Tito 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
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Praxis cristiana de la comunidad

Tú, en cambio, explica lo que corresponde a la sana doctrina:
2 que los ancianos sean sobrios, dignos, moderados, sanos en la fe, el amor y la paciencia.
3 Asimismo las ancianas tengan una compostura digna de la religiosidad; no sean esclavas de la murmuración ni de la bebida; sean buenas maestras,
4 capaces de enseñar a las jóvenes a amar a los maridos y los hijos,
5 a ser juiciosas, castas, hacendosas, bondadosas, sumisas al marido; de modo que la Palabra de Dios no se desprestigie.
6 Anima también a los jóvenes a ser moderados.
7 En todo preséntate como modelo de buena conducta: íntegro y serio en la enseñanza,
8 proponiendo un mensaje sano e intachable, de modo que el adversario quede confundido al no encontrar nada de qué acusarnos.
9 Los esclavos sean sumisos a sus amos en todo, amables, no respondones,
10 no ladrones, sino dignos de toda confianza; para que cobre prestigio ante todos la enseñanza de nuestro Dios y Salvador.
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La gracia de la salvación

Porque la gracia de Dios que salva a todos los hombres se ha manifestado,
12 enseñándonos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos y a vivir en esta vida con templanza, justicia y piedad,
13 esperando la promesa dichosa y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo.
14 Él se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, para adquirir un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.
15 Habla de esto, exhorta, y reprende con plena autoridad. Que nadie te desprecie.

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Introducción a Tito

Cartas pastorales. Desde hace tiempo se viene llamando a estas tres cartas «cartas pastorales», tomando la metáfora del cuidado pastoril de los rebaños y aplicándola al pastoreo de la comunidad cristiana. Es un nombre que recoge una de las imágenes más conocidas de Jesús en el Evangelio, la del «buen pastor». Las tres cartas forman un bloque homogéneo y se presentan como instrucciones escritas de Pablo a dos íntimos colaboradores suyos, Timoteo y Tito, que se encuentran al frente de las Iglesias de Éfeso y Creta, respectivamente.
Timoteo estuvo estrechamente ligado al Apóstol, fue su compañero de viaje y misión ( Hch_17:14 s; Hch_18:5 ; Hch_19:22 ; Hch_20:4 ) y hombre de confianza para realizar encargos especiales en Tesalónica ( 1Ts_3:2 .6), Macedonia ( Hch_19:22 ) y Corinto ( 1Co_4:17 ; 1Co_16:10 ; 2Co_1:19 ). Pablo lo llama con mucho afecto paternal: «Hijo mío querido y fiel al Señor» ( 1Co_4:17 ).
Tito, al igual que Timoteo, fue amigo y compañero de viaje de Pablo. Estuvo presente en el Concilio de Jerusalén ( Gál_2:1-3 ) y fue el embajador del Apóstol para solucionar la crisis que tenía éste con la comunidad de Corinto ( 2Co_2:13 ; 2Co_7:6 ; 2Co_8:6 .16.23; 2Co_12:18 ). Pablo lo llama fraternalmente: «mi hermano» ( 2Co_2:13 ), «compañero y colaborador» ( 2Co_8:23 ).
No es inverosímil que estos dos ilustres personajes tuvieran el honor de recibir cartas personales de su maestro; lógicamente las conservarían y trasmitirían a la posteridad.

Autor, destinatarios y fecha de composición de las cartas.
A partir del s. XIX se empezó a cuestionar la autenticidad paulina de estas cartas. Desde entonces se ha ido acrecentado la duda, de tal modo que en la actualidad son muy escasos los biblistas que atribuyen su autoría a Pablo. Se piensa, más bien, que son obra de un discípulo suyo de la siguiente generación, que las escribe alrededor del año 100.
Recurriendo al procedimiento de pseudonimia, muy en boga en aquella época, este discípulo anónimo personifica a Pablo, dando forma de carta a sus instrucciones y escogiendo como destinatarios dos personajes insignes del círculo paulino. Probablemente se sentía heredero legítimo de Pablo; o quizás los rivales citaban a Pablo deformando su enseñanza.
Nada de lo dicho pone en duda el valor canónico de estas cartas. Son parte integrante del Nuevo Testamento y así son reconocidas por todas las confesiones cristianas.

Contenido de las cartas. Las cartas pastorales nos sitúan en la segunda o tercera generación cristiana. El ímpetu por evangelizar de las primeras décadas da paso a la necesidad por consolidar y mantener las Iglesias locales en la tradición y enseñanzas recibidas de los apóstoles o el depósito de la fe. Para ello hay que nombrar líderes responsables, competentes y de confianza, que sepan mantener el orden y la concordia, y regular el culto. Son Iglesias que en su incipiente institucionalización se sienten amenazadas por desviaciones doctrinales que ponen en peligro la «memoria de Jesús» y, por consiguiente, la praxis cristiana.
Las cartas reiteran el adjetivo «sano/a» para referirse a la ortodoxia; hablan de la «verdad»; repiten que «algunos se han apartado de...». Es difícil identificar esas herejías o doctrinas peligrosas. Entre ellas se encontraban, probablemente, las de los «judaizantes», una fuerza menor, todavía activa, con sus prohibiciones alimenticias ( 1Ti_4:3 ), su insistencia en la circuncisión ( Tit_1:10 ), sus «fábulas judías» ( Tit_1:14 ) o sus «controversias sobre la ley» ( Tit_3:9 ). Más peligroso era el impacto del «gnosticismo» que se había infiltrado en las comunidades, cuyas doctrinas esotéricas provenientes de la cultura griega estaban falseando el mensaje cristiano con ideas tales como: la maldad del mundo material y por tanto la condenación en bloque de toda actividad sexual; la negación de la humanidad de Cristo; la afirmación de dos dioses, uno creador y otro salvador, y cosas por el estilo, que podemos adivinar leyendo las refutaciones del autor, aunque no las menciona por su nombre.

Mensaje de las cartas. Desde el punto de vista histórico, las cartas pastorales nos suministran datos preciosos para conocer la vida y los problemas de las Iglesias post-apostólicas formadas por la tercera generación cristiana. Son comunidades que viven la presencia de Jesús en los sacramentos y en la liturgia; muy exigentes con sus líderes y responsables, a los que comienzan, ya, a llamar «obispos y diáconos», y que reciben la autoridad apostólica por la imposición de las manos.
La lista de cualidades y requisitos para acceder al cargo de «pastores» debería ser hoy, como lo fue entonces, el criterio fundamental de su elección: vida intachable, modestos, corteses, hospitalarios, amables, desinteresados ( 1Ti_3:2-13 ), es decir, cercanos al pueblo, como conviene a una «familia» -imagen de la Iglesia, preferida en las cartas-, de la que ellos son, sobre todo, padres y no príncipes o jerarcas.
Pero la gran preocupación y empeño de las pastorales es mantener vivo e intacto el «depósito de la fe» o lo que es lo mismo, la enseñanza que nos trasmite la tradición recibida de los apóstoles. Y esto no es un elenco muerto de dogmas y doctrinas, sino la «memoria viva de Jesús», en la que sobresale su opción por los pobres, los marginados, los pecadores, los últimos y más débiles. Y esto debe ser también el gran empeño de la Iglesia de hoy y de todos los tiempos.


Sinopsis

Primera carta a Timoteo. La sinopsis nos hace ver el propósito del autor: proporcionar normas y consejos para el recto caminar de la comunidad. La precaución frente a los falsos maestros, difundida por la carta, se concentra al principio y hacia la mitad; en ambas ocasiones contrasta al destinatario con el Apóstol.

Segunda carta a Timoteo.
En esta segunda carta la exhortación se hace más personal y animada. Pablo ofrece su ejemplo, recuerda su ministerio, se prepara a morir. Frente a los falsos maestros, que cobran número y fuerza en los últimos días, el líder responsable ha de ser como un soldado, un obrero, un empleado fiel, pieza del ajuar doméstico, y valiente testigo.

Carta a Tito.
Lo más sustancioso de esta carta es la doctrina cristológica de 2,11-15 y 3,4-7. Los demás temas y preocupaciones son los mismos de las cartas precedentes, dirigidas ahora a Tito como responsable de la Iglesia de Creta.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Tito 2,1-10Praxis cristiana de la comunidad. La sana doctrina es inseparable de una sana praxis cristiana. Un responsable eclesial «modelo de buena conducta» (7), deberá exigir de su comunidad el mismo comportamiento. Esto es lo que recomienda el autor de la carta a Timoteo por boca de Pablo. Son virtudes sencillas, domésticas, que hacen posible y armoniosa la convivencia de la comunidad como familia de Dios. Hay consejos específicos para todos y para todas, según su edad y condición. Es curioso que el responsable trate con los jóvenes y con las jóvenes sólo a través de las ancianas, que tienen que ser «buenas maestras» (3). ¿Ejercían algunas de ellas la función de catequistas? (cfr. Tim 5,9). Una virtud, sin embargo, se exige a todos los grupos: la moderación -incluso a las ancianas-, lo que nos lleva a pensar que la bebida era un peligro para todos.
El cristianismo, en definitiva, no ofrece una moral nueva, pero sí la revelación del poder que hace posible y del horizonte final que da sentido a «vivir en esta vida, con templanza, justicia y piedad» (12). Esto lo hace el autor, ofreciéndonos, por boca de Pablo, la primera síntesis doctrinal de la carta, como fundamento de todas sus exhortaciones.


Tito 2,11-15La gracia de la salvación. Este poder es la gracia o favor de Dios que se ha manifestado en la encarnación de su Hijo Jesús para la salvación de todos (cfr. 1Ti_2:4) y en su muerte para «rescatarnos de toda iniquidad» (14; cfr. Sal_130:8; 1Pe_1:18s). Y el horizonte final es la «manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo» (13). Estas dos epifanías o manifestaciones de Dios delimitan el arco entero de salvación, que la comunidad cristiana vive en la fe y en esperanza como pueblo escogido por Dios. Sin embargo, esta manifestación de la gracia de Dios no es para poseerla en exclusividad, sino para proclamarla y testimoniarla a todos, siendo éste el deber y la razón de ser de la Iglesia y de la autoridad de sus líderes responsables: «habla de esto, exhorta, y reprende con plena autoridad» (15). Sólo así, la Iglesia será servidora de la Palabra de Dios y sacramento de la salvación universal.