I Juan 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1 Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguien peca, tenemos un abogado ante el Padre, Jesucristo el Justo.
2 Él se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo.
3

Cumplir los mandamientos

La señal de que lo conocemos es que cumplimos sus mandamientos.
4 Quien dice que lo conoce y no cumple sus mandamientos miente y no es sincero.
5 Pero quien cumple su palabra, ése ama perfectamente a Dios. En eso conocemos que estamos con él.
6 Quien dice que permanece con él ha de vivir como él vivió.
7 Queridos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenían desde el principio. El mandamiento antiguo es el mensaje que ustedes oyeron.
8 Y, sin embargo, se lo doy como mandamiento nuevo, que se hace realidad en Jesucristo y en ustedes; porque se alejan las tinieblas y la luz verdadera ya alumbra.
9 Quien dice que está en la luz mientras odia a su hermano sigue en tinieblas.
10 Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.
11 Quien odia a su hermano está en tinieblas, camina en tinieblas y no sabe adónde va, porque la oscuridad le ciega los ojos.
12

Los cristianos y el mundo

Hijos míos, les escribo a ustedes porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
13 Padres, les escribo a ustedes porque conocen al que existe desde el principio.
Jóvenes, les escribo a ustedes porque han vencido al Maligno.
14 Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre.
15 No amen al mundo ni lo que hay en él: quien ama al mundo no posee el amor del Padre.
16 Porque todo lo que hay en el mundo, los malos deseos de la naturaleza humana, la codicia de los ojos y el orgullo de las riquezas no procede del Padre, sino del mundo.
17 Y el mundo pasa con sus codicias; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece por siempre.
18

Cuidado con los anticristos

Hijos míos, estamos en la última hora. Han oído que ha de venir el Anticristo; en realidad ya han venido muchos anticristos, y eso nos demuestra que es la última hora.
19 Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Así mostraron que no eran de los nuestros.
20 Ustedes han recibido la unción del Espíritu, y todos tienen la verdadera sabiduría.
21 No les escribo porque desconocen la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso, sino quien niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo: quien niega al Padre y al Hijo.
23 Quien niega al Hijo no acepta al Padre; quien confiesa al Hijo acepta al Padre.
24 En cuanto a ustedes permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio. Si conservan en su corazón lo que oyeron al principio, también ustedes permanecerán con el Hijo y con el Padre.
25 Y ésta es la promesa que él nos hizo: la vida eterna.
26 Les escribo estas cosas pensando en aquellos que tratan de engañarlos.
27 Ustedes conserven la unción que recibieron de Jesucristo y no tendrán necesidad de que nadie les enseñe; porque su unción, que es verdadera e infalible, los instruirá acerca de todo. Lo que les enseñe consérvenlo.
28 Ahora, hijitos, permanezcan con él, y así, cuando se manifieste, tendremos confianza y no nos avergonzaremos de él en el día de su venida.
29 Si ustedes saben que él es justo, sabrán que quien practica la justicia es hijo suyo.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Juan

Primera Carta de Juan

Autor, fecha y lugar de composición de la carta. La tradición, desde los comienzos, consideró este escrito como obra de Juan el apóstol y evangelista. Hoy seguimos llamándola carta de Juan, y muchos comentaristas siguen manteniendo la opinión tradicional: sea carta o tratado, su autor es Juan. Pero hay bastantes exegetas que la atribuyen a otro Juan, o a otro autor, diverso del evangelista.
La exposición de los argumentos en pro o en contra de una u otra opinión nos llevaría demasiado lejos, y además no es tan importante. Si el autor no es el evangelista, se trata ciertamente de un discípulo o miembro de su escuela, o un portavoz de la comunidad que se inspiraba en él.
En cuanto a la fecha de la carta, considerando que era ya bastante conocida a principios del siglo segundo, podemos suponer que fue escrita a finales de la década de los 90, probablemente en Éfeso o en su región, lugares donde se desarrollaron las comunidades inspiradas por el pensamiento y la figura de Juan.

Destinatarios y circunstancias de la carta. El autor trata a sus destinatarios con afecto, como si los conociera personalmente o estuviera encargado de ellos (2,1.12. 28; 3,2.21). Atendiendo al final (5,21) podrían ser cristianos procedentes del paganismo. Más numerosos y fuertes son los indicios que apuntan a judeocristianos. De todas formas, por aquellas fechas las comunidades eran con frecuencia mixtas. Lo cierto es que se trataba de una Iglesia fervorosa y dinámica, pero infiltrada por falsas doctrinas que habían comenzado a sembrar la confusión y el cisma.
La figura de los cismáticos o apóstatas se puede recomponer con los rasgos que esparce el autor en negativo, refutándolos y calificándolos con palabras duras: seductores, mentirosos, pertenecientes al mundo de las tinieblas y ajenos a la comunidad. Piensan conocer y ver a Dios, estar en la luz y en comunión con Él, pero no reconocen a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, niegan la encarnación y se consideran sin pecado aunque no guardan los mandamientos.

Género y contenido de la carta. Lo que llamamos carta podría ser homilía o instrucción escrita. El desarrollo es peculiar. Alguien lo ha comparado a una escalera de caracol que gira en torno a un eje fijo, ascendiendo a planos superiores. Pide una lectura acompasada, con pausas para la resonancia mental y cordial.
Todo gira alrededor de la fe en la encarnación del Hijo de Dios y el amor al prójimo. Es imposible reconocer a Dios como Padre si no se reconoce a Cristo como su Hijo; es imposible amar a Dios si no se ama al prójimo. El autor va desarrollando su reflexión con imágenes tomadas del cuarto evangelio. Y así, confesar a Jesús como Hijo de Dios es entrar en comunión con él, participar de su vida divina, compartir su amor incondicional por todos.
El amor fraterno y la fe en Cristo son la única garantía de caminar en la luz y en la verdad, «porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios... ya que Dios es amor... ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él» (4,7-9).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

I Juan 2,3-11Cumplir los mandamientos. El cristiano auténtico que va comenzando su vida espiritual, se va a esforzar por cumplir los mandamientos como expresión de su amor a Dios. Nadie puede excusarse de cumplir los mandamientos. El mandamiento del amor, el que conocieron desde el comienzo, es la expresión más clara de la comunión con Jesús y con la comunidad cristiana.


I Juan 2,12-17Los cristianos y el mundo. El cristiano que va avanzando en su fe se va alejando de las atracciones de lo mundano, viéndolas desde la perspectiva de Dios. Todo lo mundano es expresión de codicia, avidez, y orgullo (16s), es pasajero y no le ayuda para la eternidad.
I Juan 2,18-29Cuidado con los anticristos. Una expresión del espíritu del mundo son los falsos maestros que se buscan a sí mismos o buscan su propio interés. Para el autor todo el que deja la comunidad cristiana para formar su propio grupo va contra la voluntad y la oración de Jesús en la Última Cena; es un anticristo. Para Juan no existen los hermanos separados. En nuestros días hay muchos que han nacido fuera de nuestra comunidad; ellos no tienen la culpa de su separación; hay que rezar para que un día volvamos a la unidad, para que haya un solo rebaño y un solo pastor (Jua_10:16).