Sabiduría 12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 53 versitos |
1 Todos llevan tu soplo incorruptible.
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Los cananeos

Por eso corriges poco a poco a los que caen,
les recuerdas su pecado y los reprendes,
para que se conviertan y crean en ti, Señor.
3 A los antiguos pobladores de tu santa tierra
4 los aborreciste por sus odiosas prácticas,
ritos sacrílegos y actos de magia,
5 crueles sacrificios de criaturas
y banquetes canibalescos de vísceras y sangre humana;
a ellos, que practicaban tales ritos,
6 padres asesinos de vidas indefensas,
decidiste eliminarlos por medio de nuestros padres,
7 para que tu tierra predilecta
acogiera a la digna colonia de los hijos de Dios.
8 Pero aun a ésos, como hombres que eran,
los perdonaste y les enviaste, como avanzada de tu ejército,
avispas para exterminarlos poco a poco.
9 Bien que podías haber entregado a los impíos en manos de los justos,
en batalla campal, o haberlos aniquilado de una vez
por medio de fieras terribles, o con una severa orden de mando;
10 pero, castigándolos poco a poco, les diste ocasión de arrepentirse,
sabiendo que eran malos por naturaleza, perversos de nacimiento,
y que su manera de ser no cambiaría nunca.
11 Eran raza maldita desde su origen;
Y no les perdonaste los delitos porque tuvieras miedo a nadie.
12 Porque, ¿quién puede decirte: qué has hecho?
¿Quién protestará contra tu sentencia?
¿Quién te denunciará por el exterminio
de las naciones que tú has creado?
¿Quién se levantará contra ti para defender a los injustos?
13 Además, fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todos,
para que puedas mostrar que no juzgas injustamente;
14 no hay rey ni soberano que pueda desafiarte por haberlos castigado.
15 Eres justo, gobiernas el universo con justicia y juzgas indigno de tu poder
condenar a quien no merece castigo.
16 Porque tu poder es el principio de la justicia
y el ser dueño de todos te hace perdonarlos a todos.
17 Ante el que no cree en la perfección de tu poder despliegas tu fuerza,
y confundes la imprudencia de aquellos que la conocen;
18 pero tú, dueño de tu fuerza, juzgas con moderación
y nos gobiernas con mucha indulgencia;
hacer uso de tu poder está a tu alcance cuando quieres.
19 Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el hombre justo debe ser humano,
e infundiste a tus hijos la esperanza,
porque dejas arrepentirse a los que pecan.
20 Si a los enemigos de tus hijos, reos de muerte,
los castigaste con tanto miramiento e indulgencia,
dándoles tiempo y ocasión de arrepentirse de sus culpas,
21 ¿con cuánta mayor consideración juzgarás a tus hijos,
a cuyos padres prometiste favores con juramentos y alianzas?
22

Juicio de burla

A nosotros nos instruyes azotando mil veces a nuestros enemigos,
para que nosotros, a la hora de juzgar pensemos en tu benevolencia
y cuando nos toque ser juzgados esperemos misericordia.
23 A los necios que vivieron una vida depravada
los torturaste con sus propios ídolos;
24 se extraviaron muy lejos por el camino del error,
teniendo por dioses a los animales más viles y repugnantes,
dejándose engañar como niños sin inteligencia;
25 por eso, como a niños que no razonan,
les enviaste un castigo que los puso en ridículo.
26 Los que no escarmentaron con semejante corrección
tendrían que sufrir un juicio digno de Dios.
27 Al ser castigados por aquellos mismos a los que tenían por dioses
– y los habían hecho sufrir e irritarse– ,
abrieron los ojos y reconocieron como Dios verdadero
al que antes no habían querido conocer;
por eso les sobrevino el peor de los castigos.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 12,2-21Los cananeos. De nuevo tenemos una explicación de los acontecimientos del pasado: el pecado de los cananeos (Éxo_23:28; Deu_7:11.20; Deu_18:9-12; Deu_20:18-20). La lógica seguida es idéntica a la del apartado anterior. El ejemplo resalta la misericordia de Dios en el castigo de los pecados para dar lugar al arrepentimiento.
La misericordia es una de las experiencias que más nos acercan a Dios. Supera a la justicia y comprende que el mundo y la vida están en sus manos.


Sabiduría 12,22-27Juicio de burla. Aquí llegamos a la conclusión de lo tratado anteriormente: el sentido que tiene para los fieles el castigo de los malvados (22) y el juicio divino sobre éstos cuando han de reconocer al Dios verdadero (23-27). Se alude nuevamente a los falsos dioses y los ídolos (Deu_7:26; Deu_27:15) y cómo el castigo está en relación con el pecado cometido.
A veces nos ocurre que nuestra alabanza a Dios se origina al comparar la situación personal o comunitaria de la que disfrutamos, respecto a otras situaciones conocidas. Esto mismo puede concluirse de este texto. Mas el creyente ha de hacer actuales también las palabras que completan el versículo 22: benevolencia y misericordia en los juicios. Y aún más, si cabe: compromiso con las situaciones de dolor y de castigo.