Deuteronomio  11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1 »Amarás al Señor, tu Dios; guardarás sus consignas y normas, sus decretos y preceptos mientras te dure la vida.
2 »Ustedes, y no sus hijos, que ni entienden ni han visto el escarmiento de su Dios, son los que conocen hoy su grandeza, su mano fuerte y su brazo extendido,
3 los signos y hazañas que hizo en medio de Egipto contra el faraón, rey de Egipto, y contra todo su territorio;
4 lo que hizo al ejército egipcio, a sus carros y caballos, cuando los perseguían y precipitó sobre ellos las aguas del Mar Rojo y acabó con ellos, hasta el día de hoy;
5 lo que hizo con ustedes en el desierto, hasta que llegaron a este lugar;
6 lo que hizo a Datán y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió sus fauces y se los tragó con sus familias ytiendas, con su servidumbre y ganado, en medio de todo Israel.
7 Se trata de ustedes, que han visto con sus ojos las grandes hazañas que hizo el Señor.
8 »Guardarán fielmente los preceptos que yo les mando hoy, así tendrán la fuerza necesaria para ir a conquistar la tierra de la que ustedes van a tomar posesión;
9 y así prolongarán sus años sobre la tierra que el Señor, su Dios, prometió dar a sus padres y a su descendencia: una tierra que mana leche y miel.
10 La tierra adonde te diriges para conquistarla no es como la tierra de Egipto, de donde saliste: allí sembrabas tu semilla y luego tenías que regar con tu pie, como se riega una huerta.
11 En cambio la tierra adonde cruzas para tomarla en posesión es una tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo;
12 es una tierra de la que el Señor, tu Dios, se ocupa y está siempre mirando por ella, desde el principio del año hasta el fin.
13 »Si escuchas y obedeces los preceptos que yo te mando hoy, amando al Señor, tu Dios, y sirviéndole con todo el corazón y con toda el alma,
14 yo mandaré a tu tierra la lluvia a su tiempo: la lluvia temprana y la tardía; cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite;
15 yo pondré hierba en tus campos para tu ganado, y comerás hasta hartarte.
16 »Pero, tengan cuidado, no se dejen seducir ni se desvíen sirviendo a dioses extranjeros y postrándose ante ellos;
17 porque se encenderá la ira del Señor contra ustedes, cerrará el cielo y no habrá más lluvia, el campo no dará sus cosechas y desaparecerán en seguida de esa tierra buena que les va a dar el Señor.
18 »Graben estas palabras mías en el corazón y en el alma, átenlas a su muñeca como un signo, y que sean como una señal en la frente,
19 enséñaselas a tus hijos, háblales de ellas cuando estés en casa y yendo de camino, acostado y levantado,
20 escríbelas en las puertas de tu casa y en sus columnas,
21 así, mientras dure el cielo sobre la tierra, durarán tus días y los de tus hijos en el suelo que el Señor juró dar a tus padres.
22 »Si observan fielmente los preceptos que yo les mando hoy amando al Señor, su Dios, siguiendo sus caminos y uniéndose a él,
23 el Señor irá por delante expulsando a esos pueblos, más grandes y fuertes que ustedes, y ustedes irán ocupando su tierra;
24 todo lo que pisen sus pies será de ustedes; sus fronteras se extenderán del desierto al Líbano, del río Éufrates al mar occidental.
25 Nadie podrá resistirlos, porque el Señor, su Dios, sembrará el pánico y el terror en todo el territorio que pisen, como él mismo les ha prometido.
26 »Mira. Hoy pongo delante de ustedes una bendición y una maldición:
27 la bendición, si obedecen los preceptos del Señor, su Dios, que yo les mando hoy;
28 la maldición, si desobedecen los preceptos del Señor, su Dios, y se desvían del camino que hoy les marco, yendo detrás de dioses extranjeros, que ustedes no han conocido.
29 »Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra de la que vas a tomar posesión, pondrás la bendición en el monte Garizín y la maldición en el monte Ebal.
30 Estos montes se encuentran a la otra parte del Jordán, detrás de la carretera del oeste, en la tierra de los cananeos que habitan en la estepa, frente a Guilgal, cerca de la encina de Moré.
31 Porque ustedes están a punto de cruzar el Jordán, de tomar posesión de la tierra que el Señor, su Dios, les va a dar. Cuando tomen posesión de ella y la habiten,
32 pondrán por obra todos los mandatos y decretos que yo les entrego hoy.

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Introducción a Deuteronomio 

DEUTERONOMIO

El Deuteronomio que nosotros leemos hoy tiene algo de final de sinfonía, de conclusión solemne; pero, posee a la vez algo de roto, de violentamente interrumpido, como si el final no pudiera llegar a su cadencia tonal.
Moisés va a culminar su misión liberadora y el pueblo su largo peregrinar por el desierto. En cierto sentido, el movimiento del Pentateuco se remansa y se aquieta aquí, en la planicie de Moab: silencio contenido para escuchar largos discursos de un hombre que se dispone a morir. Al mismo tiempo, la historia se rompe. Moisés ha de morir antes de completar toda su empresa, el pueblo se queda a las puertas de la tierra prometida, ante la aduana geográfica del Jordán. ¿Qué será del pueblo? ¿Cómo ha de organizarse? ¿Quién lo ha de guiar?
Y porque se rompe bruscamente la historia, se advierte una agitación extraña: tribus impacientes por empezar ya la conquista y ocupación, Rubén, Gad, parte de Manasés; a la que Moisés sanciona. Se anticipa la vida del pueblo en un código que prevé y resuelve las situaciones más importantes de la historia: monarquía, sacerdocio, profetismo, culto, justicia, guerra y paz, familia y sociedad. Moisés lucha desesperadamente por inculcar tal ley, por meter en las entrañas la fidelidad radical y duradera al único Señor, a sus leyes y mandatos, a las exigencias de la historia; lucha contra el olvido, el cansancio, la desesperanza. Y sintiendo que no va a vencer, Moisés deja un poema de testimonio que le sobreviva. Renueva la Alianza, compila sus leyes, encara al pueblo con la gran decisión de su existencia.
Esto es a grandes rasgos el Deuteronomio. También nosotros tenemos que sentarnos con calma para escuchar la conclusión del Pentateuco.

Historia del libro. Parece ser que el Deuteronomio se leyó en otros tiempos de otro modo; no como final del Pentateuco, sino como comienzo de una gran obra histórica que abarcaba el tiempo de la tierra prometida desde la entrada, cruzando el Jordán, hasta la salida, camino del destierro.
Según esta teoría, el autor de la gran construcción y compilación histórica introdujo los capítulos autobiográficos (1-3), que le permitían ofrecer un resumen histórico con nueva perspectiva, y añadió el paso de poderes a Josué, como preparación para lo siguiente. Esta obra se extendía hasta el último capítulo del Segundo libro de los Reyes.
En tal posición, el Deuteronomio era un código de alianza que organizaba la vida en la tierra, previendo y sancionando la lealtad y la deslealtad del pueblo. Y como la historia terminaba en el destierro, el Deuteronomio justifica por adelantado el castigo de Dios. Moisés prevé dolorido ese desenlace y pronuncia una última palabra de esperanza.
La alianza en Moab adquiere así importancia capital. Empalma con la alianza del Sinaí, que recoge en la memoria. Pero asigna a dicha alianza solamente el decálogo como ley promulgada; el resto lo escucha sólo Moisés, se lo guarda, lo promulga antes de morir.
Las instituciones, la legislación y el mensaje del Deuteronomio acompañan al lector desde el comienzo de la obra histórica: como lo que pudo ser y no fue, pero puede y debe volver a ser si el pueblo se convierte. Como un punto de arranque que coloca toda la historia subsiguiente bajo el signo de la libertad responsable ante Dios.
En esta perspectiva, el sentido del libro cambia notablemente. Es muy difícil la paciencia para escuchar tantos sermones al comienzo de una historia. La ficción retrospectiva se hace más patente, las referencias a los Patriarcas se vuelven borrosas en la lejanía. El libro es un homenaje a la personalidad apasionada de Moisés, capaz de dejar tan gravemente preñada la historia que le sucede.
El Deuteronomio ya existía antes de las dos lecturas descritas. No íntegro, sino aproximadamente desde 4,44 hasta el final del capítulo 28. Tiene la forma de un código legal preparado y entreverado de discursos o frases parenéticas, rematado en la serie paralela de bendiciones y maldiciones. La breve justificación histórica de 4,45 y 5,6, las alusiones históricas esparcidas en 6-11, las indicaciones rituales del capítulo 27 confieren al libro la forma aproximada de un documento o protocolo de alianza.
Es bastante probable que, prescindiendo de adiciones, este libro sea el documento encontrado en el Templo en tiempos de Josías (2 Re 22), que sirvió de impulso y base para la reforma del rey. No es probable que el libro se fabricase «ad hoc» en aquella época, pero sí lo es que fuera obra de círculos reformadores, quizá durante el reinado de Manasés. Esto no pasa de conjetura. Es probable que parte del material legal se remonte a tiempos antiguos, mientras que la exhortación sobre la Ley también puede tener raíces seculares.

Mensaje religioso. El Deuteronomio es un libro de gran riqueza teológica; su teología mana de una preocupación pastoral. Deseando inculcar al pueblo la fidelidad al Señor y a sus leyes, el autor recoge la historia y la comenta, sacando de ella unas cuantas directrices grandes y fecundas, afianza la ley en la historia, apela a la conciencia lúcida y responsable.
A primera lectura, puede llamar la atención la insistencia en la centralización del culto. En la superficie, eso es una medida restrictiva para cortar los abusos de los santuarios locales; en el fondo, es una convicción radical, que el Señor es uno sólo, el Dios único de Israel. Todas sus leyes se concentran en el mandamiento principal del amor o lealtad a Dios; Israel es un pueblo de hermanos que han de ser unánimes en la lealtad a su Dios; cada israelita tiene que darse entero a ese compromiso.
Dios ha elegido al pueblo por puro amor, sin méritos previos le va a regalar una tierra y le exige una tarea. Si el pueblo la cumple, obtendrá nuevos beneficios de su Dios, sobre todo el beneficio supremo de la convivencia con Él; si no la cumple, Dios lo castigará sin abandonarlo del todo, llamándolo a la conversión. La tarea no es puramente cúltica, es ante todo una tarea de justicia social y de amor fraterno.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Deuteronomio  11,1-32Recapitulación: exigencias del Señor. La restauración de las tablas de la Ley da pie a Moisés para recordar al pueblo cuáles son las exigencias del Señor, cuáles son los compromisos que adquiere el pueblo en el momento en que la Alianza queda renovada. Esos compromisos son: honrar al Señor y solo a él (cfr. 6,13); seguir sólo por el camino trazado por el Señor (cfr. 5,33); amarlo de todo corazón (cfr. 6,5); servirle sólo a Él (cfr. 6,13); en una palabra, observar fielmente los mandatos y leyes del Señor (cfr. 6,24). En la misma línea de los compromisos, Israel es exhortado a que circuncide su corazón y ablande su cerviz (10,16), a reconocer la grandeza e imparcialidad de Dios que es el único justo, que se ocupa personalmente de los más pobres entre los pobres: del huérfano, la viuda y el emigrante (10,18). Por tanto, Israel tiene que aprender a hacer lo mismo: amar y abrir la mano (cfr. 15,8) a esos mismos sujetos (10,19).
El capítulo 11 menciona algunas de las hazañas y prodigios del Señor realizados contra Egipto para liberar al pueblo (3-5) con una característica: esos signos y prodigios los realizó el Señor a los ojos de todo Israel. Por tanto, no se trata de un evento del pasado, sino de algo que todos los presentes pudieron ver y de lo cual pueden dar testimonio. Así, la acción salvífica de Dios cobra actualidad y vigencia; el pueblo puede contar con que esa intención salvadora y liberadora de Dios permanece y continuará en la tierra que él les otorga. Pero ellos tienen que comprometerse también a guardar fidelidad al Señor cumpliendo cada uno de sus mandatos, porque eso será benéfico para ellos. En la prosperidad y el bienestar en la tierra prometida, ellos podrán constatar la fidelidad de Dios (12-15); pero si se apartan de la voluntad divina sirviendo a otros dioses extranjeros (16), los efectos serán muy perjudiciales para Israel (17). Así pues, al momento de cruzar el Jordán para tomar posesión de la tierra (31), el pueblo es instado a grabarse muy bien los mandatos y preceptos, a fijarse muy bien en qué proyecto quiere servir, al proyecto de la vida que se traduce en bendiciones, o al proyecto de la muerte que equivale a decir maldición y perdición (26).