Sabiduría 2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 70 versitos |
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Sea nuestra fuerza la norma de la justicia

Se dijeron, razonando equivocadamente:
La vida es corta y triste, y la muerte del hombre, irremediable;
y no se sabe de nadie que haya regresado del Abismo.
2 Nacimos casualmente y luego pasaremos como quien no existió;
nuestro aliento es como el humo,
y el pensamiento, chispa del corazón que late;
3 cuando ésta se apague, el cuerpo se volverá ceniza
y el espíritu se desvanecerá como suave brisa.
4 Nuestro nombre, con el tiempo, caerá en el olvido
y nadie se acordará de nuestras obras;
pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como neblina
acosada por los rayos del sol y abrumada por su calor.
5 Nuestra vida es el paso de una sombra,
y nuestro fin, no puede ser retrasado;
está aplicado el sello, no hay retorno.
6 Por eso, a disfrutar de los bienes presentes,
a gozar de las cosas con ansia juvenil;
7 a llenarnos del mejor vino y de perfumes,
que no se nos escape la flor primaveral;
8 Coronémonos con capullos de rosas antes de que se marchiten;
9 que no quede pradera sin probar nuestra orgía;
dejemos en todas partes huellas de nuestra alegría,
porque ésta es nuestra suerte y nuestra fortuna.
10 Atropellemos al justo que es pobre,
no nos apiademos de la viuda
ni respetemos las canas venerables del anciano;
11 que sea nuestra fuerza la norma de la justicia,
porque está visto que la debilidad no sirve para nada.
12 Tendamos trampas al justo, que nos resulta incómodo:
se opone a nuestras acciones,
nos echa en cara las faltas contra la ley,
nos reprende las faltas contra la educación que nos dieron;
13 declara que conoce a Dios y dice que él es hijo del Señor;
14 se ha vuelto acusador de nuestras convicciones,
y su sola presencia nos molesta;
15 lleva una vida distinta de los demás y va por un camino aparte;
16 nos considera de mala ley
y se aparta de nuestras sendas como si contaminasen;
proclama dichoso el final del justo
y se gloría de tener por padre a Dios.
17 Vamos a ver si es verdad lo que dice:
comprobando cómo es su muerte;
18 si el justo ese es hijo de Dios,
él lo auxiliará y lo arrancará de las manos de sus enemigos.
19 Lo someteremos a tormentos despiadados,
para apreciar su paciencia y comprobar su resistencia;
20 lo condenaremos a muerte deshonrosa,
pues dice que hay alguien que cuida de él.
21 Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad;
22 no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud
ni valoran el galardón de una vida intachable.
23 Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser;
24 pero la muerte entró en el mundo por la envidia del Diablo
y sus seguidores tienen que sufrirla.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 2,1-24Sea nuestra fuerza la norma de la justicia. La contrapartida al capítulo primero la hallamos a continuación: «la fuerza como norma de la justicia» (11), resumen de las convicciones de los impíos -tal vez se refiera a los judíos renegados, pero también a muchas escuelas filosóficas griegas- a juicio de los justos (Job_12:6; Hab_1:7.11):
Fugacidad de la vida (1-5). Porque la creación del ser humano se debe al azar (Job_27:3) y su recuerdo tras la muerte es efímero (Pro_10:7; Isa_56:5; Apo_1:18). De donde deducen las dos normas siguientes de comportamiento. El disfrute (6-10). Cfr. Ecl_2:24; Ecl_3:12; Ecl_9:7; y el ataque a los justos (10-20). Éstos son el pobre y la viuda, a los que manda respetar la Escritura, (Éxo_22:21; Lev_19:32) y los judíos fieles. Se percibe una alusión al justo sufriente de Isaías (52s), que luego la Iglesia recogerá como una alusión a la pasión y muerte de Cristo (Mat_27:42s), y un recuerdo del pasado del pueblo elegido en el título «hijo de Dios» (cfr. Sab_9:7; Sab_10:15.17; Sab_12:19.21; Sab_16:26; Sab_18:4).
La respuesta a estas convicciones (21-24) se hace desde el final de la vida, que para los impíos es la muerte por la envidia del Diablo (véase Gn 3), y para los justos la bienaventuranza eterna de quien fue creado a imagen de Dios (Gén_1:26).
¿Dónde está la fuerza de los débiles, de los que siempre pierden y de los fieles a Dios? ¿En el abandono de sus convicciones? El texto de la Sabiduría responde desde el más allá. Pero aún hay palabras para esta vida: en el trabajo por un mundo más justo y solidario, en la fuerza de la comunidad fiel al mensaje de Dios y en la esperanza de que el Señor tiene la última palabra.