Deuteronomio  31 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 30 versitos |
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ÚLTIMAS DISPOSICIONES Y MUERTE DE MOISÉS
Josué, sucesor de Moisés
Nm 27,12s

Cuando Moisés terminó de decir estas palabras a los israelitas,
2 añadió:
– He cumplido ya ciento veinte años, y me encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: No pasarás ese Jordán.
3 El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de ti esos pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti, como ha dicho el Señor.
4 El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y Og y como a sus tierras, que arrasó.
5 Cuando el Señor se los entregue, harán con ellos lo que yo les he ordenado.
6 ¡Sean fuertes y valientes, no teman, no se acobarden ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará.
7 Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel:
– Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a tus padres, y tú les repartirás la herencia.
8 El Señor avanzará ante ti. Él estará contigo, no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes.
9 Moisés escribió esta ley y la consignó a los sacerdotes levitas, que llevan el arca de la alianza del Señor, y a todos los concejales de Israel,
10 y les mandó:
– Cada siete años, el año de la remisión, durante la fiesta de las Chozas,
11 cuando todo Israel acuda a presentarse ante el Señor, tu Dios, en el lugar que él elija, se proclamará esta ley frente a todo el pueblo.
12 Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al emigrante que viva en tu vecindad, para que oigan y aprendan a respetar al Señor, su Dios, y pongan por obra todos los artículos de esta ley, mientras les dure la vida en la tierra que van a tomar en posesión cruzando el Jordán.
13 Hasta tus hijos, aunque no tengan uso de razón, han de escuchar la ley, para que vayan aprendiendo a respetar al Señor, su Dios.
14 El Señor dijo a Moisés:
– Está cerca el día de tu muerte. Llama a Josué y preséntense en la tienda del encuentro, y yo le daré mis órdenes.
Moisés y Josué fueron a presentarse a la tienda del encuentro.
15 El Señor se les apareció en la tienda en una columna de nubes, que fue a colocarse a la entrada de la tienda.
16 El Señor dijo a Moisés:
– Mira, vas a descansar con tus padres, y el pueblo se va a prostituir con los dioses extraños de la tierra adonde va. Me abandonará y quebrantará la alianza que hice con ellos.
17 Ese día mi furor se encenderá contra ellos: lo abandonaré y me esconderé de él, se lo comerán y le ocurrirán innumerables desgracias y sufrimientos. Entonces dirá: Es que mi Dios no está conmigo; por eso me ocurren estas desgracias.
18 Y yo, ese día, me esconderé todavía más, por la maldad que comete volviéndose a dioses extranjeros.
19 Y ahora, escribe este cántico, enséñalo a los israelitas, ordénales que lo reciten, para que me sirva de testigo contra ellos.
20 Cuando haya llevado a este pueblo a la tierra que prometí a sus padres, una tierra que mana leche y miel, comerá hasta hartarse, engordará y se volverá a dioses extranjeros para darles culto; me despreciará y quebrantará mi alianza.
21 Entonces, cuando le ocurran innumerables desgracias y sufrimientos, este cántico dará testimonio contra él, ¡que no lo olvide la posteridad!, porque conozco los malos instintos que ya hoy alimenta antes de haberlo introducido en la tierra prometida.
22 Aquel día Moisés escribió este cántico y se lo hizo aprender a los israelitas.
23 El Señor ordenó a Josué:
– Sé fuerte y valiente, que tú has de introducir a los israelitas en la tierra que he prometido. Yo estaré contigo.
24 Cuando Moisés terminó de escribir en el documento los artículos de esta ley hasta el final,
25 mandó a los levitas que llevaban el arca de la alianza del Señor:
26 – Tomen este código de la ley, deposítenlo junto al arca de la alianza del Señor, su Dios, y que quede allí como testigo contra ti.
27 Yo conozco tu rebeldía y tu terquedad; si estando yo con ustedes se rebelan contra el Señor, ¿qué será cuando haya muerto?
28 Traigan aquí a todos los concejales de las tribus y a los magistrados; quiero recitar en su presencia estas palabras y citar contra ellos como testigos el cielo y la tierra,
29 porque sé que cuando yo muera se pervertirán y se apartarán del camino que les tengo señalado. Y en el futuro les van a suceder muchas desgracias por haber obrado mal a los ojos del Señor, su Dios, y por haberlo irritado con sus malas obras.
30 Entonces Moisés recitó hasta el final este cántico en presencia de toda la asamblea de Israel.

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Introducción a Deuteronomio 

DEUTERONOMIO

El Deuteronomio que nosotros leemos hoy tiene algo de final de sinfonía, de conclusión solemne; pero, posee a la vez algo de roto, de violentamente interrumpido, como si el final no pudiera llegar a su cadencia tonal.
Moisés va a culminar su misión liberadora y el pueblo su largo peregrinar por el desierto. En cierto sentido, el movimiento del Pentateuco se remansa y se aquieta aquí, en la planicie de Moab: silencio contenido para escuchar largos discursos de un hombre que se dispone a morir. Al mismo tiempo, la historia se rompe. Moisés ha de morir antes de completar toda su empresa, el pueblo se queda a las puertas de la tierra prometida, ante la aduana geográfica del Jordán. ¿Qué será del pueblo? ¿Cómo ha de organizarse? ¿Quién lo ha de guiar?
Y porque se rompe bruscamente la historia, se advierte una agitación extraña: tribus impacientes por empezar ya la conquista y ocupación, Rubén, Gad, parte de Manasés; a la que Moisés sanciona. Se anticipa la vida del pueblo en un código que prevé y resuelve las situaciones más importantes de la historia: monarquía, sacerdocio, profetismo, culto, justicia, guerra y paz, familia y sociedad. Moisés lucha desesperadamente por inculcar tal ley, por meter en las entrañas la fidelidad radical y duradera al único Señor, a sus leyes y mandatos, a las exigencias de la historia; lucha contra el olvido, el cansancio, la desesperanza. Y sintiendo que no va a vencer, Moisés deja un poema de testimonio que le sobreviva. Renueva la Alianza, compila sus leyes, encara al pueblo con la gran decisión de su existencia.
Esto es a grandes rasgos el Deuteronomio. También nosotros tenemos que sentarnos con calma para escuchar la conclusión del Pentateuco.

Historia del libro. Parece ser que el Deuteronomio se leyó en otros tiempos de otro modo; no como final del Pentateuco, sino como comienzo de una gran obra histórica que abarcaba el tiempo de la tierra prometida desde la entrada, cruzando el Jordán, hasta la salida, camino del destierro.
Según esta teoría, el autor de la gran construcción y compilación histórica introdujo los capítulos autobiográficos (1-3), que le permitían ofrecer un resumen histórico con nueva perspectiva, y añadió el paso de poderes a Josué, como preparación para lo siguiente. Esta obra se extendía hasta el último capítulo del Segundo libro de los Reyes.
En tal posición, el Deuteronomio era un código de alianza que organizaba la vida en la tierra, previendo y sancionando la lealtad y la deslealtad del pueblo. Y como la historia terminaba en el destierro, el Deuteronomio justifica por adelantado el castigo de Dios. Moisés prevé dolorido ese desenlace y pronuncia una última palabra de esperanza.
La alianza en Moab adquiere así importancia capital. Empalma con la alianza del Sinaí, que recoge en la memoria. Pero asigna a dicha alianza solamente el decálogo como ley promulgada; el resto lo escucha sólo Moisés, se lo guarda, lo promulga antes de morir.
Las instituciones, la legislación y el mensaje del Deuteronomio acompañan al lector desde el comienzo de la obra histórica: como lo que pudo ser y no fue, pero puede y debe volver a ser si el pueblo se convierte. Como un punto de arranque que coloca toda la historia subsiguiente bajo el signo de la libertad responsable ante Dios.
En esta perspectiva, el sentido del libro cambia notablemente. Es muy difícil la paciencia para escuchar tantos sermones al comienzo de una historia. La ficción retrospectiva se hace más patente, las referencias a los Patriarcas se vuelven borrosas en la lejanía. El libro es un homenaje a la personalidad apasionada de Moisés, capaz de dejar tan gravemente preñada la historia que le sucede.
El Deuteronomio ya existía antes de las dos lecturas descritas. No íntegro, sino aproximadamente desde 4,44 hasta el final del capítulo 28. Tiene la forma de un código legal preparado y entreverado de discursos o frases parenéticas, rematado en la serie paralela de bendiciones y maldiciones. La breve justificación histórica de 4,45 y 5,6, las alusiones históricas esparcidas en 6-11, las indicaciones rituales del capítulo 27 confieren al libro la forma aproximada de un documento o protocolo de alianza.
Es bastante probable que, prescindiendo de adiciones, este libro sea el documento encontrado en el Templo en tiempos de Josías (2 Re 22), que sirvió de impulso y base para la reforma del rey. No es probable que el libro se fabricase «ad hoc» en aquella época, pero sí lo es que fuera obra de círculos reformadores, quizá durante el reinado de Manasés. Esto no pasa de conjetura. Es probable que parte del material legal se remonte a tiempos antiguos, mientras que la exhortación sobre la Ley también puede tener raíces seculares.

Mensaje religioso. El Deuteronomio es un libro de gran riqueza teológica; su teología mana de una preocupación pastoral. Deseando inculcar al pueblo la fidelidad al Señor y a sus leyes, el autor recoge la historia y la comenta, sacando de ella unas cuantas directrices grandes y fecundas, afianza la ley en la historia, apela a la conciencia lúcida y responsable.
A primera lectura, puede llamar la atención la insistencia en la centralización del culto. En la superficie, eso es una medida restrictiva para cortar los abusos de los santuarios locales; en el fondo, es una convicción radical, que el Señor es uno sólo, el Dios único de Israel. Todas sus leyes se concentran en el mandamiento principal del amor o lealtad a Dios; Israel es un pueblo de hermanos que han de ser unánimes en la lealtad a su Dios; cada israelita tiene que darse entero a ese compromiso.
Dios ha elegido al pueblo por puro amor, sin méritos previos le va a regalar una tierra y le exige una tarea. Si el pueblo la cumple, obtendrá nuevos beneficios de su Dios, sobre todo el beneficio supremo de la convivencia con Él; si no la cumple, Dios lo castigará sin abandonarlo del todo, llamándolo a la conversión. La tarea no es puramente cúltica, es ante todo una tarea de justicia social y de amor fraterno.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Deuteronomio  31,1-30Josué, sucesor de Moisés. Se retoma la antigua tradición de la transmisión del mando de Moisés a Josué; ese cambio exige, al mismo tiempo, la renovación de la Alianza y una explicación de los acontecimientos históricos que estaban afectando a Israel en esos momentos, esto es, la crisis de la destrucción de Judá y del exilio.
Moisés habla de las futuras rebeldías de Israel, pero en realidad los redactores se están refiriendo a hechos que ya han tenido lugar, a la ruptura de la Alianza, a los sufrimientos y desgracias que ha padecido el pueblo a causa de sus rebeldías (16-20). Las palabras de ánimo que tanto Moisés como Dios dirigen a Josué (7s.23) son palabras dirigidas al mismo pueblo que en estos momentos no ve claro su futuro; palabras que buscan animar, consolar y que hacen soñar con la posible restauración, restauración que será posible si Israel se compromete de nuevo a observar fielmente cuanto le mande el Señor. De ahí la recomendación/exigencia de «leer esta ley» cada siete años, en el año de la remisión, delante de todo el pueblo (11) en el marco de la celebración de la fiesta de las Chozas (13).
Es significativo que la lectura de la Ley se proponga para el año de la remisión y condonación de las deudas; si el fin socio-económico de este año era la nivelación social del pueblo, la lectura de la Ley podría entenderse como una «nivelación religiosa» que permitiría renovar los compromisos de la Alianza y volver a comenzar de nuevo el camino con Dios.