Sabiduría 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 89 versitos |
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La Sabiduría salvó al justo

Ella fue quien protegió al primer formado, padre del mundo,
único creado, y lo liberó de su pecado,
2 y le dio el poder de dominarlo todo.
3 Se apartó de ella el criminal lleno de ira,
y su furia fratricida le acarreó la ruina.
4 Por su culpa vino el diluvio a la tierra, y otra vez la salvó la Sabiduría,
guiando al justo en un simple tablón.
5 Cuando los pueblos, unidos en la maldad,
fueron confundidos ella se fijó en el justo
y lo preservó irreprochable ante Dios,
manteniéndolo entero sin ablandarse ante su hijo.
6 Cuando la aniquilación de los impíos, ella puso a salvo al justo,
escapado del fuego llovido sobre las cinco ciudades;
7 testimonio de aquella maldad, aún está el desierto humeante,
los árboles frutales de cosechas prematuras
y la estatua de sal que se levanta, monumento a un alma que no creyó.
8 Por haberse apartado de la Sabiduría,
tuvieron la desgracia de no conocer el bien,
y además dejaron a la historia un recuerdo de su insensatez,
para que su mal paso no quedara oculto.
9 La Sabiduría en cambio, sacó de apuros a sus servidores.
10 Al justo que escapaba de la ira de su hermano
lo condujo por sendas llanas,
le mostró el reino de Dios y le dio a conocer las cosas santas;
dio éxito a sus tareas e hizo fecundos sus trabajos;
11 lo protegió contra la codicia de los explotadores y lo enriqueció;
12 lo defendió de sus enemigos y lo puso a salvo de sus ataques,
le dio la victoria en la dura batalla,
para que supiera que la piedad es más fuerte que nada.
13 No abandonó al justo vendido, sino que lo libró del pecado;
14 bajó con él al calabozo y no lo dejó en la prisión,
hasta entregarle el cetro real y poder sobre sus opresores;
demostró la falsedad de sus calumniadores y le concedió gloria eterna.
15 Al pueblo santo, a la raza irreprochable, lo libró de la nación opresora;
16 entró en el alma del servidor de Dios,
que hizo frente a reyes temibles con sus prodigios y señales.
17 Dio a los santos la recompensa de sus trabajos
y los condujo por un camino maravilloso;
fue para ellos sombra durante el día y resplandor de astros por la noche.
18 Los hizo atravesar el Mar Rojo y los guió a través de aguas caudalosas;
19 sumergió a sus enemigos,
y luego los sacó a flote de lo profundo del Abismo.
20 Por eso los justos despojaron a los impíos
y cantaron, Señor, un himno a tu santo Nombre,
celebrando a coro tu brazo victorioso;
21 porque la Sabiduría abrió la boca de los mudos
y soltó la lengua de los niños.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 10,1-21La Sabiduría salvó al justo. En este apartado se da comienzo a una serie de ilustraciones acerca del pasado de Israel a la luz de la sabiduría. Se trata de una historia sagrada embellecida con detalles imaginarios y tradiciones populares para mostrar cómo la sabiduría -que aquí toma el papel de Dios- ha salvado o castigado a los hombres a lo largo de la historia: Adán, rehabilitado de su pecado (1s, cfr. Gén_2:4b-25); Caín, cuyos descendientes, según una tradición, provocaron el diluvio (3, cfr. Gén_4:8-15); Noé (4, cfr. Gén_6:9); Abrahán (5, cfr. Gén_22:1-3); Lot y la destrucción de Sodoma y las cinco ciudades de la llanura (6-8, cfr. Gn 19; Gén_14:2); Jacob (9-12, cfr. Gén_27:1-3); José vendido por sus hermanos (13s, cfr. Gn 27-29); y la salida de Egipto (15-21, cfr. Éxo_1:1-3).
Conviene destacar algunos detalles: por ejemplo, se pasan por alto las infidelidades de Israel; la expresión «reino de Dios» (10), única vez que aparece en todo el Antiguo Testamento -parece significar los cielos-; y el término «impíos» -que ahora no serán los judíos desertores, sino las naciones no judías-.
La historia de Israel narrada en el capítulo 10 invita al creyente a recorrer la suya con ojos de Dios: los acontecimientos, tanto positivos como negativos, mostrarán que Él es quien lo conduce.