Sabiduría 9 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 73 versitos |
1

Envíala desde el cielo

Dios de los padres, Señor de misericordia,
que todo lo creaste con tu palabra
2 y con tu Sabiduría formaste al hombre
para que dominara todas tus criaturas,
3 gobernara el mundo con justicia y santidad
y administrara justicia rectamente:
4 dame la Sabiduría que reina junto a ti,
y no me excluyas de entre tus siervos.
5 Porque soy siervo tuyo, hijo de tu sierva,
hombre débil y de existencia breve,
incapaz de entender el derecho y la ley.
6 Por perfecto que sea un hombre,
si le falta tu Sabiduría, no valdrá nada.
7 Tú me has elegido como rey de tu pueblo
y jefe de tus hijos e hijas,
8 me encargaste construirte un templo en tu monte santo
y un altar en la ciudad de tu morada,
copia del santuario que fundaste al principio.
9 Contigo está la Sabiduría, que conoce tus obras,
a tu lado estaba cuando hiciste el mundo;
ella sabe lo que a ti te agrada, lo que responde a tus mandamientos.
10 Envíala desde el cielo sagrado, mándala desde tu trono glorioso,
para que esté a mi lado y trabaje conmigo,
enseñándome lo que te agrada.
11 Ella, que todo lo sabe y lo comprende,
me guiará prudentemente en mis empresas
y me custodiará con su gloria;
12 así aceptarás mis obras, juzgaré a tu pueblo con justicia
y seré digno del trono de mi padre.
13 Porque, ¿qué hombre conoce los planes de Dios?
¿Quién comprende lo que Dios quiere?
14 Los pensamientos de los mortales son mezquinos
y nuestros razonamientos son inseguros;
15 porque el cuerpo mortal es un peso para el alma
y la tienda terrestre abruma la mente que reflexiona.
16 A duras penas adivinamos lo que hay en la tierra
y con trabajo encontramos lo que está a nuestro alcance:
¿quién podrá rastrear las cosas del cielo?
17 ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das la Sabiduría
enviando tu santo espíritu desde el cielo?
18 Sólo así fueron rectos los caminos de los que están sobre la tierra,
así los hombres aprendieron lo que te agrada y la Sabiduría los salvó.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 9,1-18Envíala desde el cielo. Las palabras del capítulo nueve recuerdan la oración de Salomón cuando Dios se le aparece en sueños para que le pida lo que desee (1 Re, 6-9; 2Cr_1:8-10). El rey invoca la sabiduría (4.10.17) que requiere especialmente para su oficio de administrador de la justicia (3.5.9.12.18), pues ella es la verdadera transmisora de la voluntad divina.
En torno a la petición se aprecian algunos elementos importantes: la sabiduría como un ser personal, aquí asistiendo a Dios en sus funciones, como la creación y el gobierno del mundo (Pro_8:22-31); la alusión al templo, imagen del celeste (1Re_5:1-3; 1Cr_28:5s) y la convicción de que el ser humano no es nada sin Dios (Sal_86:16; Sal_116:16; Job_4:19; Mar_13:1-3; Gál_5:17), que recuerda también al dualismo de la filosofía griega antigua.
El capítulo nueve es un texto que bien podría ser utilizado por los gobernantes de cualquier condición a la hora del desempeño de sus cargos. El ser humano es poca cosa sin la asistencia de la sabiduría, sobre todo para la administración de la justicia, su principal tarea. ¿Qué es lo que les preocupa? Demasiados son sus intereses. He aquí una muestra de la que habría de ser su principal tarea.