Judith 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 14 versitos |
1 Cuando lo oyeron los soldados que estaban en las tiendas, quedaron espantados ante lo ocurrido.
2 Les entró el pánico, y sin esperar uno al otro, huyeron todos por los caminos de la llanura y de la sierra, en una desbandada general.
3 Los acampados en la sierra, en torno a Betulia, se dieron también a la fuga. Entonces todos los soldados israelitas se lanzaron sobre ellos.
4 Ozías despachó mensajeros a Bebay, Joba, Cola y por todo Israel, para comunicar lo sucedido y pedir que se lanzasen todos contra el enemigo y lo destrozasen.
5 Al enterarse los israelitas, todos a una cayeron sobre los asirios, machacándolos hasta Joba. Se juntaron también los de Jerusalén y todos los de la sierra, informados de lo ocurrido en el campamento enemigo. Además, los de Galaad y Galilea los atacaron por los flancos, causándoles grandes pérdidas, hasta más allá de Damasco y su región.
6 Los que quedaron en Betulia se lanzaron sobre el campamento asirio y lo devastaron, consiguiendo un inmenso botín.
7 Al volver de la matanza, los israelitas se apoderaron de lo que quedaba; incluso la gente de los poblados y granjas de la sierra y de la llanura se llevó muchos despojos; así que hubo un botín enorme.
8

Acción de gracias

El sumo sacerdote, Joaquín, y el consejo de ancianos de Israel que habitaban en Jerusalén fueron a contemplar los prodigios de Dios en favor de Israel y a ver y a saludar a Judit.
9 Cuando llegaron a su casa, todos a una voz la felicitaron:
Tú eres la gloria de Jerusalén,
tú eres el honor de Israel,
tú eres el orgullo de nuestra raza.
10 Con tu mano lo hiciste,
bienhechora de Israel,
y Dios se ha complacido.
Que Dios omnipotente te bendiga por siempre jamás.
Y todos aclamaron:
–¡Así sea!
11 El saqueo del campamento duró treinta días. A Judit le asignaron la tienda de Holofernes con toda su vajilla de plata, los divanes, las vasijas y el mobiliario. Judit tomó esas cosas, cargó su mula; luego enganchó los carros y lo amontonó todo encima.
12 Todas las israelitas corrieron a verla y felicitarla. Algunas organizaron una danza en su honor. Judit tomó ramos y los repartió a sus compañeras,
13 que se coronaron como ella con hojas de olivo. Judit, a la cabeza de toda la gente, dirigía la danza de las mujeres. Seguían todos los israelitas, armados, llevando coronas y cantando himnos.
14 En medio de todos los israelitas, Judit entonó este canto de acción de gracias, coreado por todo el pueblo:

Patrocinio

 
 

Introducción a Judith

JUDIT

Contexto histórico. Siempre tuvo Israel que enfrentarse con culturas extranjeras, sin perder su identidad o casi recreándola por contraste. Fue relativamente fácil con la cultura egipcia, cananea, babilónica, etc., pero la penetración y difusión del helenismo plantea al pueblo una de sus mayores crisis históricas.
El helenismo representa algo nuevo, sobre todo como irradiación de una cultura atractiva y fascinadora. Si las armas de Alejandro Magno vencieron, la cultura helénica convence. ¿Será una amenaza para Israel, para ese pueblo extraño que vive separado de los demás? ¿Podrá asimilar Israel la cultura griega del helenismo como un día asimiló la cultura cananea?
Hay que distinguir, a corto plazo, dos épocas en el desafío del helenismo. En la primera etapa, algunos espíritus críticos saben volver su mirada inquisitiva y crítica sobre sus propias tradiciones y doctrinas. A esta época podrían pertenecer el libro de Jonás y el Eclesiastés. Sin embargo, la posible asimilación pacífica queda violentamente truncada por la conjunción de dos fuerzas: los excesos de los círculos progresistas y la opresión de un tirano extranjero, Antíoco IV Epífanes, el gran enemigo del pueblo judío, del que hablan los libros de los Macabeos y al que parece referirse el libro de Judit.

El libro de Judit. En estas circunstancias, durante los azares de la rebelión de los Macabeos, nuestro autor anónimo se pone a componer una historia -probablemente hacia finales del s. II a.C.- que sirva para animar a la resistencia. Será una historia conocida y nueva, ideal y realizable; sonará a cosa vieja, pero tendrá una clave de lectura en el momento actual. La acumulación de datos precisos le sirve para enmascarar la referencia peligrosa a los hechos del día; los lectores de la época entendían fácilmente ese guiño malicioso, que suena ya en el nombre de la protagonista («La Judía»).
El argumento, reducido a esqueleto, es de pura ascendencia bíblica, aunque es nuevo el hecho de que el pueblo no haya pecado. Tradicional es el motivo de la mujer que seduce y vence al enemigo (Yael-Sísara, Dalila-Sansón); Judit toma algunos rasgos proféticos, denunciando a los jefes su falta de confianza, presentándose a Holofernes como confidente de Dios. También son tradicionales los motivos del extranjero alabando a Israel, el descubrimiento del asesinato, las danzas y el canto de victoria, la soberbia del extranjero agresor, el castigo del enemigo por la noche y la liberación por la mañana.
A esto se añade la abundante fraseología tradicional, que sumerge al lector en un lenguaje familiar, bastante concentrado. Este recurso literario tiene una función decisiva: el pasado todavía es presente y puede volver a repetirse, incluso adoptando formas nuevas.
El autor narra los hechos con amplitud, en proceso cronológico lineal (salvo dos síntesis históricas). Es maestro en el arte de sustentar y estrechar la acción, en la creación de escenas sugerentes, en la aceleración rítmica cuando llega el momento culminante. Descuella su manejo de la ironía a diversos niveles: caracterización de Nabucodonosor y Holofernes, las palabras de Judit al general enemigo, las alusiones del autor al partido colaboracionista.
En su estilo destaca el amor a las enumeraciones que expresan riqueza, extensión, universalidad, y la expresión enfática, retórica, y los discursos que piden una recitación dramática.

Texto. A través de la complicada y literal traducción griega es fácil, muchas veces, leer el texto del original hebreo que se encuentra detrás, con suficiente seguridad para mejorar dicha traducción.

Mensaje religioso. Es la destacada personalidad de Judit, «La Judía», la que encarna el mensaje religioso del libro, personalidad más simbólica que individual. Judit es encarnación del pueblo, como novia (por la belleza) y como madre, según la tradición profética. Encarna la piedad y fidelidad al Señor y la confianza en Dios, el valor con la sagacidad. Es una figura ideal que podrá inspirar a cualquier hijo de Israel. Como viuda puede representar el sufrimiento del pueblo, aparentemente abandonado de su Señor (Is 49 y 54); puede concentrar toda su fidelidad en el único Señor del pueblo. No teniendo hijos físicos, puede asumir la maternidad de todo el pueblo y convertirse en «bienhechora de Israel». Judit aconseja como Débora, hiere como Yael, canta como María.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Judith 15,1-7La mañana triunfal. Terminada esa especie de vigilia nocturna, Judit se transforma en estratega y comienza a dar órdenes que han de poner en marcha la acción y que adelantan los sucesos próximos. Muerto el jefe, es tradicional que se desbarate y huya el ejército.


Judith 15,8-14Acción de gracias. Estas palabras de alabanza a Dios, coronando la narración de los hechos, imitan los dos casos más notables de liberación en al Antiguo Testamento: el canto de Miriam por el paso del mar Rojo (Éx 15) y el canto de Débora (Jue 5).