Sabiduría 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 41 versitos |
1

Conocerte a ti es justicia perfecta

Pero tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel,
tienes mucha paciencia y gobiernas el universo con misericordia.
2 Aunque pequemos, somos tuyos, reconocemos tu poder;
pero no pecaremos, sabiendo que te pertenecemos.
3 Conocerte a ti es justicia perfecta,
y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.
4 No nos extraviaron las malas artes inventadas por los hombres,
ni el trabajo estéril de los pintores
– figuras embadurnadas de muchos colores– ;
5 su contemplación apasiona a los necios,
que se entusiasman con la imagen sin aliento de un ídolo muerto.
6 Están enamorados del mal y son dignos de tales esperanzas,
tanto los autores como los entusiastas y los adoradores.
7

Ídolos de barro

Un alfarero se esfuerza amasando y reblandeciendo la arcilla;
moldea cacharros para nuestro servicio,
pero con la misma arcilla modela por igual
vasijas destinadas a menesteres nobles o innobles;
el destino de cada una lo decide el alfarero.
8 Luego, con malas artes, modela con la misma arcilla un dios falso,
el que poco antes nació de la tierra
y en breve va adonde lo sacaron,
cuando le reclamen la deuda de su alma.
9 Pero no le preocupa que tenga que morir y que su vida sea corta;
sino que compite con orfebres y plateros, imita a los escultores en bronce
y se enorgullece en modelar figuras engañosas.
10 Su mente es ceniza; su esperanza, más mezquina que el barro,
y su vida vale menos que la arcilla;
11 pues no reconoció a quien lo modeló a él,
le infundió un alma activa y le sopló aliento de vida,
12 sino que consideró la vida como un juego,
la existencia como una feria de negocios:
Hay que sacar partido – decía– de lo que sea, hasta del mal.
13 Éste más que nadie sabe que peca:
el que fabrica con materia terrosa vasijas frágiles y estatuas.
14

Animales divinizados

Pero los más faltos de inteligencia, y más infelices que el alma de un niño,
son los enemigos que oprimieron a tu pueblo,
15 porque tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles,
cuyos ojos no les sirven para ver, ni la nariz para respirar,
ni las orejas para oír, ni los dedos de las manos para tocar
y sus pies no sirven para andar.
16 Porque los hizo el hombre, los modeló un ser de aliento prestado,
y ningún hombre puede modelar un dios a su semejanza;
17 siendo mortal, sus manos pecadoras producen un cadáver;
vale más él que los objetos que adora,
pues él tiene vida, los otros jamás.
18 También dan culto a los animales más odiosos,
que en cuanto a estupidez, son peores que los otros;
19 no tienen ninguna belleza que los haga atractivos
– cosa que sucede con otros animales– ,
sino que se quedaron sin la aprobación de Dios y sin su bendición.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 15,1-6Conocerte a ti es justicia perfecta. Esta primera parte del capítulo 15 gira en torno a dos experiencias: la bondad, la fidelidad, la paciencia y la misericordia divinas (1; Éxo_34:6s), y aquella que señala que el conocimiento de Dios es justicia perfecta o principio de inmortalidad (3; Jua_17:3).
Conocer a Dios es una experiencia. Experiencia plena ya en esta tierra porque Él es bueno y fiel, paciente y misericordioso. Así manifiesta su fuerza y su justicia.


Sabiduría 15,7-13Ídolos de barro. De forma casi semejante a cuando se describen los ídolos de madera (13,10-19), se habla ahora de los ídolos de barro (Is 45; Rom_9:21), pero con una diferencia, que aquí no se incide tanto en la idolatría cuanto en que el creador humano no sea consciente de su propia vida, por ejemplo, no le preocupa que tenga que morir (9), su mente es ceniza (10), consideró la vida como un juego (12), etc., pues, aunque haga figuras de barro, forma parte a su vez de la creación de Dios (Gén_2:3; Gén_3:19).
¿Por qué, según parece, desde antiguo los seres humanos andan preocupados por sentirse orgullosos de sus propias obras, o por competir con sus semejantes como si la vida se tratara de un juego? ¿Y si se reconociesen hijos e hijas en manos de Dios, o mirasen a los otros como seres irrepetibles, imágenes de quien a ellos los ha creado?
Sabiduría 15,14-19Animales divinizados. El tema de la idolatría concluye aquí recordando de nuevo a los egipcios y sus ídolos, que sirve, a su vez de transición a lo que en el capítulo 16 encontraremos. La crítica a los animales divinizados recuerda a la que se hace en Sal_115:5-7; Sal_135:16.17, probablemente también se esté proyectando el pasado del sincretismo religioso vivido en Israel durante el período helenístico (200 años atrás).
Cuando el ambiente que rodea al creyente vaya destruyendo sus propias convicciones, y la soledad y la desesperanza crezcan en su interior, recuerde que no es de la mayoría la verdad, ni Dios está donde los ídolos o el culto sean más numerosos. Sino que aquella habita más allá de quienes intentan atraparla, y desvela el sentido de las cosas, y Éste habita, como un sacramento, en las personas.