Hechos 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

En Iconio

En Iconio, Pablo y Bernabé, entraron juntos en la sinagoga judía y hablaron de tal manera que muchos judíos y griegos abrazaron la fe.
2 Los judíos no convertidos incitaron a los paganos y los pusieron en contra de los hermanos.
3 Durante una temporada se quedaron allí, y predicaban sin miedo confiados en el Señor que confirmaba su mensaje de gracia con milagros y señales que realizaba por medio de ellos.
4 La población se dividió: unos a favor de los judíos, otros a favor de los apóstoles.
5 Un grupo de paganos y judíos, con el apoyo de los jefes, se prepararon para maltratarlos y apedrearlos.
6 Al enterarse, los apóstoles escaparon a las ciudades de Licaonia, Listra, Derbe y sus alrededores.
7 Allí estuvieron anunciando la Buena Noticia.
8

En Listra

Había en Listra un hombre que tenía los pies paralizados, inválido de nacimiento, que nunca había caminado.
9 Escuchaba sentado lo que Pablo decía. Éste fijó en él la mirada y, viendo que tenía fe para salvarse,
10 le dijo en voz alta:
– Ponte derecho sobre los pies.
Él dio un salto y se puso a caminar.
11 Al ver lo que había hecho Pablo, la gente empezó a gritar en lengua licaonia:
–¡Dioses en figura de hombres han bajado hasta nosotros!
12 A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo Hermes, porque era el portavoz.
13 El sacerdote del templo de Zeus, que estaba a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas a las puertas de la ciudad e intentaba ofrecer un sacrificio con la multitud.
14 Al oírlo, los apóstoles Bernabé y Pablo se rasgaron los vestidos y se lanzaron hacia la multitud gritando:
15 –¡Amigos! ¿Qué están haciendo? Nosotros también somos hombres igual que ustedes y les predicamos que deben abandonar los ídolos para convertirse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto contienen.
16 Aunque en otros tiempos, Él permitió a los paganos seguir sus caminos;
17 nunca dejó de manifestarse como bienhechor, enviándoles lluvias desde el cielo, buenas cosechas, alimentándolos y teniéndolos contentos.
18 Con estas palabras apenas lograron impedir que la multitud les ofreciera sacrificios.
19 Pero unos judíos, venidos de Antioquía e Iconio, convencieron a la gente para que apedrease a Pablo. Luego dándolo por muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad.
20 Los discípulos lo rodearon, él se levantó y entró en la ciudad.
21

De vuelta en Antioquia

Al día siguiente salió con Bernabé hacia Derbe. Después de anunciar la Buena Noticia en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, se volvieron a Listra, Iconio y Antioquía,
22 donde animaron a los discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que tenían que atravesar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
23 En cada comunidad nombraban ancianos y con oraciones y ayunos los encomendaban al Señor en quien habían creído.
24 Después atravesaron Pisidia, llegaron a Panfilia,
25 predicaron el mensaje en Perge, bajaron a Atalía
26 y desde allí navegaron a Antioquía, desde donde habían partido encomendados a la gracia de Dios para realizar la obra que ahora habían acabado.
27 Al llegar, reunieron a la comunidad y les contaron lo que Dios había hecho por su medio y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.
28 Y se quedaron una larga temporada con los discípulos.

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Introducción a Hechos

Hechos de los Apóstoles

Autor, destinatarios y fecha de composición. El libro de los Hechos ha sido considerado siempre como la segunda parte y complemento del tercer evangelio, y así se comprende todo su sentido y finalidad. Ambas partes de la obra han salido de la pluma del mismo autor, a quien la tradición antigua identifica como Lucas. Fue escrito probablemente después del año 70, y sus destinatarios inmediatos parecen ser paganos convertidos, simbolizados en el «querido Teófilo» (amigo de Dios) -el mismo del tercer evangelio- a quien el autor dedica su escrito.
El título no refleja exactamente el contenido del libro, pues en realidad éste se centra, casi con exclusividad, en los «Hechos» de dos apóstoles, pioneros de la primera evangelización de la Iglesia: Pedro y Pablo. Alrededor de ellos, toda una galería de personajes y acontecimientos, con los que el autor teje su narración, recorre las páginas de este bello documento del Nuevo Testamento.

Carácter del Libro. Si hubiera que encerrar en una frase el carácter principal del libro de los Hechos, se podría decir que es fundamentalmente una narrativa de misión, la primera de la Iglesia, prolongación de la misma misión de Jesús. Sólo así se comprende que el verdadero protagonista de la obra sea el Espíritu Santo prometido y enviado por Cristo a sus seguidores, que es el alma de la misión, el que impulsa la Palabra o el Mensaje evangélico a través del protagonismo secundario de Pedro, Pablo y del gran número de hombres y mujeres cuyos nombres y gestas, gracias a Lucas, forman ya parte de la memoria misionera colectiva de la comunidad cristiana de todos los tiempos. No en vano se ha llamado a los Hechos el «evangelio del Espíritu Santo».
Este carácter misionero hace que el libro de los Hechos sea de un género literario único. Aunque narra acontecimientos reales de la Iglesia naciente, no es propiamente un libro de historia de la Iglesia. Más bien sería una relectura, en clave espiritual, de una historia que era ya bien conocida por las comunidades cristianas a las que se dirige Lucas 30 ó 40 años después de que ocurrieran los hechos que narra. Su intención, pues, no es la de informar, sino la de hacer que el lector descubra el hilo conductor de aquella aventura misionera que comenzó en Jerusalén y que llegó hasta el centro neurálgico del mundo de entonces, Roma.
Aunque gran parte del libro está dedicado a las actividades apostólicas de Pedro y Pablo, tampoco hay que considerar Hechos como un escrito biográfico o hagiográfico de dichos apóstoles. Lo que el autor pretende es interpretar sus respectivos itinerarios misioneros, sus sufrimientos por el Evangelio y el martirio de ambos -aunque no haga mención explícitamente de ello por ser de sobra conocido- como un camino de fidelidad, de servicio y de identificación con la Palabra de Dios, siguiendo las huellas del Señor.

Relatos, sumarios y discursos. Para componer su historia, Lucas usa con libertad todos los recursos literarios de la cultura de su tiempo, como los «relatos» en los que, a veces, mezcla el realismo de las reacciones humanas con el halo maravilloso de apariciones y prodigios; los «sumarios», que son como paradas narrativas para mirar hacia atrás y hacia delante, con el fin de resumir y dejar caer claves de interpretación; y sobre todo los «discursos» que el autor pone en boca de los principales personajes: Pedro, Esteban, Pablo, etc. Los catorce discursos, cuidadosamente elaborados por Lucas, ocupan casi una tercera parte de la obra y cumplen en el libro de los Hechos la misma función que las palabras de Jesús en los evangelios: la Buena Noticia proclamada por los primeros misioneros que ilumina este primer capítulo de la historia de la Iglesia, presentada en episodios llenos de vida y dramatismo.

Nacimiento y primeros pasos de la Iglesia. El libro de los Hechos nos trae a la memoria el nacimiento, la consolidación y expansión de la Iglesia, continuadora de Cristo y su misión, en muchas Iglesias o comunidades locales de culturas y lenguas diferentes que forman, entre todas, la gran unidad del Pueblo de Dios. Primero es la Iglesia rectora de Jerusalén de donde todo arranca; después toma el relevo Antioquía, y así sucesivamente. La expansión no es sólo geográfica; es principalmente un ir penetrando y ganando para el Evangelio hombres y mujeres de toda lengua y nación. Ésta es la constante del libro que culmina en la última página, en Roma.
La organización de las Iglesias que nos presenta Lucas es fluida, con un cuerpo rector local de «ancianos» (en griego presbíteros). Los apóstoles tienen la responsabilidad superior. Hay constancia de una vida sacramental y litúrgica: bautismo, imposición de manos o ministerio ordenado, celebraciones y catequesis.

El libro de los Hechos y el cristiano de hoy.
Como Palabra de Dios, el libro de los Hechos sigue tan vivo y actual, hoy, como hace dos mil años. El mismo Espíritu que animó y sostuvo a aquellas primeras comunidades cristianas, sigue presente y operante en la Iglesia de hoy, impulsando, animando y confortando a los testigos del Evangelio de nuestros días. Hoy como entonces, Lucas nos interpela con la misma llamada a la conversión y al seguimiento de Jesús en una fraternidad que no conoce fronteras donde se vive ya, en fe y en esperanza, la salvación que Jesús nos trajo con su muerte y resurrección. Finalmente, es un libro que nos da la seguridad de que la Palabra de Salvación, impulsada por el Espíritu, no será nunca encadenada ni amordazada porque lleva en sí el aliento del poder y del amor salvador de Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Hechos 14,1-7En Iconio. Aquí se repiten casi los mismos acontecimientos que en Antioquía de Pisidia. De nuevo, comienzan la predicación en la sinagoga con reacciones semejantes, aunque esta vez no serán expulsados de la ciudad, sino que se escaparon ellos ante la agresividad de los contrarios. Lucas menciona la valentía de estos misioneros y los prodigios y milagros que el Señor hacía por su medio.


Hechos 14,8-20En Listra. El incidente pintoresco de Listra, a propósito de una sanación realizada por Pablo, ilustra los primeros encuentros de los predicadores cristianos con la cultura pagana politeísta. Es un caso particular de religiosidad ingenua y crédula que cree en las historias o leyendas poéticas de dioses que se presentan a los hombres en figura humana. Con sentido del humor anota Lucas que Bernabé, más distante y solemne, fue confundido con Zeus, el jefe de los dioses, y Pablo, que es quien llevaba la voz cantante, con Hermes, el portavoz de los dioses. La cosa se complica cuando quieren ofrecerle hasta un sacrificio. La reacción estupefacta de los misioneros no se hizo esperar. Pablo aprovecha el incidente para aclarar la situación y hablarles del Dios único, creador de todo, paciente y comprensivo con las manifestaciones religiosas de los pueblos. Anota, sin embargo, que ha llegado el tiempo de convertirse al Dios vivo. En su pequeño discurso, Pablo no menciona a Jesús, de modo que sus palabras hay que considerarlas como ejemplo de pre-evangelización, como diríamos hoy. A continuación, el narrador nos cuenta otra persecución sufrida por Pablo -no se menciona a Bernabé-. Parece que no viene a cuento con el incidente narrado anteriormente. Lucas no entra en detalles y quizás su intención sea hacer caer en la cuenta de que los enemigos de Pablo lo persiguen dondequiera que vaya.
Hechos 14,21-28De vuelta en Antioquía. La primera campaña misionera que abrió las puertas del Evangelio a los gentiles llega a su fin. Los misioneros desandan el camino para visitar a las pequeñas comunidades cristianas que se habían ido formando. Las animan a permanecer en la fe, que es lo mismo que permanecer en el Señor, y esto les llevará a tener que sufrir por su causa. Estas visitas sirven también para organizar a las comunidades eligiendo líderes locales, que son llamados «ancianos». Como siempre, Lucas no se olvida de apuntar que este importante paso se hace en un ambiente de oración y ayuno. A su regreso a Antioquía, la comunidad se reúne para oír a los misioneros. Del informe dado por Pablo y Bernabé, a Lucas sólo le interesa resaltar la conclusión a que todos llegaron: la predicación del Evangelio a los paganos ha sido pura iniciativa de Dios.