Jueces 1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos |
1

JUECES
Campañas de las tribus
Jos 10

Después que murió Josué, los israelitas consultaron al Señor:
–¿Quién de nosotros será el primero en subir a luchar contra los cananeos?
2 El Señor respondió:
– Que suba Judá, porque ya le he entregado el país.
3 Entonces Judá dijo a su hermano Simeón:
– Ven conmigo a la región que me ha tocado en suerte; lucharemos contra los cananeos, y después iré yo contigo a la tuya.
Simeón fue con él.
4 Judá subió, y el Señor le entregó a los cananeos y a los fereceos: mataron a diez mil hombres en Bézec.
5 Allí encontraron a Adoni-Bézec, lucharon contra él y derrotaron a cananeos y fereceos.
6 Adoni-Bézec logró escapar, pero lo persiguieron, lo apresaron y le cortaron los pulgares de manos y pies.
7 Adoni-Bézec comentó:
– Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies amputados, recogían las migajas que caían de mi mesa. Dios me paga mi merecido.
Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.
8 Los judíos atacaron Jerusalén; la conquistaron, pasaron a cuchillo a sus habitantes y prendieron fuego a la ciudad.
9 Después bajaron a luchar contra los cananeos de la montaña, del Negueb y de la Sefela.
10 Judá marchó contra los cananeos de Hebrón – llamada antiguamente Quiriat Arbá– , y derrotó a Sesay, Ajimán y Talmay.
11 Desde allí marchó contra los de Debir – llamada antiguamente Quiriat Sefer– ,
12 y Caleb prometió:
– Al que conquiste Quiriat Sefer, le doy por esposa a mi hija Acsá.
13

Otoniel y Acsá

Otoniel, hijo de Quenaz, pariente de Caleb, más joven que él, tomó la ciudad, y Caleb le dio por esposa a su hija Acsá.
14 Cuando ella llegó, Otoniel la convenció para que pidiera a su padre un terreno de cultivo; ella se bajó del burro, y Caleb le preguntó:
–¿Qué te pasa?
15 Contestó:
– Hazme un regalo. La tierra que me has dado es desértica, dame también tierra con manantiales.
Caleb le dio el Manantial de Arriba y el Manantial de Abajo.
16 La familia de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subió desde la ciudad de Temarim, junto con los de Judá, hasta el desierto de Arad, y se establecieron entre los amalecitas.
17 Judá fue con su hermano Simeón y derrotó a los cananeos de Safat; exterminaron la población y la llamaron Jormá.
18 Pero Judá no pudo apoderarse de Gaza y su territorio, ni de Ascalón y su territorio, ni de Ecrón y su territorio;
19 el Señor estaba con Judá, y conquistó la montaña pero no logró expulsar a los habitantes del valle, porque tenían carros de hierro.
20 A Caleb, como dejó encargado Moisés, le asignaron Hebrón, y expulsó de allí a los tres hijos de Enac.
21 Pero los benjaminitas no pudieron expulsar a los jebuseos que habitaban Jerusalén; por eso han seguido viviendo hasta hoy en Jerusalén, en medio de Benjamín.
22 Por su parte, la casa de José subió hacia Betel – el Señor estaba con ellos– ,
23 e hicieron un reconocimiento en las cercanías de Betel – llamada antiguamente Luz– ;
24 los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron:
– Enséñanos por dónde se entra en la ciudad, y te perdonaremos la vida.
25 El hombre les enseñó por dónde entrar en la ciudad, y la pasaron a cuchillo, excepto a aquel hombre y a su familia, a los que dejaron marchar libres;
26 el hombre emigró al país de los hititas y fundó una ciudad: la llamó Luz, nombre que conserva hasta hoy.
27 En cambio, Manasés no logró expulsar a los vecinos del municipio de Beisán, ni a los del municipio de Taanac, ni a los del municipio de Dor, ni a los del municipio de Yiblán, ni a los del municipio de Meguido. Los cananeos siguieron en aquella región.
28 Y cuando Israel se impuso, no llegó a expulsarlos, pero los sometió a trabajos forzados.
29 Tampoco Efraín logró expulsar a los cananeos de Guézer. Los cananeos siguieron en Guézer, en medio de los efraimitas.
30 Tampoco Zabulón logró expulsar a los de Quitrón ni a los de Nahalol. Los cananeos siguieron viviendo en medio de Zabulón, aunque sometidos a trabajos forzados.
31 Tampoco Aser logró expulsar a los de Aco, ni a los de Sidón, ni a los de Ahlab, ni a los de Aczib, ni a los de Afec, ni a los de Rejob.
32 Por eso la tribu de Aser se instaló en medio de los cananeos que habitaban el país, porque no pudo expulsarlos.
33 Tampoco Neftalí logró expulsar a los de Bet-Semes ni a los de Bet-Anat, y se instaló en medio de los cananeos que habitaban el país, pero a los vecinos de Bet-Semes y de Bet-Anat los sometió a trabajos forzados.
34 Los amorreos presionaron sobre los danitas hacia la montaña, sin dejarlos bajar al valle;
35 así los amorreos pudieron seguir en Har Jeres, Ayalón y Saalbín. Pero la casa de José los tuvo en un puño, sometiéndolos a trabajos forzados.
36 Las fronteras del territorio edomita iban desde Maale Acrabbim hasta Hassela, y seguían más arriba.

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Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Jueces 1,1-12Campañas de las tribus. El autor muestra una preferencia por Judá, a pesar que Judá confía más en su hermano Simeón que en la misma promesa de Dios. Esta preferencia se debe quizás a que Judá era la única tribu sobreviviente en la tierra de los cananeos.


Jueces 1,13-36Otoniel y Acsá. Es importante resaltar este matrimonio arreglado -como todos los matrimonios de la época- entre Otoniel y Acsá. Caleb es un padre fiel a las costumbres de su pueblo: no casa a su hija con un cananeo (3,6). En la antigüedad los matrimonios eran arreglados entre los padres, con la finalidad de proteger y conservar la tierra dentro del mismo clan. Las mujeres no tenían muchas opciones porque siempre vivían a la sombra de la figura paterna, o de algún pariente -masculino- que tenía la responsabilidad de vigilar el honor y la buena reputación de la familia. Este matrimonio que Caleb prepara para su hija con Otoniel, puede verse como un tipo de relación «ideal» entre padre e hija. Primero le consigue un esposo de su misma tribu, y lo que es más importante, la muchacha puede negociar con su padre y exigir que le dé una tierra con manantiales. El padre accede a la petición de su hija y cumple sus deseos. Hoy en día la mujer sigue siendo todavía maltratada, olvidada y relegada, no solamente en la sociedad sino también en nuestras Iglesias. Tenemos que tomar el ejemplo de Acsá que negocia y exige sus derechos ante su padre. Los hombres, podemos imitar la figura de Caleb que protege y proporciona lo mejor a su hija. A través de esta mujer valerosa, nuestras mujeres pueden ser reconocidas como protagonistas en la construcción de una comunidad más justa.