II Timoteo  3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1

Los últimos tiempos

Has de saber que en los últimos tiempos se presentarán situaciones difíciles.
2 Los hombres serán egoístas y amigos del dinero, fanfarrones, arrogantes, injuriosos, desobedientes a los padres, ingratos, no respetarán la religión,
3 incapaces de amar, implacables, calumniadores, incontrolados, inhumanos, hostiles a lo bueno,
4 traidores y atrevidos, vanidosos, más amigos del placer que de Dios;
5 aunque aparentarán ser muy religiosos, pero rechazarán sus exigencias. ¡Apártate de esa gente!
6 A este grupo pertenecen esos que se meten en las casas y engañan a débiles mujeres cargadas de pecados, arrastradas por diversas pasiones,
7 siempre experimentando, pero incapaces de comprender la verdad.
8 Lo mismo que Janes y Jambres se enfrentaron con Moisés, así éstos se enfrentan con la verdad; son gente de mentalidad corrompida, reprobados en la fe.
9 Pero no seguirán adelante: como en el caso de los rivales de Moisés, su necedad quedará desenmascarada ante todo el mundo.
10 Tú, en cambio, has seguido mi enseñanza, mi modo de proceder, mis proyectos, mi fe, paciencia, amor y perseverancia;
11 mis persecuciones y sufrimientos, como los que pasé en Antioquía, Iconio y Listra; y las persecuciones que hube de soportar; pero de todas me libró el Señor.
12 Es cierto que todos los que quieran vivir religiosamente, como cristianos, sufrirán persecuciones,
13 en cambio los malhechores e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.
14

Servidor de la Palabra de Dios

Tú permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste con fe: sabes de quién lo aprendiste.
15 Recuerda que desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte sabiduría para salvarte por la fe en Cristo Jesús.
16 Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, argumentar, encaminar e instruir en la justicia.
17 Con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda clase de obras buenas.

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Introducción a II Timoteo 

Cartas pastorales. Desde hace tiempo se viene llamando a estas tres cartas «cartas pastorales», tomando la metáfora del cuidado pastoril de los rebaños y aplicándola al pastoreo de la comunidad cristiana. Es un nombre que recoge una de las imágenes más conocidas de Jesús en el Evangelio, la del «buen pastor». Las tres cartas forman un bloque homogéneo y se presentan como instrucciones escritas de Pablo a dos íntimos colaboradores suyos, Timoteo y Tito, que se encuentran al frente de las Iglesias de Éfeso y Creta, respectivamente.
Timoteo estuvo estrechamente ligado al Apóstol, fue su compañero de viaje y misión ( Hch_17:14 s; Hch_18:5 ; Hch_19:22 ; Hch_20:4 ) y hombre de confianza para realizar encargos especiales en Tesalónica ( 1Ts_3:2 .6), Macedonia ( Hch_19:22 ) y Corinto ( 1Co_4:17 ; 1Co_16:10 ; 2Co_1:19 ). Pablo lo llama con mucho afecto paternal: «Hijo mío querido y fiel al Señor» ( 1Co_4:17 ).
Tito, al igual que Timoteo, fue amigo y compañero de viaje de Pablo. Estuvo presente en el Concilio de Jerusalén ( Gál_2:1-3 ) y fue el embajador del Apóstol para solucionar la crisis que tenía éste con la comunidad de Corinto ( 2Co_2:13 ; 2Co_7:6 ; 2Co_8:6 .16.23; 2Co_12:18 ). Pablo lo llama fraternalmente: «mi hermano» ( 2Co_2:13 ), «compañero y colaborador» ( 2Co_8:23 ).
No es inverosímil que estos dos ilustres personajes tuvieran el honor de recibir cartas personales de su maestro; lógicamente las conservarían y trasmitirían a la posteridad.

Autor, destinatarios y fecha de composición de las cartas.
A partir del s. XIX se empezó a cuestionar la autenticidad paulina de estas cartas. Desde entonces se ha ido acrecentado la duda, de tal modo que en la actualidad son muy escasos los biblistas que atribuyen su autoría a Pablo. Se piensa, más bien, que son obra de un discípulo suyo de la siguiente generación, que las escribe alrededor del año 100.
Recurriendo al procedimiento de pseudonimia, muy en boga en aquella época, este discípulo anónimo personifica a Pablo, dando forma de carta a sus instrucciones y escogiendo como destinatarios dos personajes insignes del círculo paulino. Probablemente se sentía heredero legítimo de Pablo; o quizás los rivales citaban a Pablo deformando su enseñanza.
Nada de lo dicho pone en duda el valor canónico de estas cartas. Son parte integrante del Nuevo Testamento y así son reconocidas por todas las confesiones cristianas.

Contenido de las cartas. Las cartas pastorales nos sitúan en la segunda o tercera generación cristiana. El ímpetu por evangelizar de las primeras décadas da paso a la necesidad por consolidar y mantener las Iglesias locales en la tradición y enseñanzas recibidas de los apóstoles o el depósito de la fe. Para ello hay que nombrar líderes responsables, competentes y de confianza, que sepan mantener el orden y la concordia, y regular el culto. Son Iglesias que en su incipiente institucionalización se sienten amenazadas por desviaciones doctrinales que ponen en peligro la «memoria de Jesús» y, por consiguiente, la praxis cristiana.
Las cartas reiteran el adjetivo «sano/a» para referirse a la ortodoxia; hablan de la «verdad»; repiten que «algunos se han apartado de...». Es difícil identificar esas herejías o doctrinas peligrosas. Entre ellas se encontraban, probablemente, las de los «judaizantes», una fuerza menor, todavía activa, con sus prohibiciones alimenticias ( 1Ti_4:3 ), su insistencia en la circuncisión ( Tit_1:10 ), sus «fábulas judías» ( Tit_1:14 ) o sus «controversias sobre la ley» ( Tit_3:9 ). Más peligroso era el impacto del «gnosticismo» que se había infiltrado en las comunidades, cuyas doctrinas esotéricas provenientes de la cultura griega estaban falseando el mensaje cristiano con ideas tales como: la maldad del mundo material y por tanto la condenación en bloque de toda actividad sexual; la negación de la humanidad de Cristo; la afirmación de dos dioses, uno creador y otro salvador, y cosas por el estilo, que podemos adivinar leyendo las refutaciones del autor, aunque no las menciona por su nombre.

Mensaje de las cartas. Desde el punto de vista histórico, las cartas pastorales nos suministran datos preciosos para conocer la vida y los problemas de las Iglesias post-apostólicas formadas por la tercera generación cristiana. Son comunidades que viven la presencia de Jesús en los sacramentos y en la liturgia; muy exigentes con sus líderes y responsables, a los que comienzan, ya, a llamar «obispos y diáconos», y que reciben la autoridad apostólica por la imposición de las manos.
La lista de cualidades y requisitos para acceder al cargo de «pastores» debería ser hoy, como lo fue entonces, el criterio fundamental de su elección: vida intachable, modestos, corteses, hospitalarios, amables, desinteresados ( 1Ti_3:2-13 ), es decir, cercanos al pueblo, como conviene a una «familia» -imagen de la Iglesia, preferida en las cartas-, de la que ellos son, sobre todo, padres y no príncipes o jerarcas.
Pero la gran preocupación y empeño de las pastorales es mantener vivo e intacto el «depósito de la fe» o lo que es lo mismo, la enseñanza que nos trasmite la tradición recibida de los apóstoles. Y esto no es un elenco muerto de dogmas y doctrinas, sino la «memoria viva de Jesús», en la que sobresale su opción por los pobres, los marginados, los pecadores, los últimos y más débiles. Y esto debe ser también el gran empeño de la Iglesia de hoy y de todos los tiempos.


Sinopsis

Primera carta a Timoteo. La sinopsis nos hace ver el propósito del autor: proporcionar normas y consejos para el recto caminar de la comunidad. La precaución frente a los falsos maestros, difundida por la carta, se concentra al principio y hacia la mitad; en ambas ocasiones contrasta al destinatario con el Apóstol.

Segunda carta a Timoteo.
En esta segunda carta la exhortación se hace más personal y animada. Pablo ofrece su ejemplo, recuerda su ministerio, se prepara a morir. Frente a los falsos maestros, que cobran número y fuerza en los últimos días, el líder responsable ha de ser como un soldado, un obrero, un empleado fiel, pieza del ajuar doméstico, y valiente testigo.

Carta a Tito.
Lo más sustancioso de esta carta es la doctrina cristológica de 2,11-15 y 3,4-7. Los demás temas y preocupaciones son los mismos de las cartas precedentes, dirigidas ahora a Tito como responsable de la Iglesia de Creta.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Timoteo  3,1-13Los últimos tiempos. Comienza aquí una exhortación para los tiempos finales que se avecinan. Dado el carácter de testamento de esta carta, Pablo prevé su final próximo -el autor que personifica al Apóstol conoce su martirio-, de modo que no podrá prestar su ayuda en los tiempos difíciles que se avecinan. Antes de partir -víctima de la persecución- da consejos a su sucesor y le previene de lo que va a suceder. Es lo que hacía Jesús en los discursos escatológicos (Mt 24; Mc 13), y lo decía expresamente: «se lo digo ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy» (Jua_13:19). El discípulo y sucesor de Pablo tendrá que valerse de las enseñanzas y ejemplos del maestro y de lo que aprendió por la Escritura.
La maldad de los tiempos se presenta con una enumeración retórica de tipos malvados, inspirada en las listas de vicios que denunciaban tanto la moral judía como la griega. Todo apunta al clima de corrupción de la sociedad en que vivían las comunidades cristianas, corrupción que también se «mete en las casas» (6) de los creyentes por medio de esos individuos corruptos que presentan sus elucubraciones con ropaje de religiosidad pero que rechazan sus exigencias. Timoteo como responsable de la comunidad debe estar en guardia y evitarlos. Pero no prevalecerán, como no prevalecieron aquellos rivales de Moisés que se opusieron a su misión.
Timoteo, por el contrario, se ha mantenido fiel a la enseñanza recibida de su maestro y su fidelidad a la memoria de Jesús se manifiesta en el testimonio de una vida de «fe, paciencia, amor y perseverancia» (10) y, sobre todo y al igual que Pablo, en la marca de autenticidad de la misión apostólica: «mis persecuciones y sufrimientos» (11). La persecución forma parte de la vida de un apóstol, como anunció Jesús: un discípulo no es más que su maestro (Mat_10:24; cfr. Hch_9:16). No sólo de los apóstoles sino de todo cristiano y cristiana auténticos.


II Timoteo  3,14-17Servidor de la Palabra de Dios. La última recomendación a Timoteo que pone el autor de la carta en boca de Pablo se centra en la Sagrada Escritura, «que desde niño conoces» (15), y que, siendo inspirada por Dios le dará la sabiduría para guiar a la comunidad en el ministerio de «enseñar, argumentar, encaminar e instruir en la justicia» (16). Es éste uno de los textos en que la Escritura atestigua sobre sí misma, -el otro es 2Pe_1:19-21- que es «inspirada por Dios», soplada por el aliento divino. El autor hace así eco de la tradición bíblica del Antiguo Testamento que decía por boca de David: «el espíritu del Señor habla por mí, su palabra está en mi lengua» (2Sa_23:2). La tradición cristiana la recogió y extendió la inspiración a los libros del Nuevo Testamento. Es esta Palabra la que convierte al cristiano en «hombre y mujer de Dios» en sentido bíblico, es decir, en «profetas», en personas que escuchan, practican y proclaman la Palabra de Dios.
El carácter de «testamento» que tiene la carta, alcanza aquí su máxima intensidad. Tomando a Dios y a Jesucristo por testigos y teniendo como horizonte el final de la historia, el Apóstol conjura solemnemente a Timoteo que «ahora» es el tiempo de anunciar la Palabra de Dios. Una cascada de imperativos expresa la urgencia y la necesidad del anuncio: proclama, convence, reprende, exhorta (2), vigila, aguanta las pruebas, realiza la tarea, cumple tu ministerio (5).
Nunca ha sido mejor expresada la vocación y la misión fundamental del ministerio ordenado -obispos, sacerdotes, diáconos- dentro de la Iglesia: ser servidores de la Palabra de Dios. Y en comunión con los responsables de la Iglesia, la misión y la vocación de todos los creyentes.