Sabiduría 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 49 versitos |
1 Otros, al hacerse a la mar, dispuestos a atravesar las encrespadas olas,
invocan a un madero más frágil que la embarcación que los transporta.
2 Ésta la proyectó el afán de lucro y la armó la habilidad técnica;
3 pero es tu providencia quien la guía, Padre,
tú trazaste un camino en el mismo mar
y una senda segura entre las olas,
4 demostrando que puedes salvar de todo riesgo,
para que se embarquen aun los inexpertos.
5 No quieres que sean inútiles las obras de tu Sabiduría;
por eso los hombres confían sus vidas a un madero insignificante,
y cruzando el oleaje en una balsa, llegan sanos y salvos.
6 En efecto, cuando al principio perecieron los soberbios gigantes,
la esperanza del mundo se refugió en una balsa,
que, guiada por tu mano, transmitió la semilla de la vida a los siglos.
7 Bendita la madera que se emplea rectamente,
8 pero maldito el ídolo hecho por manos humanas y quien lo hizo;
éste por haberlo fabricado,
aquél porque, siendo corruptible, fue considerado dios.
9 Porque Dios aborrece igualmente al impío y su impiedad;
10 también la obra será castigada con su autor.
11 También a los ídolos de los gentiles se les pedirá cuenta por esto:
porque, entre las criaturas de Dios,
se han convertido en algo detestable,
tropiezo para las almas de los hombres
y trampa para los pies de los necios.
12

Origen de la idolatría: la desgracia y el poder

El principio de la inmoralidad arranca de proyectar ídolos,
y su invención trajo la corrupción de la vida.
13 Porque ni existían desde el principio ni existirán eternamente;
14 en efecto, entraron en el mundo por la vanidad de los hombres,
y por eso tienen marcado un fin repentino.
15 Un padre, desconsolado por un luto prematuro,
hace una imagen del hijo difunto,
y al que antes era un hombre muerto,
ahora lo venera como un dios
e instituye misterios e iniciaciones para sus subordinados;
16 más tarde, con el tiempo, esta impía costumbre se arraiga
y se observa como ley.
17 También por decreto de los soberanos se daba culto a sus estatuas;
como los hombres, viviendo lejos, no podían venerarlos en persona,
representaron a la persona remota
haciendo una imagen visible del rey venerado,
así, mediante esta diligencia, se adulaba al ausente
como si estuviera presente.
18 Luego la ambición del artista,
promovió este culto, atrayendo aun a los que lo ignoraban;
19 en efecto, queriendo tal vez halagar al potentado,
exageró con arte la belleza de la imagen,
20 y la gente, atraída por el encanto de la obra,
juzga ahora digno de adoración
al que poco antes veneraba como hombre.
21 Este hecho resultó una trampa para el mundo:
ya que los hombres, bajo el yugo de la desgracia y del poder,
impusieron el nombre incomunicable a la piedra y al leño.
22

Consecuencias de la idolatría

Pero no les bastó equivocarse en el conocimiento de Dios,
sino que, metidos en la guerra cruel de la ignorancia,
saludan a esos males con el nombre de paz.
23 En efecto, practican ritos en los que matan a niños,
o celebran cultos misteriosos, o realizan locas orgías de extraño ritual,
24 ya no conservan pura ni la vida ni el matrimonio,
sino que unos a otros se acechan para eliminarse
o se humillan con sus adulterios.
25 En todas partes reina la confusión: sangre y crimen, robo y engaño,
corrupción, infidelidad, revueltas y falsos juramentos,
26 confusión de los valores, olvido de la gratitud,
contaminación de las almas, perversiones sexuales,
desórdenes matrimoniales, adulterio e inmoralidad.
27 Porque el culto a los ídolos que no son nada
es principio, causa y fin de todos los males;
28 en efecto, o celebran fiestas en las que se pierde el juicio,
o profetizan falsedades,
o viven en la injusticia, o juran en falso con facilidad;
29 como confían en ídolos sin vida,
no temen que el jurar en falso les ocasione ningún daño.
30 Será doble la condena que les caiga:
por tener una falsa idea de Dios, al estar pendientes de los ídolos,
y por jurar contra la verdad y la justicia, despreciando la santidad;
31 porque no es el poder de aquellos por quienes se jura,
sino el justo castigo reservado a los pecadores
quien persigue siempre las transgresiones de los injustos.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 14,1-11Ídolos de madera. La crítica a la idolatría iniciada anteriormente, se hace ahora con más fuerza al dirigirse contra las creaciones humanas. Este apartado puede dividirse de esta forma: 1. Introducción (10): más miserables que los adoradores de la naturaleza son los que ponen su esperanza en los ídolos sin vida. 2. Desarrollo (13,11-14,6): se recoge un tema tradicional en la literatura bíblica -y también en la filosofía griega-, la sátira contra el culto a las imágenes (Isa_40:19s; Isa_44:9-20; Isa_46:1-7; Jer_10:2-15; Carta de Jeremías; Sal_115:4-8; Sal_135:15-18). En 13,10-19 se enumeran distintos tipos de culto a las imágenes y en 14,7-11 se describe el caso del culto del navegante, con lo que se recuerda el episodio del arca de Noé (Gén_6:1-5). 3. Conclusión (Gén_14:7-11): se añade que los ídolos serán sometidos a juicio porque inducen a los hombres al mal.
No está exenta de actualidad esta crítica que se hace a los ídolos hechos de manos humanas. Casos se pueden constatar en contextos tanto religiosos como profanos. El creyente de hoy día no ha de olvidar que la imagen más real de Dios se encuentra en los hermanos y hermanas más necesitados que le rodean.


Sabiduría 14,12-21Origen de la idolatría: la desgracia y el poder. El autor del libro de la Sabiduría sigue poniendo en duda la veracidad del culto a las creaciones humanas. Ahora critica a las estatuas que representan a los seres humanos. Se puede estructurar de este modo su exposición: 1. Idea central (12-14): siguiendo la tradición bíblica de emparentar la idolatría con la infidelidad (Éxo_34:16; Deu_31:16; Os 2; Dan_3:1-7), afirma al principio que los ídolos son de origen humano y llevan a muchos males -idea ya presente en pensadores de la Grecia antigua-. 2. Ejemplos (15-21): la idea central se ilustra con dos ejemplos de culto a las imágenes, veneración a los hijos muertos (15s), como se hacía en Egipto, y divinización de los reyes (17-21).
La frescura de algunos textos de la Biblia es muchas veces sorprendente. Aquí tenemos un nuevo ejemplo de cómo una composición de hace dos mil años, criticando la idolatría de las imágenes, puede tener aplicación directa a muchos ámbitos de nuestra vida, incluido el religioso. ¿Acaso Dios puede encerrarse en una construcción humana? ¿No es su mejor reflejo las personas que nos rodean?
Sabiduría 14,22-31Consecuencias de la idolatría. Si en el apartado anterior se mostraba el origen de la idolatría, aquí se exponen sus consecuencias: principio, causa y fin de todos los males (27); se enumeran algunos vicios y se proyecta la situación hacia el futuro: la condena en el juicio final (30s).
El tema de la corrupción de costumbres como consecuencia de la idolatría es clásico en los antiguos filósofos griegos y en la Biblia (Lev_18:21; Nm 25; Rom_1:24-32) y manifiesta tanto el ambiente donde se hallaban inmersos como las reacciones que en ellos provocaban.
¿Cómo reaccionar ante la pérdida de valores humanos? ¿O ante ambientes similares al aquí descrito? Los antiguos creyentes no sólo hablaban de los premios futuros, sino que eran conscientes de la enajenación que todo aquello provocaba. El compromiso con la vida de los más indefensos será la bandera que hable de Dios por encima de cualquier forma de egoísmo deshumanizador.