Tobías 12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1

Rafael

Cuando acabaron los festejos de la boda, Tobit llamó a Tobías y le recordó:
– Hijo, ya es hora de pagarle lo convenido a tu compañero. Y dale aún más.
2 Tobías respondió:
– Padre, ¿cuánto le doy? No salgo perdiendo ni aunque le dé la mitad de los bienes que trajo conmigo.
3 Me ha guiado sin que me pasara nada malo, sanó a mi mujer, trajo el dinero conmigo y te sanó a ti. ¿Cuánto le doy?
4 Tobit dijo:
– Hijo, bien se merece la mitad de todo lo que ha traído.
5 Así es que lo llamó y le dijo:
– Como paga, toma la mitad de todo lo que has traído, y vete en paz.
6 Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo:
– Bendigan a Dios y proclamen ante todos los vivientes los beneficios que les ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifiesten a todos las obras del Señor como él se merece, y nunca dejen de celebrarlo.
7 Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obren bien, y el mal nunca los dañará.
8 Vale más la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza adquirida injustamente. Vale más hacer limosnas que atesorar dinero.
9 La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosnas gozarán de una larga vida.
10 Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí mismos.
11 Les descubriré toda la verdad sin ocultarles nada. Ya les dije que si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen.
12 Ahora bien, cuando Sara y tú estaban rezando, yo presentaba sus oraciones ante la presencia gloriosa del Señor, para que él las tuviera en cuenta. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos.
13 Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar, y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte;
14 pero me ha enviado de nuevo para sanarte a ti y a tu nuera, Sara.
15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria.
16 Los dos hombres se asustaron y cayeron rostro en tierra, temerosos.
17 Rafael les dijo:
– No teman. ¡La paz esté con ustedes! Bendigan a Dios eternamente.
18 Mi presencia entre ustedes no se ha debido a mí, sino a la voluntad de Dios. Bendíganlo siempre y cántenle himnos.
19 Aunque ustedes me veían comer, no comía; era pura apariencia.
20 Por eso bendigan al Señor en la tierra, den gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió. Ustedes escriban todo lo que les ha sucedido.
El ángel desapareció.
21 Cuando se pusieron de pie, ya no lo vieron. Entonces bendijeron y cantaron a Dios, dándole gracias por aquellas maravillas que hizo, porque se les había aparecido un ángel de Dios.

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Introducción a Tobías

TOBÍAS

El libro. El libro de Tobías ha sido alabado por muchos comentadores de otros tiempos como lectura devota de familias cristianas; hoy no nos atrevemos a compartir semejante juicio. De hecho le costó afirmarse como libro canónico y, después, fue negado como tal por los reformadores protestantes. El argumento pudo ser entretenido y sorprendente, pero el autor no ha sabido desarrollarlo.
Es acertado el montaje paralelo del capítulo 4 y la no revelación de la personalidad del ángel; pero el ángel abusa de su saber para adelantar lo que va a suceder, matando periódicamente el interés narrativo. Hay una escena divertida, de humor macabro (8); algunos detalles pintorescos animan periódicamente el relato. Nos molesta la falta de tensión dramática, el fácil recurso a lo maravilloso, los discursos y plegarias insistentes, el recurso a las lágrimas para expresar la emoción. Son convenciones de época que hoy no funcionan.
Tobit llega a interesarnos. Rafael es como una «domesticación» de lo angélico, quiero decir que su misión pasa de la gran historia a un asunto familiar. Tobías es casi un antipersonaje, puesto para hacer preguntas y recibir instrucciones del ángel; sin haber luchado ni vencido, llega al colmo de la felicidad cuando hereda a padres y suegros.

Época y autor.
El libro parece escrito durante la era helenística, quizá bien entrado el s. III a.C. El autor es desconocido. Tiene todas las trazas de ser traducción griega de un original semítico, probablemente hebreo. La dicción es poco feliz y da la impresión de que ese defecto no se debe exclusivamente al traductor.

Mensaje religioso.
La espiritualidad del libro se inscribe bajo el lema de la «observancia». Tobit realiza actos heroicos enterrando a sus compatriotas; pero da la impresión de que para el autor no era menos importante lavarse las manos antes de comer. La estima de la limosna es notable, pero no menos se aprecian las riquezas que acarrea. La preocupación por casarse dentro de la familia parece excesiva, la boda es ante todo una cuestión legal. Varias veces se cita un precepto o se alude a él para justificar alguna acción del libro, que de este modo se convierte en ilustración narrativa de la Ley.
Por otra parte, las oraciones expresan una piedad auténtica de agradecimiento y confianza en Dios. El hijo sana al padre devolviéndole la luz que es la vida. Como continuidad de la familia, encarna la comunidad de la tribu, de la nación. El ángel establece, en función del pueblo, la bendición genesíaca y patriarcal de la fecundidad. Sara es como una matriarca amenazada, la mujer predestinada que espera al varón.
El destierro y la diáspora nada podrán contra los vínculos de lealtad a Dios, a su ley, a los compatriotas. En el confín de la esperanza, emerge Jerusalén.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Tobías 12,1-22Rafael. Aquí encontramos el desenlace final del libro de Tobías, que viene a ser una especie de novela de carácter didáctico. Podemos distinguir los siguientes momentos: 1. Padre e hijo se ponen de acuerdo en compensar al acompañante con la mitad de los bienes que han traído del viaje. 2. Rafael los llama aparte y los invita a bendecir a Dios y a proclamar ante todos los vivientes los beneficios recibidos. 3. La parte central del discurso del ángel es una exhortación de carácter sapiencial en torno a los tres fundamentos de la vida piadosa, tal como la entendía el judaísmo tardío: la limosna, la oración, el ayuno. 4. Rafael explica que la vida del hombre tiene como dos planos: esta apariencia corporal controlable por los sentidos, que se desarrolla aquí en la tierra y que no parece ser más que una secuencia mecánica de causas y efectos sin trascendencia alguna. Detrás de este plano visible se esconde otro de alcance trascendental y divino; las palabras y las acciones de los hombres no se desvanecen sin dejar rastro, devoradas por el tiempo, sino que todo queda registrado en la presencia de Dios. 5. Nueva invitación a proclamar las maravillas del Señor, incluso poniéndolas por escrito, y desaparición del ángel.
A pesar de las intervenciones extraordinarias y milagrosas del ángel durante el viaje, y a su regreso a casa de Tobit, padre e hijo no habían descubierto plenamente su carácter sobrenatural. Ésta es la pedagogía divina. Está presente en el mundo, en las cosas, en las palabras y en las acciones de los hombres, pero es una presencia callada y silenciosa; solamente la fe la puede descubrir. Padre e hijo seguían creyendo que Rafael era uno de los parientes de la tribu de Neftalí y por eso quieren compensarlo. Es cierto que la acción de Dios se desarrolla en un clima misterioso y de silencio. Rafael ha sabido adaptarse perfectamente a esta pedagogía divina y ha llevado a cabo su misión con la máxima naturalidad. Con todo, todas las cosas tienen su tiempo: tiempo de callar y tiempo de hablar (Ecl_3:7). Rafael dice que ha llegado el tiempo de hablar para bendecir y proclamar a los cuatro vientos las maravillas del Señor.