Sabiduría 17 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos |
1

Juicio de las tinieblas

Tus juicios son grandiosos e inexplicables;
por eso las almas que no aprenden se extraviaron.
2 Pensaban los malvados que oprimían a la nación santa,
mientras ellos permanecían prisioneros de las tinieblas,
en el calabozo de una larga noche, recluidos bajo sus techos,
excluidos de la eterna providencia.
3 Creían pasar inadvertidos,
con sus pecados encubiertos bajo el tupido velo del olvido,
pero fueron dispersados, presa de un terrible miedo,
sobresaltados por visiones.
4 Porque ni el rincón que los escondía los salvaguardaba del miedo,
retumbaban a su alrededor ruidos aterradores
y se les aparecían tétricos fantasmas de lúgubres rostros.
5 No había fuego bastante para iluminarlos,
ni el resplandor brillante de los astros
lograban iluminar aquella noche siniestra.
6 Para ellos brillaba solamente una fogata espeluznante que ardía por sí sola,
y era tal el miedo, que cuando la visión desaparecía de su vista,
todavía les parecía más terrible.
7 Los trucos de la magia habían fracasado
y su alarde de ciencia sufría un descalabro vergonzoso,
8 porque los que se comprometían
a expulsar del alma enferma terrores y sobresaltos
padecían ellos mismos un pánico ridículo.
9 Aunque nada inquietante les metiera miedo,
horrorizados por el paso de alimañas y el silbido de reptiles,
10 sucumbían temblando, negándose a mirar el aire
del que nadie puede escapar.
11 Pues la maldad de por sí es cobarde y se condena a sí misma;
acorralada por la conciencia se imagina siempre lo peor,
12 porque el miedo no es otra cosa
que la renuncia a los auxilios que da la reflexión;
13 siendo menor la esperanza,
más grave se le hace la causa de la tortura.
14 Durante aquella noche insoportable,
salida de los rincones del impotente Abismo,
mientras dormían el mismo sueño,
15 o los perseguían monstruosos espectros,
o al darse por vencidos quedaban paralizados,
porque los invadió un miedo repentino e inesperado.
16 Así, todo el que allí caía, quienquiera que fuese,
quedaba encarcelado, recluido en una prisión sin barrotes;
17 fuese labrador o pastor u obrero que trabajara en lugares solitarios,
sufría, sorprendido, el castigo inevitable;
18 porque a todos amarraba la misma cadena de tinieblas.
El silbido del viento,
el canto melodioso de las aves en la espesura de las ramas,
la cadencia del agua fluyendo impetuosa,
19 el golpe seco de las rocas al precipitarse,
la invisible carrera de los animales retozando,
el rugido de las bestias más feroces,
el eco retumbante en las cavernas de los montes
los dejaba paralizados de terror.
20 El mundo entero, iluminado por una luz radiante,
se entregaba sin trabas a sus tareas;
21 sobre ellos solos se cernía una noche agobiante,
imagen de las tinieblas que los esperaba.
Pero ellos eran para sí mismos más insoportables que las tinieblas.
22 --
23 --
24 --
25 --
26 --
27 --
28 --
29 --
30 --
31 --
32 --
33 --
34 --
35 --
36 --

Patrocinio

 
 

Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Sabiduría 17,18-24Juicio de las tinieblas. El pasaje recordado ahora por el libro de la Sabiduría es la plaga de las tinieblas de Egipto (Éxo_10:21-23). Conclusión: Mientras los egipcios eran presa de las tinieblas, los israelitas eran guiados por la columna de fuego.
Igual que ocurre en otros lugares de esta obra, también aquí el relato bíblico del Éxodo está enriquecido con muchos detalles provenientes de leyendas judías y explicaciones rabínicas, con el fin de actualizar el mensaje de estos acontecimientos -que vemos claramente en algunas ocasiones, como 17,1-3.11-13; 18,4-. La orientación final de todo este apartado también parece clara: las tinieblas de Egipto son la anticipación de las del infierno, reservadas para los pecadores (17,21), mientras que la Ley es la luz que ilumina al mundo (18,4, cfr. Isa_2:2-5).
De nuevo la Sabiduría invita al lector creyente a volver sobre su propia historia para descubrir las huellas de Dios. Aquella piensa, de acuerdo a las ideas de la época, en el castigo de los enemigos. A éste, sin embargo, a la luz del Evangelio, se le llama a la esperanza: vencer el mal a fuerza del bien.