Tobías 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1 Al terminar la cena, decidieron irse a dormir, y acompañaron al muchacho hasta la habitación.
2 Tobías recordó los consejos de Rafael; sacó de la alforja el hígado y el corazón del pez y los echó en el brasero del incienso.
3 El olor del pez alejó al demonio, que escapó hasta el confín de Egipto. Rafael lo persiguió al instante y lo sujetó allí, atándolo de pies y manos.
4 Cuando Ragüel y Edna salieron, cerraron la puerta de la habitación. Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara:
– Mujer, levántate, vamos a rezar pidiendo a nuestro Señor que tenga misericordia de nosotros y nos proteja.
5 Se levantó, y empezaron a rezar pidiendo a Dios que los protegiera. Rezó así:
Bendito eres,
Dios de nuestros padres,
y bendito tu Nombre
por los siglos de los siglos.
Que te bendigan el cielo
y todas tus creaturas por siempre.
6 Tú creaste a Adán,
y como ayuda y apoyo
creaste a su mujer, Eva:
de los dos nació la raza humana.
Tú dijiste: No está bien
que el hombre esté solo,
voy a hacerle alguien
como él para que le ayude.
7 Si yo me caso con esta prima mía
no busco satisfacer mi pasión,
sino que procedo lealmente.
Dígnate apiadarte de ella y de mí,
y haznos llegar juntos a la vejez.
8 Los dos dijeron:
– Amén, amén.
9 Y durmieron aquella noche.
10 Ragüel se levantó, llamó a los criados y fueron a cavar una fosa; porque se dijo:
– No sea que haya muerto, y luego se rían y se burlen de nosotros.
11 Cuando terminaron la fosa, Ragüel marchó a casa, llamó a su mujer
12 y le dijo:
– Manda una criada que entre a ver si está vivo; porque si está muerto, lo enterramos, y así nadie se entera.
13 Encendieron el candil, abrieron la puerta y mandaron dentro a la criada. Ella entró y los encontró a los dos juntos, profundamente dormidos,
14 y salió a decir:
– Está vivo, no ha ocurrido nada.
15 Entonces Ragüel alabó al Dios del cielo:
Bendito eres, Dios,
digno de toda bendición sincera.
Seas bendito por siempre.
16 Bendito eres por el gozo
que me has dado:
no pasó lo que me temía,
sino que nos has tratado
según tu gran misericordia.
17 Bendito eres
por haberte compadecido
de dos hijos únicos.
Sé misericordioso con ellos, Señor,
y protégelos;
haz que vivan hasta el fin
disfrutando de tu misericordia.
18 Ragüel mandó luego a sus criados que taparan la fosa antes del amanecer
19 y a su mujer que hiciera una gran hornada de pan. Él se fue al establo, trajo dos bueyes y cuatro carneros, mandó guisarlos y empezaron los preparativos.
20 Después llamó a Tobías, y le dijo:
– Tú no te moverás de aquí durante catorce días. Te quedarás aquí comiendo y bebiendo en mi casa y haciendo feliz a mi hija, que bastante ha sufrido.
21 Luego llévate la mitad de mis bienes, y vete sano y salvo a casa de tu padre. La otra mitad será de ustedes cuando mi mujer y yo hayamos muerto. Ánimo, hijo, yo soy tu padre y Edna tu madre; somos tuyos y de tu mujer, desde ahora para siempre. Ánimo, hijo.

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Introducción a Tobías

TOBÍAS

El libro. El libro de Tobías ha sido alabado por muchos comentadores de otros tiempos como lectura devota de familias cristianas; hoy no nos atrevemos a compartir semejante juicio. De hecho le costó afirmarse como libro canónico y, después, fue negado como tal por los reformadores protestantes. El argumento pudo ser entretenido y sorprendente, pero el autor no ha sabido desarrollarlo.
Es acertado el montaje paralelo del capítulo 4 y la no revelación de la personalidad del ángel; pero el ángel abusa de su saber para adelantar lo que va a suceder, matando periódicamente el interés narrativo. Hay una escena divertida, de humor macabro (8); algunos detalles pintorescos animan periódicamente el relato. Nos molesta la falta de tensión dramática, el fácil recurso a lo maravilloso, los discursos y plegarias insistentes, el recurso a las lágrimas para expresar la emoción. Son convenciones de época que hoy no funcionan.
Tobit llega a interesarnos. Rafael es como una «domesticación» de lo angélico, quiero decir que su misión pasa de la gran historia a un asunto familiar. Tobías es casi un antipersonaje, puesto para hacer preguntas y recibir instrucciones del ángel; sin haber luchado ni vencido, llega al colmo de la felicidad cuando hereda a padres y suegros.

Época y autor.
El libro parece escrito durante la era helenística, quizá bien entrado el s. III a.C. El autor es desconocido. Tiene todas las trazas de ser traducción griega de un original semítico, probablemente hebreo. La dicción es poco feliz y da la impresión de que ese defecto no se debe exclusivamente al traductor.

Mensaje religioso.
La espiritualidad del libro se inscribe bajo el lema de la «observancia». Tobit realiza actos heroicos enterrando a sus compatriotas; pero da la impresión de que para el autor no era menos importante lavarse las manos antes de comer. La estima de la limosna es notable, pero no menos se aprecian las riquezas que acarrea. La preocupación por casarse dentro de la familia parece excesiva, la boda es ante todo una cuestión legal. Varias veces se cita un precepto o se alude a él para justificar alguna acción del libro, que de este modo se convierte en ilustración narrativa de la Ley.
Por otra parte, las oraciones expresan una piedad auténtica de agradecimiento y confianza en Dios. El hijo sana al padre devolviéndole la luz que es la vida. Como continuidad de la familia, encarna la comunidad de la tribu, de la nación. El ángel establece, en función del pueblo, la bendición genesíaca y patriarcal de la fecundidad. Sara es como una matriarca amenazada, la mujer predestinada que espera al varón.
El destierro y la diáspora nada podrán contra los vínculos de lealtad a Dios, a su ley, a los compatriotas. En el confín de la esperanza, emerge Jerusalén.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Tobías 8,1-21La boda de Sara. Podemos descomponer esta sección en varias escenas: la llegada directa a casa de Ragüel y acogida de los huéspedes tal como lo «manda» el rito de la hospitalidad oriental (7,1-8); los arreglos de la boda; Tobías ya amaba de oídas a Sara y no quiere dejar pasar esta noche para unirse a ella (7,9-17). El exorcismo con el hígado del pescado, da como resultado la huída de Asmodeo, demonio responsable de las muertes de siete pretendientes que intentaron unirse a Sara, y su encadenamiento por parte de Rafael a kilómetros de distancia (8,1-4). Esta escena se completa con la oración de Tobías y Sara (8,5-8). Se entremezcla aquí una escena, según algunos comentaristas, de puro humor macabro: Ragüel, «habituada» ya a enterrar los maridos de su hija, siete en total, cava una fosa para enterrar secretamente al octavo; sin embargo, los espías del cuarto nupcial anuncian gozosos que Tobías permanece con vida después de haber consumado el matrimonio con Sara (8,10-18). Finalmente tenemos la escena de la recuperación del dinero, motivo del viaje de Tobías, pero cuya misión cumple Rafael (9,1-6). Todo termina en ambiente de fiesta de bodas en casa de Ragüel.
El denominador común de esta secuencia de escenas, como puede verse, es el exagerado providencialismo. Todo se va realizando con una extraordinaria facilidad, como que es Dios, por mano de su ángel, el que va dirigiendo y realizando todo según el querer de los actores. Estos motivos fueron muy apreciados en una época en la cual se creía que es así como Dios actúa, desplazando al hombre y evitándole cualquier esfuerzo. Sin embargo, hoy no entendemos las cosas así; sin desconfiar en la Providencia, en la cual el mismo Jesús nos invita a confiar (Luc_12:22-31; Mat_6:25-34), porque es verdad que existe y actúa en nuestra historia y en nuestra cotidianidad, también hay que volver la mirada a nuestra propia responsabilidad y acción sobre los acontecimientos que afectan a nuestras vidas.