II Pedro  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 22 versitos |
1

Contra los falsos profetas y maestros

En el pueblo de Israel hubo también falsos profetas, como habrá entre ustedes falsos maestros, que introducirán sectas perniciosas, y, renegando del Señor que los redimió, se acarrearán una rápida destrucción.
2 Muchos los seguirán en su vida viciosa y por su culpa será desprestigiado el camino de la verdad.
3 Y por amor al dinero abusarán de ustedes con discursos engañosos. Pero la condenación los espera a ellos sin remedio, ya que desde hace mucho están condenados.
4 Si Dios no perdonó a los ángeles pecadores, antes bien los sepultó en el infierno y los sumergió en el abismo de las tinieblas, reservándolos para el juicio;
5 si tampoco perdonó a la humanidad de antaño, sino que, guardando con otros siete a Noé, predicador de la justicia, envió el diluvio al mundo de los malvados;
6 si condenó a Sodoma y Gomorra reduciéndolas a cenizas y dejándolas como escarmiento de futuros malvados;
7 – si bien libró a Lot el justo, que sufría con la conducta de los libertinos,
8 porque teniendo que vivir en medio de ellos, su alma de justo se sentía constantemente torturada por las iniquidades que veía y escuchaba– .
9 El Señor sabe librar a los hombres religiosos y reserva a los malvados para castigarlos el día del juicio;
10 especialmente a los que siguen el instinto y sus inmundos apetitos y desprecian la Soberanía. Estos hombres, audaces e insolentes, insultan a los ángeles gloriosos,
11 siendo así que los ángeles, superiores en fuerza y poder, no los acusan con insultos ante Dios.
12 Esos hombres, como animales irracionales destinados por naturaleza a ser cazados y consumidos, insultan lo que no entienden; pero se corromperán como esos mismos animales
13 y recibirán así la paga de su injusticia. Su idea del placer es la orgía en pleno día; sucios y asquerosos, se gozan en engañarlos cuando comen con ustedes.
14 No pueden ver una mujer sin desearla, nunca se cansan del pecado, seductores de almas débiles, expertos en avaricia: dignos de maldición.
15 Dejando el camino recto, se extraviaron. Siguieron el camino de Balaán de Bosor, que ganó dinero haciendo el mal.
16 Y fue reprendido por su pecado, pues su burra se puso a hablar con voz humana frenando la locura del profeta.
17 Estos maestros son fuentes sin agua, nubes empujadas por la tormenta, ellos están destinados a las densas tinieblas.
18 Pronunciando discursos vacíos y altisonantes alientan las pasiones y los deseos impuros de sus oyentes recién alejados de los que viven en el error.
19 Les prometen libertad, siendo esclavos de la corrupción. Porque uno se hace esclavo de aquel que lo domina.
20 En efecto, si uno se ha alejado de la inmundicia del mundo, por el conocimiento de [nuestro] Señor y Salvador Jesucristo, y de nuevo se deja enredar y se rinde, su final es peor que el principio.
21 Más les valdría no haber conocido el camino de la justicia que, habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les habían trasmitido.
22 Les sucede lo del acertado proverbio: perro que vuelve a su vómito, o este otro: cerdo bañado que se revuelca en el fango.

Patrocinio

 
 

Introducción a II Pedro 

2ª PEDRO

Autor, destinatarios y fecha de composición de la carta. La carta comienza con seriedad y solemnidad: doble nombre del remitente, hebreo y griego; doble título, «siervo y apóstol». A lo largo del escrito se refiere a otra carta precedente (3,1), recuerda su presencia en la transfiguración (1,18), llama hermano a Pablo (3,15), se siente a punto de morir (1,14). ¿No está claro el autor?
Lo que está demasiado claro es la ficción de la pseudonimia, comúnmente practicada entonces. El autor quiere presentar el escrito como si fuera el apóstol Pedro. Ya en la antigüedad se discutió bastante sobre la autenticidad del autor. Hoy son raros los que la defienden. Las razones son convincentes. El autor se traiciona repetidas veces, como cuando se incluye en la generación post-apostólica (3,4), o se distingue de los apóstoles (3,2), o al discutir el retraso de la parusía (3,8). A lo cual hay que añadir diferencia de lengua, estilo y vocabulario.
Pero si el autor no es Pedro, sí nos dice cómo imaginaba al apóstol un cristiano de la segunda generación. Este autor escribe a creyentes convertidos del paganismo, como lo sugieren el estilo, los influjos de la filosofía estoica y el tipo de herejías que combate. Es probable que se trate del último escrito del Nuevo Testamento, compuesto hacia finales del s. I o comienzos del s. II.

Género y finalidad de la carta.
Aunque se presenta y comienza como carta, el texto es más bien una exhortación. Teniendo en cuenta que se dice próximo a la muerte (1,3-15), se podría catalogar el escrito como uno de esos testamentos espirituales tan corrientes entonces y de ilustre ascendencia bíblica. El autor se enfrenta con dos problemas principales: el retraso de la parusía o segunda venida del Señor y las herejías, preocupaciones comunes de la segunda generación cristiana.
La aparente tardanza de la victoria definitiva de Jesús enfriaba los ánimos de los creyentes y cundía el desaliento y la incertidumbre ante el gran acontecimiento que, con el correr de los años, aparecía cada vez más lejano. Los enemigos se burlaban de ellos: «¿Qué ha sido de su venida prometida?... todo sigue igual que desde el principio del mundo» (3,4).
El autor responde invitando a sus oyentes a mirar la historia con los ojos de la fe. El tiempo presente es el tiempo de la «paciencia de Dios», pues «no quiere que se pierda nadie, sino que todos se arrepientan» (3,9). Por otra parte, el calendario de Dios es distinto del calendario de los hombres, pues para el Señor «un día es como mil años y mil años como un día» (3,8). De esta lectura de los signos de los tiempos, el autor saca su conclusión: una conducta irreprochable y santa no sólo sitúa al cristiano en el camino de la esperanza, sino que apresura «la venida del día de Dios» (3,12), viviéndolo ya como inminente y convirtiendo la espera no en una actitud pasiva, sino en activa colaboración que acelere la transformación final.
En cuanto a las herejías o falsas doctrinas, todo induce a pensar que se trata de una forma de gnosticismo, con sus historias de mitos y la insistencia en conocimientos arcanos. El autor no las nombra, sólo insiste en el libertinaje de los herejes. Ese «día» para ellos llegará como un ladrón en la noche.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

II Pedro  2,1-22Contra los falsos profetas y maestros. Este capítulo tiene como objetivo desenmascarar a los «falsos maestros» que arruinan la vida de las comunidades. Toma como base la carta de Judas, que a veces cita casi literalmente (cfr. 1 y Jud_1:4; 4 y Jud_1:6; 6 y Jud_1:7; 9 y Jud_1:6; 10 y Jud_1:7s; 11 y Jud_1:9; 12 y Jud_1:10; 13 y Jud_1:12; 15 y Jud_1:11; 17 y Jud_1:12s; 2 y Jud_1:16; 3 y Jud_1:12s). La doctrina de los «falsos maestros» se caracteriza por renegar del Señor (1; cfr. 1Jn_2:22s) e imponer en las comunidades un estilo de vida que privilegia el sectarismo, la idolatría, la inmoralidad, el desprestigio del camino de la verdad -la vida cristiana-, el amor al dinero con engaño, el libertinaje, el desprecio de la autoridad de Dios, las actuaciones animalescas, el insulto, la corrupción, el adulterio y la avaricia.
Para reforzar sus argumentos trae a colación tres ejemplos de castigos tomados del Antiguo Testamento: los ángeles pecadores (4; cfr. Gén_6:1-4), el diluvio (5; cfr. Gn 7-9) y Sodoma y Gomorra (6; cfr. Gén_19:1-28). Quien actúa de esta manera se contagia del síndrome de Balaán, que consiste en vivir para la codicia (15), en asumir la vida como un espejismo (16), en una enseñanza vacía y estéril que seduce a los frágiles en la fe (18) y en ser esclavos de la corrupción con señuelos de libertad (19). En medio de los castigos, el autor recuerda positivamente a personajes como Noé y Lot (5-8), hombres religiosos (9) que lograron vivir en fidelidad al proyecto de Dios, y por eso fueron liberados por el Señor.
Los versículos 20s son una dura advertencia para los que tienen una fe ambigua y débil, para quienes conociendo a Jesús, camino de justicia, se rinden fácilmente ante las «inmundicias del mundo». Las palabras del versículo 21 recuerdan la dura sentencia de Jesús contra quien habría de entregarlo: «más le valdría a ese hombre no haber nacido» (Mat_26:24).
La conclusión (22) se hace a partir de dos refranes, uno de origen sapiencial bíblico (cfr. Pro_26:11) y otro de origen helenista.