Deuteronomio  33 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Bendiciones de Moisés

Bendición que pronunció Moisés sobre los israelitas antes de morir:
2 El Señor viene del Sinaí
amaneciendo desde Seír,
radiante desde el Monte Farán,
avanza desde Meribá de Cades.
3 Delante va el favorito de los pueblos,
a su derecha van los guerreros,
con la izquierda rige a sus santos;
ellos se rinden a su paso
y marchan a sus órdenes.
4 Moisés nos dio la ley
en herencia para la asamblea de Israel.
5 Mi cariño tuvo un rey,
al reunirse los jefes del pueblo,
al unirse las tribus de Israel.
6 ¡Viva Rubén y no muera,
y sean innumerables sus hombres!
7 Para Judá:
Escucha, Señor, la voz de Judá
y tráelo a tu pueblo;
sus manos lo defenderán
si tú lo proteges de sus enemigos.
8 Para Leví:
Para tus leales los tumim y urim.
Los pusiste a prueba en Masá,
los desafiaste en Meribá;
9 dijo a sus padres: No les hago caso;
a sus hermanos: No los reconozco;
a sus hijos: No los conozco.
Cumplieron tus mandatos
y guardaron tu alianza.
10 Enseñarán tus preceptos a Jacob
y tu ley a Israel;
ofrecerán incienso en tu presencia
y holocaustos en tu altar.
11 Bendice, Señor, sus posesiones
y acepta la obra de sus manos.
Rómpeles la espalda a sus rivales,
que sus enemigos no se levanten.
12 Para Benjamín:
Favorito del Señor, habita tranquilo;
el Altísimo cuida de él continuamente,
y él habita entre sus hombros.
13 Para José:
El Señor bendice su tierra
con el don y rocío del cielo
y con el océano acostado en lo hondo,
14 con las mejores cosechas del año
y los mejores frutos del mes,
15 con las primicias de las viejas montañas
y lo escogido de las duraderas colinas,
16 con lo mejor de la tierra y cuanto contiene
y el favor del que habita en la zarza;
venga todo esto sobre José
y coronen al escogido entre los hermanos.
17 Bello como primogénito de toro,
con grandes cuernos de búfalo,
con ellos embestirá a los pueblos
y acosará a los confines de la tierra.
Así son las decenas de miles de Efraín,
así son los millares de Manasés.
18 Para Zabulón:
A Zabulón le gusta salir;
a Isacar, vivir en la tienda.
19 Invitarán a pueblos a la montaña
a ofrecer sacrificios legítimos,
porque explotan las riquezas marinas,
los tesoros ocultos de las playas.
20 Para Gad:
Bendito el que ensancha a Gad.
Se acuesta como una leona
y destroza brazos y cráneos.
21 Escogió para sí las primicias,
el lote reservado al capitán.
Cumplió la justicia del Señor
y los compromisos con Israel.
22 Para Dan:
Dan, cachorro de león,
que salta ante la serpiente.
23 Para Neftalí:
Neftalí se sacia de favores
y se llena de bendiciones del Señor,
posee el mar y su región.
24 Para Aser:
Bendito entre todos Aser,
el favorito de los hermanos,
que baña los pies en aceite.
25 Con cerrojos de hierro y bronce,
con tanta fuerza como años.
26 Nadie como Dios, mi Cariño,
que cabalga por el cielo en tu auxilio,
cabalga a lomos de las nubes.
27 El Dios antiguo te ofrece morada
poniendo por debajo sus brazos eternos,
expulsa ante ti al enemigo
y ordena: Destruye.
28 Israel habita tranquilo
y apartado vive Jacob,
en tierra de grano y de mosto
bajo un cielo que destila rocío.
29 ¡Felicidades, Israel! ¿Quién como tú?
Pueblo salvado por el Señor,
tu escudo protector y espada victoriosa.
Tus enemigos te adularán
y tú pisarás sus espaldas.

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Introducción a Deuteronomio 

DEUTERONOMIO

El Deuteronomio que nosotros leemos hoy tiene algo de final de sinfonía, de conclusión solemne; pero, posee a la vez algo de roto, de violentamente interrumpido, como si el final no pudiera llegar a su cadencia tonal.
Moisés va a culminar su misión liberadora y el pueblo su largo peregrinar por el desierto. En cierto sentido, el movimiento del Pentateuco se remansa y se aquieta aquí, en la planicie de Moab: silencio contenido para escuchar largos discursos de un hombre que se dispone a morir. Al mismo tiempo, la historia se rompe. Moisés ha de morir antes de completar toda su empresa, el pueblo se queda a las puertas de la tierra prometida, ante la aduana geográfica del Jordán. ¿Qué será del pueblo? ¿Cómo ha de organizarse? ¿Quién lo ha de guiar?
Y porque se rompe bruscamente la historia, se advierte una agitación extraña: tribus impacientes por empezar ya la conquista y ocupación, Rubén, Gad, parte de Manasés; a la que Moisés sanciona. Se anticipa la vida del pueblo en un código que prevé y resuelve las situaciones más importantes de la historia: monarquía, sacerdocio, profetismo, culto, justicia, guerra y paz, familia y sociedad. Moisés lucha desesperadamente por inculcar tal ley, por meter en las entrañas la fidelidad radical y duradera al único Señor, a sus leyes y mandatos, a las exigencias de la historia; lucha contra el olvido, el cansancio, la desesperanza. Y sintiendo que no va a vencer, Moisés deja un poema de testimonio que le sobreviva. Renueva la Alianza, compila sus leyes, encara al pueblo con la gran decisión de su existencia.
Esto es a grandes rasgos el Deuteronomio. También nosotros tenemos que sentarnos con calma para escuchar la conclusión del Pentateuco.

Historia del libro. Parece ser que el Deuteronomio se leyó en otros tiempos de otro modo; no como final del Pentateuco, sino como comienzo de una gran obra histórica que abarcaba el tiempo de la tierra prometida desde la entrada, cruzando el Jordán, hasta la salida, camino del destierro.
Según esta teoría, el autor de la gran construcción y compilación histórica introdujo los capítulos autobiográficos (1-3), que le permitían ofrecer un resumen histórico con nueva perspectiva, y añadió el paso de poderes a Josué, como preparación para lo siguiente. Esta obra se extendía hasta el último capítulo del Segundo libro de los Reyes.
En tal posición, el Deuteronomio era un código de alianza que organizaba la vida en la tierra, previendo y sancionando la lealtad y la deslealtad del pueblo. Y como la historia terminaba en el destierro, el Deuteronomio justifica por adelantado el castigo de Dios. Moisés prevé dolorido ese desenlace y pronuncia una última palabra de esperanza.
La alianza en Moab adquiere así importancia capital. Empalma con la alianza del Sinaí, que recoge en la memoria. Pero asigna a dicha alianza solamente el decálogo como ley promulgada; el resto lo escucha sólo Moisés, se lo guarda, lo promulga antes de morir.
Las instituciones, la legislación y el mensaje del Deuteronomio acompañan al lector desde el comienzo de la obra histórica: como lo que pudo ser y no fue, pero puede y debe volver a ser si el pueblo se convierte. Como un punto de arranque que coloca toda la historia subsiguiente bajo el signo de la libertad responsable ante Dios.
En esta perspectiva, el sentido del libro cambia notablemente. Es muy difícil la paciencia para escuchar tantos sermones al comienzo de una historia. La ficción retrospectiva se hace más patente, las referencias a los Patriarcas se vuelven borrosas en la lejanía. El libro es un homenaje a la personalidad apasionada de Moisés, capaz de dejar tan gravemente preñada la historia que le sucede.
El Deuteronomio ya existía antes de las dos lecturas descritas. No íntegro, sino aproximadamente desde 4,44 hasta el final del capítulo 28. Tiene la forma de un código legal preparado y entreverado de discursos o frases parenéticas, rematado en la serie paralela de bendiciones y maldiciones. La breve justificación histórica de 4,45 y 5,6, las alusiones históricas esparcidas en 6-11, las indicaciones rituales del capítulo 27 confieren al libro la forma aproximada de un documento o protocolo de alianza.
Es bastante probable que, prescindiendo de adiciones, este libro sea el documento encontrado en el Templo en tiempos de Josías (2 Re 22), que sirvió de impulso y base para la reforma del rey. No es probable que el libro se fabricase «ad hoc» en aquella época, pero sí lo es que fuera obra de círculos reformadores, quizá durante el reinado de Manasés. Esto no pasa de conjetura. Es probable que parte del material legal se remonte a tiempos antiguos, mientras que la exhortación sobre la Ley también puede tener raíces seculares.

Mensaje religioso. El Deuteronomio es un libro de gran riqueza teológica; su teología mana de una preocupación pastoral. Deseando inculcar al pueblo la fidelidad al Señor y a sus leyes, el autor recoge la historia y la comenta, sacando de ella unas cuantas directrices grandes y fecundas, afianza la ley en la historia, apela a la conciencia lúcida y responsable.
A primera lectura, puede llamar la atención la insistencia en la centralización del culto. En la superficie, eso es una medida restrictiva para cortar los abusos de los santuarios locales; en el fondo, es una convicción radical, que el Señor es uno sólo, el Dios único de Israel. Todas sus leyes se concentran en el mandamiento principal del amor o lealtad a Dios; Israel es un pueblo de hermanos que han de ser unánimes en la lealtad a su Dios; cada israelita tiene que darse entero a ese compromiso.
Dios ha elegido al pueblo por puro amor, sin méritos previos le va a regalar una tierra y le exige una tarea. Si el pueblo la cumple, obtendrá nuevos beneficios de su Dios, sobre todo el beneficio supremo de la convivencia con Él; si no la cumple, Dios lo castigará sin abandonarlo del todo, llamándolo a la conversión. La tarea no es puramente cúltica, es ante todo una tarea de justicia social y de amor fraterno.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Deuteronomio  33,1-29Bendiciones de Moisés. Anunciada ya la muerte de Moisés en el capítulo anterior, lo más lógico es que se dirija al pueblo para pronunciar sobre toda la comunidad su discurso de despedida. Esta despedida la hace en forma de bendición, y como padre que bendice a sus hijos e hijas antes de morir (cfr. Gén_27:27-40; Gén_48:15s; Gén_49:1-28), Moisés se dirige a cada una de las tribus como si en realidad fuera su padre.
Para la época en que se retoma este antiguo texto atribuido a la corriente teológico-literaria Elohísta (E), estas palabras podrían resultar amargas o cuanto menos irónicas, pues Israel está viviendo las experiencias más difíciles y tristes de su vida. Podríamos decir que la finalidad de este pasaje, aparte de concluir el libro, es consolar y animar al pueblo induciéndolo a pensar que el cumplimiento de esta Ley es el único camino para su restauración, obra que sólo puede realizar Dios, para quien todo es posible, aunque contando con el compromiso del pueblo.