I Juan 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1

Discernimiento de espíritus

Queridos míos, no crean a todos los que se dicen inspirados, más bien, pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios; porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas.
2 En esto reconocerán al que Dios inspira todo: espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne mortal procede de Dios;
3 todo espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios, sino más bien del Anticristo. Oyeron que iba a venir, ahora ya está en el mundo.
4 Hijitos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo: por eso hablan de cosas mundanas y el mundo los escucha.
6 Nosotros somos de Dios, y quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. Así distinguimos el espíritu de la verdad y el espíritu de la mentira.
7

Dios es amor

Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios.
8 Quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor.
9 Dios ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él.
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.
11 Queridos, si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nunca lo ha visto nadie; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
13 Reconocemos que está con nosotros y nosotros con él porque nos ha hecho participar de su Espíritu.
14 Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo.
15 Si uno confiesa que Jesús es Hijo de Dios, Dios permanece con él y él con Dios.
16 Nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tuvo. Dios es amor: quien conserva el amor permanece con Dios y Dios con él.
17 El amor llegará en nosotros a su perfección si somos en el mundo lo que él fue y esperamos confiados el día del juicio.
18 En el amor no cabe el temor, antes bien, el amor desaloja el temor. Porque el temor se refiere al castigo, y quien teme no ha alcanzado un amor perfecto.
19 Nosotros amamos porque él nos amó antes.
20 Si uno dice que ama a Dios mientras odia a su hermano, miente; porque si no ama al hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.
21 Y el mandato que nos dio es que quien ama a Dios ame también a su hermano.

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Introducción a I Juan

Primera Carta de Juan

Autor, fecha y lugar de composición de la carta. La tradición, desde los comienzos, consideró este escrito como obra de Juan el apóstol y evangelista. Hoy seguimos llamándola carta de Juan, y muchos comentaristas siguen manteniendo la opinión tradicional: sea carta o tratado, su autor es Juan. Pero hay bastantes exegetas que la atribuyen a otro Juan, o a otro autor, diverso del evangelista.
La exposición de los argumentos en pro o en contra de una u otra opinión nos llevaría demasiado lejos, y además no es tan importante. Si el autor no es el evangelista, se trata ciertamente de un discípulo o miembro de su escuela, o un portavoz de la comunidad que se inspiraba en él.
En cuanto a la fecha de la carta, considerando que era ya bastante conocida a principios del siglo segundo, podemos suponer que fue escrita a finales de la década de los 90, probablemente en Éfeso o en su región, lugares donde se desarrollaron las comunidades inspiradas por el pensamiento y la figura de Juan.

Destinatarios y circunstancias de la carta. El autor trata a sus destinatarios con afecto, como si los conociera personalmente o estuviera encargado de ellos (2,1.12. 28; 3,2.21). Atendiendo al final (5,21) podrían ser cristianos procedentes del paganismo. Más numerosos y fuertes son los indicios que apuntan a judeocristianos. De todas formas, por aquellas fechas las comunidades eran con frecuencia mixtas. Lo cierto es que se trataba de una Iglesia fervorosa y dinámica, pero infiltrada por falsas doctrinas que habían comenzado a sembrar la confusión y el cisma.
La figura de los cismáticos o apóstatas se puede recomponer con los rasgos que esparce el autor en negativo, refutándolos y calificándolos con palabras duras: seductores, mentirosos, pertenecientes al mundo de las tinieblas y ajenos a la comunidad. Piensan conocer y ver a Dios, estar en la luz y en comunión con Él, pero no reconocen a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, niegan la encarnación y se consideran sin pecado aunque no guardan los mandamientos.

Género y contenido de la carta. Lo que llamamos carta podría ser homilía o instrucción escrita. El desarrollo es peculiar. Alguien lo ha comparado a una escalera de caracol que gira en torno a un eje fijo, ascendiendo a planos superiores. Pide una lectura acompasada, con pausas para la resonancia mental y cordial.
Todo gira alrededor de la fe en la encarnación del Hijo de Dios y el amor al prójimo. Es imposible reconocer a Dios como Padre si no se reconoce a Cristo como su Hijo; es imposible amar a Dios si no se ama al prójimo. El autor va desarrollando su reflexión con imágenes tomadas del cuarto evangelio. Y así, confesar a Jesús como Hijo de Dios es entrar en comunión con él, participar de su vida divina, compartir su amor incondicional por todos.
El amor fraterno y la fe en Cristo son la única garantía de caminar en la luz y en la verdad, «porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios... ya que Dios es amor... ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él» (4,7-9).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Juan 4,1-6Discernimiento de espíritus. Los falsos maestros, los anticristos, hablan el lenguaje del mundo; el cristiano no debe escucharles. Además, a finales del s. I habían aparecido los primeros herejes gnósticos que negaban la humanidad de Jesús y su sacrificio en la cruz. Juan se opone a ellos decididamente. El Jesús crucificado, y no solamente el Jesús glorioso, es parte esencial del mensaje cristiano.


I Juan 4,7-21Dios es amor - Victoria de la fe. La cumbre de la vida cristiana es vivir el amor en el amor. Dios es amor. El amor de Dios es algo que, como se dijo en el evangelio (Jua_13:34s; Jua_15:9), el cristiano debe transmitir a los demás. La prueba constatable de que uno ama a Dios es su amor al prójimo. Ese amor es la expresión más viva de la fe. La fe del cristiano abraza sobre todo el sacrificio de Jesús que derramó su sangre por nosotros. Es un gran misterio este sacrificio. Había herejes que no podían aceptarlo. Es a través de nuestra fe y participación en el sacrificio de Cristo que recibimos la vida que Jesús ofrece al creyente.