I Juan 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
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Victoria de la fe

Todo el que cree que Jesús es el Cristo es hijo de Dios y todo el que ama al Padre ama también al Hijo.
2 Si amamos a Dios y cumplimos sus mandatos, es señal de que amamos a los hijos de Dios.
3 Porque el amor de Dios consiste en cumplir sus mandatos, que no son una carga.
4 Todo el que es hijo de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que venció al mundo: nuestra fe.
5 ¿Quién vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
6 Es el que vino con agua y sangre, Jesucristo: no sólo con agua, sino con agua y sangre. Y el Espíritu, que es la verdad, da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
7 Tres son los testigos:
8 el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan.
9 Si aceptamos el testimonio humano, más convincente es el testimonio de Dios.
10 Quien cree en el Hijo de Dios posee el testimonio; quien no cree a Dios lo deja por mentiroso al no creer el testimonio que Dios ha dejado acerca de su Hijo.
11 El testimonio declara que Dios nos ha dado vida eterna y que esa vida está en su Hijo.
12 Quien acepta al Hijo posee la vida; quien no acepta al Hijo de Dios no posee la vida.
13 Les escribo esto a ustedes, los que creen en la persona del Hijo de Dios para que sepan que poseen vida eterna.
14

Nuestras certezas

Nos dirigimos a Dios con la confianza de que, si pedimos algo según su voluntad, nos escuchará.
15 Y si sabemos que nos escucha cuando le pedimos, sabemos que ya poseemos lo que hemos pedido.
16 Si uno ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, rece y Dios dará vida al hermano. Me refiero a los que cometen pecados que no llevan a la muerte: porque hay pecados que son mortales, por ellos no digo que rece.
17 Toda maldad es pecado, pero hay pecados que no acarrean la muerte.
18 Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, porque el Engendrado por Dios lo protege para que el Maligno no lo toque.
19 Sabemos que procedemos de Dios, mientras que el mundo entero pertenece al Maligno.
20 Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para conocer al que es Verdadero. Y nosotros permanecemos en el que es Verdadero y con su Hijo Jesucristo. Él es el Dios verdadero y la vida eterna.
21 Hijitos míos, cuídense de los ídolos.

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Introducción a I Juan

Primera Carta de Juan

Autor, fecha y lugar de composición de la carta. La tradición, desde los comienzos, consideró este escrito como obra de Juan el apóstol y evangelista. Hoy seguimos llamándola carta de Juan, y muchos comentaristas siguen manteniendo la opinión tradicional: sea carta o tratado, su autor es Juan. Pero hay bastantes exegetas que la atribuyen a otro Juan, o a otro autor, diverso del evangelista.
La exposición de los argumentos en pro o en contra de una u otra opinión nos llevaría demasiado lejos, y además no es tan importante. Si el autor no es el evangelista, se trata ciertamente de un discípulo o miembro de su escuela, o un portavoz de la comunidad que se inspiraba en él.
En cuanto a la fecha de la carta, considerando que era ya bastante conocida a principios del siglo segundo, podemos suponer que fue escrita a finales de la década de los 90, probablemente en Éfeso o en su región, lugares donde se desarrollaron las comunidades inspiradas por el pensamiento y la figura de Juan.

Destinatarios y circunstancias de la carta. El autor trata a sus destinatarios con afecto, como si los conociera personalmente o estuviera encargado de ellos (2,1.12. 28; 3,2.21). Atendiendo al final (5,21) podrían ser cristianos procedentes del paganismo. Más numerosos y fuertes son los indicios que apuntan a judeocristianos. De todas formas, por aquellas fechas las comunidades eran con frecuencia mixtas. Lo cierto es que se trataba de una Iglesia fervorosa y dinámica, pero infiltrada por falsas doctrinas que habían comenzado a sembrar la confusión y el cisma.
La figura de los cismáticos o apóstatas se puede recomponer con los rasgos que esparce el autor en negativo, refutándolos y calificándolos con palabras duras: seductores, mentirosos, pertenecientes al mundo de las tinieblas y ajenos a la comunidad. Piensan conocer y ver a Dios, estar en la luz y en comunión con Él, pero no reconocen a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, niegan la encarnación y se consideran sin pecado aunque no guardan los mandamientos.

Género y contenido de la carta. Lo que llamamos carta podría ser homilía o instrucción escrita. El desarrollo es peculiar. Alguien lo ha comparado a una escalera de caracol que gira en torno a un eje fijo, ascendiendo a planos superiores. Pide una lectura acompasada, con pausas para la resonancia mental y cordial.
Todo gira alrededor de la fe en la encarnación del Hijo de Dios y el amor al prójimo. Es imposible reconocer a Dios como Padre si no se reconoce a Cristo como su Hijo; es imposible amar a Dios si no se ama al prójimo. El autor va desarrollando su reflexión con imágenes tomadas del cuarto evangelio. Y así, confesar a Jesús como Hijo de Dios es entrar en comunión con él, participar de su vida divina, compartir su amor incondicional por todos.
El amor fraterno y la fe en Cristo son la única garantía de caminar en la luz y en la verdad, «porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios... ya que Dios es amor... ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él» (4,7-9).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Juan 5,1-13Dios es amor - Victoria de la fe. La cumbre de la vida cristiana es vivir el amor en el amor. Dios es amor. El amor de Dios es algo que, como se dijo en el evangelio (Jua_13:34s; Jua_15:9), el cristiano debe transmitir a los demás. La prueba constatable de que uno ama a Dios es su amor al prójimo. Ese amor es la expresión más viva de la fe. La fe del cristiano abraza sobre todo el sacrificio de Jesús que derramó su sangre por nosotros. Es un gran misterio este sacrificio. Había herejes que no podían aceptarlo. Es a través de nuestra fe y participación en el sacrificio de Cristo que recibimos la vida que Jesús ofrece al creyente.


I Juan 5,14-21Nuestras certezas. Juan quiere asegurar a los miembros de su comunidad de que van por buen camino. No se han dejado engañar por los falsos maestros. Juan hace referencia a ciertos pecados que son «mortales», que llevan a la muerte. Son pecados contra la fe y el amor de los que acaba de hablar. Son los pecados de los anticristos que han salido de la comunidad. A ésos hay que dejarlos en manos de Dios y de su misericordia. Por todos los demás hay que orar, estando seguros de que Dios escucha nuestras oraciones. Los últimos versículos (18-21) hacen un hermoso resumen de toda la carta. Los hijos de Dios rechazan el pecado, se alejan de lo mundano, ponen su confianza en Jesús de quien reciben vida eterna, y rechazan toda enseñanza falsa.