I Timoteo 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

Sobre las viudas

A un anciano no lo trates con dureza, más bien aconséjalo como a un padre; a los jóvenes como a hermanos,
2 a las ancianas como a madres, a las jóvenes como a hermanas, con toda delicadeza.
3 Socorre a las viudas que están necesitadas.
4 Pero si una viuda tiene hijos o nietos, éstos han de aprender primero a practicar la piedad familiar y a pagar a sus padres lo que les deben. Eso es lo que agrada a Dios.
5 En cambio, la viuda de verdad, que vive sola, tiene su esperanza en Dios y persevera rezando y suplicando día y noche.
6 Pero la viuda que lleva una vida disipada está muerta en vida.
7 Recomienda esto para que sean irreprochables.
8 Si uno no cuida de los suyos, especialmente de los que viven en su casa, ha renegado de la fe y es peor que un incrédulo.
9 En la lista de las viudas debe estar únicamente la que haya cumplido sesenta años, que haya sido fiel a su marido,
10 que sea conocida por sus buenas obras: por haber criado a sus hijos, por haber sido hospitalaria, lavado los pies a los consagrados, socorrido a los necesitados, por haber practicado toda clase de obras buenas.
11 Excluye a las viudas jóvenes, porque, cuando la sensualidad las aparta de Cristo, quieren casarse otra vez
12 y se hacen culpables de haber faltado a su compromiso.
13 Más aún, como están ociosas, se acostumbran a ir de casa en casa; y no sólo están ociosas, sino que murmuran, se entrometen, hablan sin ton ni son.
14 Las viudas jóvenes quiero que se casen, tengan hijos y administren la casa, así no darán al enemigo ocasión de escándalo.
15 Porque ya hay algunas que se han extraviado siguiendo a Satanás.
16 Si una cristiana tiene en su casa viudas, que se ocupe de ellas, así no son una carga para la Iglesia, que debe sustentar a las viudas de verdad.
17

Ancianos o presbíteros

Los ancianos que presiden con acierto merecen doble honorario, sobre todo si trabajan en predicar y enseñar.
18 Dice la Escritura: No pondrás bozal a buey que trilla; el obrero tiene derecho a su salario.
19 Contra un anciano no aceptes acusación, si no se presentan por lo menos dos o tres testigos.
20 A los pecadores repréndelos en público, para que los demás escarmienten.
21 Te encargo delante de Dios y Cristo Jesús y los ángeles elegidos, que observes estas normas sin hacer distinciones ni partidismos.
22 A nadie impongas las manos apresuradamente, no te hagas cómplice de culpas ajenas. Consérvate puro.
23 Deja de beber agua sola; toma algo de vino para la digestión y por tus frecuentes dolencias.
24 Los pecados de algunos son patentes aun antes de ser juzgados, los de otros tardan en manifestarse.
25 De modo semejante, las buenas obras están a la vista, y las que no lo son ya se pondrán de manifiesto.

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Introducción a I Timoteo

Cartas pastorales. Desde hace tiempo se viene llamando a estas tres cartas «cartas pastorales», tomando la metáfora del cuidado pastoril de los rebaños y aplicándola al pastoreo de la comunidad cristiana. Es un nombre que recoge una de las imágenes más conocidas de Jesús en el Evangelio, la del «buen pastor». Las tres cartas forman un bloque homogéneo y se presentan como instrucciones escritas de Pablo a dos íntimos colaboradores suyos, Timoteo y Tito, que se encuentran al frente de las Iglesias de Éfeso y Creta, respectivamente.
Timoteo estuvo estrechamente ligado al Apóstol, fue su compañero de viaje y misión ( Hch_17:14 s; Hch_18:5 ; Hch_19:22 ; Hch_20:4 ) y hombre de confianza para realizar encargos especiales en Tesalónica ( 1Ts_3:2 .6), Macedonia ( Hch_19:22 ) y Corinto ( 1Co_4:17 ; 1Co_16:10 ; 2Co_1:19 ). Pablo lo llama con mucho afecto paternal: «Hijo mío querido y fiel al Señor» ( 1Co_4:17 ).
Tito, al igual que Timoteo, fue amigo y compañero de viaje de Pablo. Estuvo presente en el Concilio de Jerusalén ( Gál_2:1-3 ) y fue el embajador del Apóstol para solucionar la crisis que tenía éste con la comunidad de Corinto ( 2Co_2:13 ; 2Co_7:6 ; 2Co_8:6 .16.23; 2Co_12:18 ). Pablo lo llama fraternalmente: «mi hermano» ( 2Co_2:13 ), «compañero y colaborador» ( 2Co_8:23 ).
No es inverosímil que estos dos ilustres personajes tuvieran el honor de recibir cartas personales de su maestro; lógicamente las conservarían y trasmitirían a la posteridad.

Autor, destinatarios y fecha de composición de las cartas.
A partir del s. XIX se empezó a cuestionar la autenticidad paulina de estas cartas. Desde entonces se ha ido acrecentado la duda, de tal modo que en la actualidad son muy escasos los biblistas que atribuyen su autoría a Pablo. Se piensa, más bien, que son obra de un discípulo suyo de la siguiente generación, que las escribe alrededor del año 100.
Recurriendo al procedimiento de pseudonimia, muy en boga en aquella época, este discípulo anónimo personifica a Pablo, dando forma de carta a sus instrucciones y escogiendo como destinatarios dos personajes insignes del círculo paulino. Probablemente se sentía heredero legítimo de Pablo; o quizás los rivales citaban a Pablo deformando su enseñanza.
Nada de lo dicho pone en duda el valor canónico de estas cartas. Son parte integrante del Nuevo Testamento y así son reconocidas por todas las confesiones cristianas.

Contenido de las cartas. Las cartas pastorales nos sitúan en la segunda o tercera generación cristiana. El ímpetu por evangelizar de las primeras décadas da paso a la necesidad por consolidar y mantener las Iglesias locales en la tradición y enseñanzas recibidas de los apóstoles o el depósito de la fe. Para ello hay que nombrar líderes responsables, competentes y de confianza, que sepan mantener el orden y la concordia, y regular el culto. Son Iglesias que en su incipiente institucionalización se sienten amenazadas por desviaciones doctrinales que ponen en peligro la «memoria de Jesús» y, por consiguiente, la praxis cristiana.
Las cartas reiteran el adjetivo «sano/a» para referirse a la ortodoxia; hablan de la «verdad»; repiten que «algunos se han apartado de...». Es difícil identificar esas herejías o doctrinas peligrosas. Entre ellas se encontraban, probablemente, las de los «judaizantes», una fuerza menor, todavía activa, con sus prohibiciones alimenticias ( 1Ti_4:3 ), su insistencia en la circuncisión ( Tit_1:10 ), sus «fábulas judías» ( Tit_1:14 ) o sus «controversias sobre la ley» ( Tit_3:9 ). Más peligroso era el impacto del «gnosticismo» que se había infiltrado en las comunidades, cuyas doctrinas esotéricas provenientes de la cultura griega estaban falseando el mensaje cristiano con ideas tales como: la maldad del mundo material y por tanto la condenación en bloque de toda actividad sexual; la negación de la humanidad de Cristo; la afirmación de dos dioses, uno creador y otro salvador, y cosas por el estilo, que podemos adivinar leyendo las refutaciones del autor, aunque no las menciona por su nombre.

Mensaje de las cartas. Desde el punto de vista histórico, las cartas pastorales nos suministran datos preciosos para conocer la vida y los problemas de las Iglesias post-apostólicas formadas por la tercera generación cristiana. Son comunidades que viven la presencia de Jesús en los sacramentos y en la liturgia; muy exigentes con sus líderes y responsables, a los que comienzan, ya, a llamar «obispos y diáconos», y que reciben la autoridad apostólica por la imposición de las manos.
La lista de cualidades y requisitos para acceder al cargo de «pastores» debería ser hoy, como lo fue entonces, el criterio fundamental de su elección: vida intachable, modestos, corteses, hospitalarios, amables, desinteresados ( 1Ti_3:2-13 ), es decir, cercanos al pueblo, como conviene a una «familia» -imagen de la Iglesia, preferida en las cartas-, de la que ellos son, sobre todo, padres y no príncipes o jerarcas.
Pero la gran preocupación y empeño de las pastorales es mantener vivo e intacto el «depósito de la fe» o lo que es lo mismo, la enseñanza que nos trasmite la tradición recibida de los apóstoles. Y esto no es un elenco muerto de dogmas y doctrinas, sino la «memoria viva de Jesús», en la que sobresale su opción por los pobres, los marginados, los pecadores, los últimos y más débiles. Y esto debe ser también el gran empeño de la Iglesia de hoy y de todos los tiempos.


Sinopsis

Primera carta a Timoteo. La sinopsis nos hace ver el propósito del autor: proporcionar normas y consejos para el recto caminar de la comunidad. La precaución frente a los falsos maestros, difundida por la carta, se concentra al principio y hacia la mitad; en ambas ocasiones contrasta al destinatario con el Apóstol.

Segunda carta a Timoteo.
En esta segunda carta la exhortación se hace más personal y animada. Pablo ofrece su ejemplo, recuerda su ministerio, se prepara a morir. Frente a los falsos maestros, que cobran número y fuerza en los últimos días, el líder responsable ha de ser como un soldado, un obrero, un empleado fiel, pieza del ajuar doméstico, y valiente testigo.

Carta a Tito.
Lo más sustancioso de esta carta es la doctrina cristológica de 2,11-15 y 3,4-7. Los demás temas y preocupaciones son los mismos de las cartas precedentes, dirigidas ahora a Tito como responsable de la Iglesia de Creta.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Timoteo 5,1-16Sobre las viudas. Entre las personas más desamparadas de las sociedades patriarcales, se encontraban las viudas sin hijos, quienes por carecer de la protección del varón estaban a la merced de la generosidad y compasión ajenas. Las viudas junto con los huérfanos reciben mucha atención en el Antiguo Testamento, tanto en la legislación (cfr. Lev_19:32), como en las denuncias de los profetas cuando eran descuidados (cfr. Isa_1:16s). La preocupación por la situación de las viudas continuó siendo un tema importante en las primeras comunidades cristianas (cfr. Hch_6:1).
El autor de la carta distingue varios grupos de viudas. Las jóvenes que, libres del vínculo conyugal (cfr. Rom_7:2), viven licenciosamente. A éstas les recomienda que vuelvan a casarse. Otras viven con familiares que cuidan de ellas o viven acogidas a la caridad de alguna familia cristiana. Por último, las desamparadas que serán socorridas de un fondo común, producto de limosnas y donaciones. Entre éstas, algunas más ancianas -sesenta años en aquellos tiempos era una edad muy avanzada- desempeñarán algunas funciones en la comunidad. Desde luego rezar -como Ana, cfr. Luc_2:36s- y probablemente otras tareas compatibles con su edad. Lo que llama la atención de estas exhortaciones es el carácter familiar que tenían las comunidades cristianas, que hoy sigue manteniéndose especialmente en las comunidades eclesiales de base.


I Timoteo 5,17-25Ancianos o presbíteros. Los «ancianos», no necesariamente personas de edad avanzada, tenían una función de responsabilidad en la comunidad, como sucedía en el Antiguo Testamento y en otras culturas donde formaban el Consejo en los pueblos y el Senado en la nación -«senatus» viene de «senex» que quiere decir «anciano»-. Forman grupo y su responsabilidad es colegial. Aparecen en Éfeso como encargados de la comunidad cristiana local bajo la autoridad de Pablo (cfr. Hch_20:17). Da la impresión de que también Timoteo estaba por encima del colegio de ancianos -como el obispo de hoy sobre sus presbíteros-. De ahí las recomendaciones que le dirige el autor de la carta.
Los ancianos en funciones reciben salario. Su responsabilidad era la de predicar, enseñar y, sobre todo, la de ser consejeros del responsable principal de la comunidad, en este caso Timoteo. A éste le corresponde, pues, presidir el grupo de «ancianos», transmitirles el don de su ministerio después de haber hecho una cuidadosa selección de los candidatos, corregirlos cuando sea necesario y protegerlos contra acusaciones infundadas. De este grupo de ancianos de la Iglesia primitiva -«presbíteros» en latín-, han tomado nombre y función de consejeros los presbíteros o sacerdotes de la Iglesia de hoy. En otras palabras, el obispo no puede gobernar su diócesis como monarca absoluto, sino que lo debe hacer siempre, por obligación, contando con el consejo y la opinión de sus sacerdotes.
Es curioso que, entre esta serie de graves exhortaciones a Timoteo, se le escape al autor el consejo «casero»: «toma algo de vino para la digestión y por tus frecuentes dolencias» (23). Quede ahí como anécdota familiar, aunque quizás también tenga otra intención, a saber, que el vino tomado con moderación es una de esas buenas criaturas de Dios, y no un mal contra el que probablemente tronaban los falsos doctores.