Hechos 18 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

En Corinto

Pablo salió de Atenas y se dirigió a Corinto.
2 Allí encontró a un judío llamado Áquila, natural del Ponto, y a su mujer Priscila, que habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había expulsado de Roma a todos los judíos. Pablo fue a verlos y,
3 como eran del mismo oficio, se alojó en su casa para trabajar: eran fabricantes de tiendas de campaña.
4 Todos los sábados Pablo discutía en la sinagoga, intentando convencer a judíos y paganos.
5 Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó a predicar, afirmando ante los judíos que Jesús era el Mesías.
6 Pero, como se oponían y lo injuriaban, se sacudió el polvo de la ropa y dijo:
– Ustedes son responsables de su sangre, yo soy inocente: en adelante me dirigiré a los paganos.
7 Saliendo de allí se dirigió a casa de un hombre religioso, llamado Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga.
8 Crispo, jefe de la sinagoga, con toda su familia, creyó en el Señor y también muchos corintios que lo habían escuchado creyeron y se bautizaron.
9 En una visión nocturna el Señor dijo a Pablo:
– No temas, sigue hablando y no te calles,
10 que yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño, porque en esta ciudad tengo yo un pueblo numeroso.
11 Pablo se quedó allí un año y medio enseñándoles el mensaje de Dios.
12 Siendo Galión gobernador de Acaya, los judíos de común acuerdo se enfrentaron con Pablo y lo condujeron al tribunal,
13 acusándolo de inducir a la gente a ofrecer a Dios un culto contrario a la ley.
14 Pablo estaba por hablar, cuando Galión se dirigió a los judíos:
– Si se tratara de algún delito o de una acción criminal, yo los atendería como es debido.
15 Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y sobre la ley judía, arréglense ustedes. No quiero ser juez de esos asuntos.
16 Y los despidió del tribunal.
17 Entonces [los griegos] tomaron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, mientras Galión se desentendía de todo.
18 Pablo se quedó allí bastante tiempo. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria en compañía de Priscila y Áquila. En Cencreas se afeitó la cabeza en cumplimiento de un voto.
19

Hacia Antioquia

Llegaron a Éfeso, donde Pablo se separó de sus compañeros y se dirigió a la sinagoga para discutir con los judíos.
20 Aunque le rogaban que se quedase más tiempo, no accedió,
21 sino que se despidió diciendo:
– Si Dios quiere, volveré a visitarlos.
Zarpó de Éfeso
22 y bajó a Cesarea; allí desembarcó para saludar a la comunidad, y prosiguió el viaje hasta Antioquía.
23 Pasada una temporada partió y fue atravesando Galacia y Frigia, confirmando a todos los discípulos.
24

Apolo en Éfeso

Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y versado en la Escritura.
25 Lo habían instruido en el camino del Señor, y lleno de fervor hablaba y explicaba exactamente lo concerniente a Jesús, aunque conocía sólo el bautismo de Juan.
26 Empezó a actuar abiertamente en la sinagoga.
Lo escucharon Priscila y Áquila; se lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios.
27 Y como se disponía a marchar a Acaya, los hermanos los animaron y escribieron a los discípulos para que lo recibieran de la mejor manera posible.
Al llegar prestó un gran servicio a los que habían recibido la gracia de la fe,
28 porque refutaba vigorosamente y en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús era el Mesías.

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Introducción a Hechos

Hechos de los Apóstoles

Autor, destinatarios y fecha de composición. El libro de los Hechos ha sido considerado siempre como la segunda parte y complemento del tercer evangelio, y así se comprende todo su sentido y finalidad. Ambas partes de la obra han salido de la pluma del mismo autor, a quien la tradición antigua identifica como Lucas. Fue escrito probablemente después del año 70, y sus destinatarios inmediatos parecen ser paganos convertidos, simbolizados en el «querido Teófilo» (amigo de Dios) -el mismo del tercer evangelio- a quien el autor dedica su escrito.
El título no refleja exactamente el contenido del libro, pues en realidad éste se centra, casi con exclusividad, en los «Hechos» de dos apóstoles, pioneros de la primera evangelización de la Iglesia: Pedro y Pablo. Alrededor de ellos, toda una galería de personajes y acontecimientos, con los que el autor teje su narración, recorre las páginas de este bello documento del Nuevo Testamento.

Carácter del Libro. Si hubiera que encerrar en una frase el carácter principal del libro de los Hechos, se podría decir que es fundamentalmente una narrativa de misión, la primera de la Iglesia, prolongación de la misma misión de Jesús. Sólo así se comprende que el verdadero protagonista de la obra sea el Espíritu Santo prometido y enviado por Cristo a sus seguidores, que es el alma de la misión, el que impulsa la Palabra o el Mensaje evangélico a través del protagonismo secundario de Pedro, Pablo y del gran número de hombres y mujeres cuyos nombres y gestas, gracias a Lucas, forman ya parte de la memoria misionera colectiva de la comunidad cristiana de todos los tiempos. No en vano se ha llamado a los Hechos el «evangelio del Espíritu Santo».
Este carácter misionero hace que el libro de los Hechos sea de un género literario único. Aunque narra acontecimientos reales de la Iglesia naciente, no es propiamente un libro de historia de la Iglesia. Más bien sería una relectura, en clave espiritual, de una historia que era ya bien conocida por las comunidades cristianas a las que se dirige Lucas 30 ó 40 años después de que ocurrieran los hechos que narra. Su intención, pues, no es la de informar, sino la de hacer que el lector descubra el hilo conductor de aquella aventura misionera que comenzó en Jerusalén y que llegó hasta el centro neurálgico del mundo de entonces, Roma.
Aunque gran parte del libro está dedicado a las actividades apostólicas de Pedro y Pablo, tampoco hay que considerar Hechos como un escrito biográfico o hagiográfico de dichos apóstoles. Lo que el autor pretende es interpretar sus respectivos itinerarios misioneros, sus sufrimientos por el Evangelio y el martirio de ambos -aunque no haga mención explícitamente de ello por ser de sobra conocido- como un camino de fidelidad, de servicio y de identificación con la Palabra de Dios, siguiendo las huellas del Señor.

Relatos, sumarios y discursos. Para componer su historia, Lucas usa con libertad todos los recursos literarios de la cultura de su tiempo, como los «relatos» en los que, a veces, mezcla el realismo de las reacciones humanas con el halo maravilloso de apariciones y prodigios; los «sumarios», que son como paradas narrativas para mirar hacia atrás y hacia delante, con el fin de resumir y dejar caer claves de interpretación; y sobre todo los «discursos» que el autor pone en boca de los principales personajes: Pedro, Esteban, Pablo, etc. Los catorce discursos, cuidadosamente elaborados por Lucas, ocupan casi una tercera parte de la obra y cumplen en el libro de los Hechos la misma función que las palabras de Jesús en los evangelios: la Buena Noticia proclamada por los primeros misioneros que ilumina este primer capítulo de la historia de la Iglesia, presentada en episodios llenos de vida y dramatismo.

Nacimiento y primeros pasos de la Iglesia. El libro de los Hechos nos trae a la memoria el nacimiento, la consolidación y expansión de la Iglesia, continuadora de Cristo y su misión, en muchas Iglesias o comunidades locales de culturas y lenguas diferentes que forman, entre todas, la gran unidad del Pueblo de Dios. Primero es la Iglesia rectora de Jerusalén de donde todo arranca; después toma el relevo Antioquía, y así sucesivamente. La expansión no es sólo geográfica; es principalmente un ir penetrando y ganando para el Evangelio hombres y mujeres de toda lengua y nación. Ésta es la constante del libro que culmina en la última página, en Roma.
La organización de las Iglesias que nos presenta Lucas es fluida, con un cuerpo rector local de «ancianos» (en griego presbíteros). Los apóstoles tienen la responsabilidad superior. Hay constancia de una vida sacramental y litúrgica: bautismo, imposición de manos o ministerio ordenado, celebraciones y catequesis.

El libro de los Hechos y el cristiano de hoy.
Como Palabra de Dios, el libro de los Hechos sigue tan vivo y actual, hoy, como hace dos mil años. El mismo Espíritu que animó y sostuvo a aquellas primeras comunidades cristianas, sigue presente y operante en la Iglesia de hoy, impulsando, animando y confortando a los testigos del Evangelio de nuestros días. Hoy como entonces, Lucas nos interpela con la misma llamada a la conversión y al seguimiento de Jesús en una fraternidad que no conoce fronteras donde se vive ya, en fe y en esperanza, la salvación que Jesús nos trajo con su muerte y resurrección. Finalmente, es un libro que nos da la seguridad de que la Palabra de Salvación, impulsada por el Espíritu, no será nunca encadenada ni amordazada porque lleva en sí el aliento del poder y del amor salvador de Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Hechos 18,1-23En Corinto - Hacia Antioquía. Para el mundo de entonces, Corinto, capital de la provincia de Acaya, era la ciudad de las dos culturas, griega antes y romana después. Asentada en el istmo que une la Grecia continental con la isla del Peloponeso era un importante nudo de comunicaciones con dos puertos, Licaon al oeste y Cencreas al este. Rica y cosmopolita, una ciudad de población tan variada había acogido a las más diversas religiones del imperio. Con más de medio millón de habitantes, era famosa por su inmoralidad y por la gran diferencia entre ricos y pobres.
Para Pablo fue la ciudad del amor y del dolor, a la que dedica año y medio de evangelización, muchos afanes y varias cartas. Para Lucas, era la ciudad donde el Evangelio se abrió definitivamente a los paganos y al imperio romano, después del rechazo por parte de los judíos. Para los cristianos de hoy, Corinto es la ciudad donde surgió una de las comunidades de creyentes más conocidas e importantes de la Iglesia primitiva, cuya vida y dinamismo siguen inspirando a los que leemos las dos cartas que Pablo les escribió.
Corinto ocupa el lugar más importante del segundo viaje apostólico de Pablo. Las fechas de la estancia de Pablo en la ciudad son las más seguras de toda la cronología del Nuevo Testamento: desde Diciembre del año 50 hasta Junio del 52, más o menos. Lucas sitúa históricamente la actividad de Pablo en Corinto con la alusión a la expulsión de los judíos de Roma por el emperador Claudio y la mención del nombre del Gobernador de Acaya, Galión (18,12). La expulsión de los judíos de Roma, ocasionará la llegada providencial a Corinto de un matrimonio judeo-cristiano, Priscila y Áquila. Priscila, la mujer, será la animadora de la Iglesia doméstica que va a surgir en la ciudad. En la casa de estos fabricantes de tiendas y toldos, Pablo se hospedará y trabajará en dicho oficio para ganarse su sustento.
Con la mención de este matrimonio cristiano de refugiados, Lucas comienza una rápida narración de acontecimientos que culminarán ante el tribunal del gobernador romano Galión: llegada de los colaboradores Silas y Timoteo; predicación de Pablo acerca de Jesús, el Mesías, en la sinagoga; conversión, nada menos, que del jefe de la misma, Crispo; oleada de conversiones de corintios; rechazo por la mayoría de los judíos; ruptura de Pablo con los judíos y propósito de dirigirse en adelante a los paganos; acusación judía ante la autoridad romana y respuesta absolutoria de Galión para Pablo y sus compañeros creyentes.
Lucas está verdaderamente interesado en presentar el anuncio del Evangelio de Jesús como no contrario a las leyes del imperio. En realidad, Galión viene a decir con ironía que un magistrado romano de su categoría no se va a rebajar a dilucidar sobre cuestiones de sectas religiosas. Así pues, al imperio romano no le afecta la predicación de Pablo. Otra cosa, sin embargo, es lo que Lucas quiere comunicarnos. Lo hace a través del recurso de una visión nocturna que tiene el Apóstol (10s) en la que Jesús le anima a seguir hablando y no callarse, porque «en esta ciudad tengo yo un pueblo numeroso» (10). El imperio romano ya no será lo mismo desde que Pablo comenzó a anunciar el mensaje de Jesús en Corinto.
Lucas termina con un sumario de carácter geográfico en el que destaca la atención concedida por el narrador a Éfeso, campo importante de la actividad futura de Pablo. Va a comenzar su tercer y último viaje apostólico. Le acompañan Priscila y Áquila.


Hechos 18,24-28Apolo en Éfeso. La figura de Apolo, abanderado de una facción de la comunidad de Corinto, (cfr. 1Co_1:12; 1Co_3:4-6.22; 1Co_4:6; 1Co_16:12) resulta aquí ambigua. Lucas no entra en detalles acerca del personaje. Lo que sí podemos afirmar es que la situación de las primeras comunidades era mucho más compleja de lo que nos dice el libro de los Hechos. Es probable que Apolo fuera uno de tantos como había en aquellos años, con un pie en el judaísmo y otro en el cristianismo. ¿Era, acaso, discípulo de Juan Bautista y como tal había recibido solamente el bautismo de Juan? Sea lo que fuese, a Lucas le interesa resaltar que Apolo necesitaba una catequesis en «el camino de Dios», y que fueron Priscila y Áquila los que se lo llevaron aparte y lo catequizaron. Una vez informado, Apolo pone todo su entusiasmo y conocimientos bíblicos -provenía de la escuela de Alejandría- al servicio de la predicación en Corinto a invitación, probablemente, de los hermanos y hermanas de aquella ciudad.