificación bautismal, eucaristía, anuncio simbólico de la humillación en la pasión. Luego realiza una gran despedida a los suyos en la última cena (13,12-17,26) en la que retoma y ahonda los principales temas de su predicación. Por fin, el cumplimiento de su «hora» y el retorno al Padre a través de la pasión, muerte y resurrección (18-21).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Juan  13,1-20Lava los pies a los discípulos. La segunda parte del evangelio se centra en la hora de Jesús que discurre a lo largo de la «última cena» con el discurso de despedida, el proceso de la pasión, y la resurrección de Jesús. Mientras que el Jesús de la cena a veces aparece glorioso (17,1-13), el Jesús resucitado se presenta con sus llagas y su humanidad, en camino hacia el Padre (20,16s). El diálogo de Jesús con los discípulos progresa por medio de preguntas y malentendidos. El Libro de la Hora de Jesús es introducido con una doble mención de su conocimiento. Sabe que ha llegado su hora, que el Padre lo ha puesto todo en sus manos, y que vuelve a Dios; los discípulos comparten ahora el conocimiento de Jesús. La hora es algo deseado y positivo, una ida de este mundo al Padre. Es hora de humildad y de servicio a los suyos. Pedro, que no había entendido la necesidad de la pasión, no entiende ahora el servicio y sacrificio de Jesús; pero está dispuesto a aceptar todo con tal de no separarse de Él. Este lavado de los pies tiene una dimensión simbólica y sacramental. El Señor y Maestro les ha dado una lección de cómo actuar en la comunidad cristiana. El que busque servir como Jesús será feliz.


Juan  13,21-30Anuncia la traición. Los discípulos no se conocían bien unos a otros; cualquiera podía tener un fallo humano y convertirse en traidor. Judas, el único traidor, se convierte aquí en un endemoniado; detrás del bocado entró en él Satanás. En la pasión, Judas va a encarnar el poder de las tinieblas que va a ser vencido por Jesús (18,1-13). Por eso, Juan añade que era de noche; se va a las tinieblas a las que pertenece.
Juan  13,31-38La gloria de Jesús. La gloria de Jesús se hace real cuando Judas sale para poner en marcha el proceso de la pasión. Esta hora la hacen brillar los discípulos por medio del amor, en imitación del amor servicial de Jesús. Pedro aún no entiende lo que Jesús le pide. No se trata de seguirle ahora y de dar su vida por Jesús; habrá que seguir a Jesús por el amor, dando la vida por los hermanos.