Juan  16 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 33 versitos |
1 Les he dicho todo esto para que no fallen.
2 Los expulsarán de la sinagoga. Incluso más, llegará un tiempo en que el que los mate pensará que está dando culto a Dios.
3 Y eso lo harán porque no conocen al Padre ni a mí.
4 Esto se lo digo para que, cuando llegue su momento, se acuerden que ya se lo había dicho.
No les dije estas cosas desde el principio porque yo estaba con ustedes.
5 Ahora me vuelvo al que me envió y nadie me pregunta adónde voy.
6

La obra del Espíritu

Lo que les he dicho los ha llenado de tristeza;
7 pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes.
8 Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, y de una sentencia:
9 el pecado, que no han creído en mí;
10 la justicia, que yo voy al Padre y no me verán más;
11 la sentencia, que el príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
12 Muchas cosas me quedan por decirles, pero ahora no pueden comprenderlas.
13 Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena. Porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará el futuro.
14 Él me dará gloria porque recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío, por eso les dije que recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes.
16

Alegría tras la pena

Dentro de poco ya no me verán, y poco después me volverán a ver.
17 Los discípulos comentaban entre sí:
–¿Qué es lo que dice? Dentro de poco ya no me verán, y poco después me volverán a ver; y qué significa eso de: Voy al Padre.
18 Decían:
–¿A qué poco se refiere? No entendemos lo que dice.
19 Jesús comprendió que querían preguntarle y les dijo:
– Ustedes discuten entre sí qué significan mis palabras: dentro de poco ya no me verán y poco después me volverán a ver.
20 Les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán mientras el mundo se divierte; estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.
21 Cuando una mujer va a dar a luz, está triste, porque le llega su hora. Pero, cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia, por la alegría que siente de haber traído un hombre al mundo.
22 Así ustedes ahora están tristes; pero los volveré a visitar y se llenarán de alegría, y nadie les quitará su alegría.
23 Aquel día no me preguntarán nada.
Les aseguro que todo lo que pidan a mi Padre, él se lo concederá en mi nombre.
24 Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
25 Les he dicho esto en parábolas; pero llega la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré claramente de mi Padre.
26 Aquel día pedirán en mi nombre, y no será necesario que yo pida al Padre por ustedes,
27 ya que el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que yo vine de parte de Dios.
28 Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre.
29 Le dicen los discípulos:
– Ahora sí que hablas claramente, sin usar parábolas.
30 Ahora sabemos que lo sabes todo y que no hace falta que nadie te pregunte; por eso creemos que vienes de Dios.
31 Jesús les contestó:
–¿Ahora creen?
32 Miren, llega la hora, ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Pero yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Les he dicho esto para que gracias a mí tengan paz.
En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.

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Introducción a Juan 

Juan

El más puro y radical de los evangelios. También el originalísimo libro de Juan es un evangelio. Y si Evangelio es proclamar la fe en Jesús para provocar la fe del oyente, éste es el más puro y radical. Si en el Antiguo Testamento la existencia humana se decidía frente a la ley de Dios (cfr. Dt 29), en Juan ésta se decide frente a Jesús: por Él o contra Él, fe o incredulidad.

Jesús, camino que conduce al Padre. La persona de Jesús ocupa el centro del mensaje de Juan. Su estilo descriptivo es intencionadamente realista, quizás como reacción contra los que negaban la realidad humana del Hijo de Dios -docetismo-. Juan nos lleva a «ver y palpar» a su protagonista. Pero su realismo es simbólico, cargado de sentido, que la fe descubre y la contemplación asimila. El evangelista se propone desvelar el misterio de Jesús como camino para descubrir el rostro de Dios. Si en Marcos Jesús se revela como Hijo de Dios a partir del bautismo, y en Mateo y Lucas a partir de su concepción, Juan se remonta a su preexistencia en el seno de la Trinidad. Desde allí, desciende y entra en la historia humana con la misión primaria de revelar al Padre.

El camino de Jesús. Para captar el alcance de la misión histórica del Jesús que nos presenta Juan, hay que sumergirse en el mundo simbólico de las Escrituras: luz, tinieblas, agua, vino, boda, camino, paloma, palabra. O en sus personajes: Abrahán, Moisés, Jacob-Israel, la mujer infiel de Os 2, David, la esposa del Cantar de los Cantares, mencionados explícitamente o aludidos en filigrana para quien sepa adivinarlos. Pero, por encima de todo, resuena en su evangelio el «Yo soy» del Dios del Antiguo Testamento, que Jesús se apropia reiteradamente.
Juan utiliza sus materiales y sus recursos con libertad y dominio. Su patria es la Escritura, que hace presente en unas cuantas citas formales -lejos de la abundancia de Mateo-, en frases alusivas que se adaptan a otra situación, en un tejido sutil de símbolos apenas insinuados, como invitando a un juego de enigmas y desafíos. Sobre este trasfondo, Juan hace emerger con dramatismo la progresiva revelación del misterio de la persona de Jesús, luz y vida de los hombres, hasta su «hora» suprema en que se manifestará con toda su grandeza. Simultáneamente, junto a la adhesión de fe, titubeante a veces, de unos pocos seguidores, surge y crece en intensidad la incredulidad que provoca esta revelación. La luz y las tinieblas se ven así confrontadas hasta esa «hora», la muerte, en la que la aparente victoria de las tinieblas se desvanece ante la luz gloriosa de la resurrección. Entonces, Padre e Hijo, por medio del Espíritu, abren su intimidad a la contemplación del creyente.

Destinatarios. La comunidad de Juan muestra conocer familiarmente el Antiguo Testamento y el judaísmo. Pero está separada de él, no por cuestiones de observancia, sino por la fe en Jesús. Es una comunidad preparada ya para caminar en la historia entre dificultades y persecuciones esperando la definitiva venida del Señor, de la que ya participa en esperanza por la experiencia mística y por la acción del Espíritu. El evangelista deja entrever a unos cristianos y cristianas que viven la presencia de Jesús en los sacramentos: el bautismo en el diálogo con Nicodemo y los símbolos del agua (3); la eucaristía en el milagro y discurso de los panes (6,1-58) y en el lavatorio de los pies -acto humilde de solidaridad ejemplar- (13,1-17); el perdón de los pecados en el don del Espíritu, después de la resurrección (20,22s). Pero los destinatarios de Juan son los hombres y las mujeres de todos los tiempos para quienes Jesús se hizo hombre a fin de revelarles el verdadero rostro de Dios. O como lo dice el mismo evangelista al final de su narración: estas señales «quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él» (20,31).

Autor, fecha y lugar de composición. Una tradición antigua ha identificado al autor con el apóstol Juan. Hoy día es muy difícil mantener esta opinión. La mayoría de los biblistas atribuye el evangelio a un discípulo suyo de la segunda generación. Por su familiaridad con el Antiguo Testamento y el sabor semítico de su prosa, debió ser judío. En cuanto a la fecha de su composición se propone la última década del s. I; y respecto al lugar, Éfeso.

Plan del evangelio: la «hora» de Jesús. Es esta «hora» la que aglutina y estructura todo el evangelio de Juan, marcando el ritmo de la vida de Jesús como un movimiento de descenso y de retorno.
El evangelista comienza con un prólogo (1,1-18) en que presenta a su protagonista, la Palabra eterna de Dios, que desciende a la historia humana haciéndose carne en Jesús de Nazaret con la misión de revelar a los hombres el misterio salvador de Dios. Esta «misión» es su «hora».
A este prólogo sigue la primera parte de la obra, el llamado «libro de los signos» (2-12), que describe el comienzo de la misión de Jesús. A través de siete milagros a los que el evangelista llama «signos» y otros relatos va apareciendo la novedad radical de su presencia en medio de los hombres: el vino de la nueva alianza (2,1-11); el nuevo templo de su cuerpo sacrificado (2,13-22); el nuevo renacer (3,1-21); el agua viva (4,1-42); el pan de vida (6,35); la luz del mundo (8,12), la resurrección y la vida (11,25).
A continuación viene la segunda parte de la obra, el llamado «libro de la pasión o de la gloria» (13-21). Ante la inminencia de su «hora», provocada por la hostilidad creciente de sus enemigos, Jesús prepara el acontecimiento con el gesto de lavar los pies a sus discípulos (13,1-11), gesto preñado de significado: purificación bautismal, eucaristía, anuncio simbólico de la humillación en la pasión. Luego realiza una gran despedida a los suyos en la última cena (13,12-17,26) en la que retoma y ahonda los principales temas de su predicación. Por fin, el cumplimiento de su «hora» y el retorno al Padre a través de la pasión, muerte y resurrección (18-21).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Juan  16,1-5Me odiarán sin razón. El Espíritu de Jesús vendrá a defender y proteger al cristiano del odio del mundo. Éste llegará a tal punto, que hasta gente que se cree religiosa y piadosa perseguirá a los discípulos de Jesús, creyendo actuar para gloria de Dios. Esto sigue siendo una triste realidad en la historia.


Juan  16,6-15La obra del Espíritu. Esta segunda promesa del Espíritu está asociada al odio del mundo, y a las persecuciones que van a sufrir los cristianos en su misión al mundo. El Espíritu viene para revelar los pecados y las injusticias del mundo que a veces podrán ir enmascaradas como actos de virtud. El Espíritu que mantiene unida a la comunidad (14,15-29) le da fuerza y sabiduría para encarar las injusticias del mundo.
Juan  16,16-33Alegría tras la pena. Los discípulos siguen sin entender plenamente el mensaje de Jesús. Se sienten intrigados. Jesús les anuncia que están llamados a dar a luz un mundo nuevo, basado en el amor y guiado por el Espíritu. El dar a luz produce un sufrimiento pasajero que acaba en una alegría inmensa. Este momento de alegría y gozo está cercano, casi a la mano. El amor de Jesús y del Padre que se les va a revelar cambiará la perspectiva de los discípulos. Van a tener fe, valor y paz para enfrentarse a todas las dificultades que se presenten, porque sabrán que Jesús está con ellos como el Padre ha estado siempre con Jesús.