Tobías 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 14 versitos |
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La vuelta a casa

Por su parte, Tobit iba contando, uno por uno, los días del viaje de Tobías, la ida y la vuelta. Pero pasó el tiempo sin que su hijo volviera,
2 y pensó: ¡Ha tenido allí algún contratiempo! A lo mejor ha muerto Gabael y no hay nadie que le entregue el dinero.
3 Y empezó a preocuparse.
4 Su mujer, Ana, decía:
– Mi hijo ha muerto. Mi hijo ya no vive.
Y empezó a llorar y a lamentarse por él:
5 –¡Ay de mí, hijo! ¡Te dejé marchar, y tú eras la luz de mis ojos!
6 Tobit le reñía:
– Calla, no te preocupes, mujer. Está sano y salvo. Habrá tenido allí mucho que hacer. Su compañero es de confianza, es uno de los nuestros. No te aflijas por él, mujer, llegará enseguida.
7 Pero ella repuso:
– Calla, déjame, no intentes engañarme. Mi hijo ha muerto.
Y todos los días salía a mirar el camino por donde había marchado su hijo, porque no creía a nadie. Y cuando se ponía el sol entraba en casa, lamentándose, y se pasaba la noche llorando, sin poder dormir.
8 Cuando pasaron los catorce días de fiesta que Ragüel había jurado hacer a su hija por la boda, Tobías fue a decirle:
– Déjame marchar, porque estoy seguro de que mi padre y mi madre piensan que no volverán a verme. Te ruego, padre, que me dejes marchar a mi casa. Ya te dije en qué situación los dejé.
9 Ragüel respondió:
– Quédate, hijo, quédate conmigo. Yo mandaré un correo a tu padre, Tobit, con noticias tuyas.
Pero Tobías insistió:
– No, no. Por favor, déjame volver a mi casa.
10 Entonces Ragüel le entregó enseguida a Sara, y la mitad de sus bienes, criados y criadas, vacas y ovejas, burros y camellos, ropa, dinero y vajilla.
11 Los despidió sanos y salvos, diciéndole a Tobías:
– Salud, hijo. Que tengas buen viaje. El Señor del cielo los guíe, a ti y a tu mujer, Sara. A ver si antes de morirme puedo ver a sus hijos.
12 Luego dijo a su hija, Sara:
– Ve a casa de tu suegro. Desde ahora ellos son tus padres, como los que te hemos dado la vida.
13 Edna se despidió de Tobías:
– Hijo y pariente querido, que el Señor te lleve a casa. A ver si antes de morirme puedo ver a sus hijos. Delante de Dios te confío a mi hija, Sara. No la disgustes nunca. Anda en paz, hijo. Desde ahora yo soy tu madre y Sara tu hermana. ¡Ojalá viviéramos todos juntos toda la vida!
Los besó y los despidió sanos y salvos.
14 Así marchó Tobías de casa de Ragüel, sano y salvo, alegre y alabando al Señor de cielo y tierra, rey del universo, por el éxito del viaje. ¡Ojalá puedas honrarlos mientras vivan! Vete en paz, hija. A ver si mientras vivo no oigo más que buenas noticias tuyas.
Los abrazó y los dejó marchar.

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Introducción a Tobías

TOBÍAS

El libro. El libro de Tobías ha sido alabado por muchos comentadores de otros tiempos como lectura devota de familias cristianas; hoy no nos atrevemos a compartir semejante juicio. De hecho le costó afirmarse como libro canónico y, después, fue negado como tal por los reformadores protestantes. El argumento pudo ser entretenido y sorprendente, pero el autor no ha sabido desarrollarlo.
Es acertado el montaje paralelo del capítulo 4 y la no revelación de la personalidad del ángel; pero el ángel abusa de su saber para adelantar lo que va a suceder, matando periódicamente el interés narrativo. Hay una escena divertida, de humor macabro (8); algunos detalles pintorescos animan periódicamente el relato. Nos molesta la falta de tensión dramática, el fácil recurso a lo maravilloso, los discursos y plegarias insistentes, el recurso a las lágrimas para expresar la emoción. Son convenciones de época que hoy no funcionan.
Tobit llega a interesarnos. Rafael es como una «domesticación» de lo angélico, quiero decir que su misión pasa de la gran historia a un asunto familiar. Tobías es casi un antipersonaje, puesto para hacer preguntas y recibir instrucciones del ángel; sin haber luchado ni vencido, llega al colmo de la felicidad cuando hereda a padres y suegros.

Época y autor.
El libro parece escrito durante la era helenística, quizá bien entrado el s. III a.C. El autor es desconocido. Tiene todas las trazas de ser traducción griega de un original semítico, probablemente hebreo. La dicción es poco feliz y da la impresión de que ese defecto no se debe exclusivamente al traductor.

Mensaje religioso.
La espiritualidad del libro se inscribe bajo el lema de la «observancia». Tobit realiza actos heroicos enterrando a sus compatriotas; pero da la impresión de que para el autor no era menos importante lavarse las manos antes de comer. La estima de la limosna es notable, pero no menos se aprecian las riquezas que acarrea. La preocupación por casarse dentro de la familia parece excesiva, la boda es ante todo una cuestión legal. Varias veces se cita un precepto o se alude a él para justificar alguna acción del libro, que de este modo se convierte en ilustración narrativa de la Ley.
Por otra parte, las oraciones expresan una piedad auténtica de agradecimiento y confianza en Dios. El hijo sana al padre devolviéndole la luz que es la vida. Como continuidad de la familia, encarna la comunidad de la tribu, de la nación. El ángel establece, en función del pueblo, la bendición genesíaca y patriarcal de la fecundidad. Sara es como una matriarca amenazada, la mujer predestinada que espera al varón.
El destierro y la diáspora nada podrán contra los vínculos de lealtad a Dios, a su ley, a los compatriotas. En el confín de la esperanza, emerge Jerusalén.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Tobías 10,1-14La vuelta a casa. Se detectan aquí algunos paralelos con las narraciones patriarcales, en particular con la vuelta de Jacob a Canaán: despedida del suegro, viaje con la mujer, las posesiones y el encuentro con ángeles. Al destino histórico de Jacob, padre de tribus, corresponde el destino de una familia de desterrados, y el ángel es su servidor doméstico. En cambio, falta el dramatismo, suplido con despedidas efusivas regadas con lágrimas. Retorna la técnica del montaje paralelo, pero sin doble oración. El joven, ya iniciado, toma la iniciativa.