Jueces 20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 48 versitos |
1

La guerra

Todos los israelitas, desde Dan hasta Berseba, incluido el país de Galaad, fueron como un solo hombre a reunirse en asamblea ante el Señor en Mispá.
2 Asistieron a la asamblea del pueblo de Dios los dignatarios del pueblo y todas las tribus de Israel: cuatrocientos mil soldados armados de espada.
3 Los benjaminitas se enteraron de que los israelitas habían ido a Mispá. Los israelitas empezaron:
– Ustedes dirán cómo se cometió ese crimen.
4 El levita, marido de la que había sido asesinada, respondió:
– Mi mujer y yo llegamos a Guibeá de Benjamín para pasar la noche.
5 Los del pueblo se levantaron contra mí, rodearon la casa de noche intentando matarme, y abusaron de mi mujer hasta hacerla morir.
6 Entonces tomé a la concubina, la despedacé y envié los trozos por toda la herencia de Israel, porque se había cometido un crimen infame en Israel.
7 Todos ustedes son israelitas: deliberen y tomen una decisión.
8 Todo el pueblo se puso en pie como un solo hombre, diciendo:
– Ninguno de nosotros marchará a su tienda ni se volverá a su casa.
9 Ahora vamos a actuar así contra Guibeá: sortearemos los que han de atacarla;
10 de todas las tribus de Israel tomaremos diez hombres de cada cien, cien de cada mil, mil de cada diez mil, para encargarse de los víveres del ejército que irá contra Guibeá de Benjamín a castigar como se merece esa infamia que han cometido en Israel.
11 Todos los israelitas, como un solo hombre, se reunieron contra la ciudad.
12 Entonces las tribus israelitas mandaron emisarios a la tribu de Benjamín a decirles:
–¿Qué explicación dan del crimen que se ha cometido entre ustedes?
13 Entreguen a esos pervertidos de Guibeá, para que los matemos y así se borre este crimen de en medio de Israel.
Pero los de Benjamín no quisieron hacer caso de sus hermanos los israelitas.
14 Desde sus ciudades se congregaron en Guibeá para ir a la guerra contra los israelitas.
15 De las ciudades de Benjamín se alistaron aquel día veintiséis mil hombres armados de espada, sin contar a los vecinos de Guibeá.
16 En todo aquel ejército se alistaron setecientos zurdos, hombres que manejaban tan bien la honda, que podían darle con la piedra a un cabello, sin fallar el tiro.
17 Los israelitas, excluidos los benjaminitas, alistaron cuatrocientos mil hombres armados de espada, todos ellos gente aguerrida.
18 Se pusieron en camino hacia Betel y consultaron a Dios:
–¿Quién de nosotros será el primero en subir a luchar contra los benjaminitas?
El Señor respondió:
– Judá será el primero.
19 Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
20 Salieron al combate contra Benjamín y formaron frente a Guibeá.
21 Pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron tendidos en tierra aquel día a veinte mil israelitas.
22 Los israelitas fueron a Betel a llorar ante el Señor hasta la tarde. Le consultaron:
–¿Volvemos a presentar batalla a nuestro hermano Benjamín?
El Señor respondió:
– Suban a atacarlo.
23 Entonces se rehicieron, volvieron a formar en orden de batalla en el mismo sitio que el día anterior y
24 se acercaron a los de Benjamín aquel segundo día.
25 Pero los de Benjamín salieron a su encuentro desde Guibeá aquel segundo día y dejaron tendidos en tierra otros dieciocho mil israelitas armados de espada.
26 Entonces subieron a Betel todos los israelitas, todo el ejército, a llorar allí, sentados ante el Señor. Ayunaron aquel día hasta la tarde, ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de comunión
27 y le consultaron porque en aquella época estaba allí el arca de la alianza
28 y oficiaba Fineés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón:
–¿Volvemos a salir al combate contra nuestro hermano Benjamín, o desistimos?
El Señor respondió:
– Ataquen, que mañana se lo entregaré.
29 Entonces pusieron emboscadas en torno a Guibeá
30 y marcharon contra Benjamín el tercer día, formando frente a Guibeá como las otras veces.
31 Los benjaminitas salieron a su encuentro, alejándose del pueblo, y como las otras veces, empezaron a destrozar y herir por los caminos, el que sube a Betel y el que va a Gabaón. Así mataron en campo abierto a unos treinta israelitas,
32 y comentaron:
– Ya están derrotados, como el primer día.
Pero es que los israelitas habían convenido:
– Emprenderemos la huida para alejarlos de la ciudad hacia los caminos.
33 El grueso del ejército se reorganizó en Baal-Tamar. Los que estaban emboscados salieron de sus posiciones desde el claro de Guibeá.
34 Diez mil hombres selectos de Israel llegaron delante de Guibeá, y se entabló un combate reñido, sin que los benjaminitas se dieran cuenta de que el desastre se les echaba encima.
35 El Señor los castigó ante Israel: aquel día los israelitas hicieron a Benjamín veinticinco mil cien bajas, todos soldados armados de espada.
36 Los benjaminitas se vieron derrotados. Los israelitas retrocedieron ante Benjamín, contando con la emboscada que habían tendido contra Guibeá.
37 Los de la emboscada asaltaron Guibeá rápidamente; fueron y pasaron a cuchillo a toda la población.
38 Los israelitas habían convenido con los de la emboscada en que, cuando hicieran subir una humareda desde el pueblo,
39 ellos presentarían batalla.
Los de Benjamín lograron matar a unos treinta israelitas, con lo que se confiaron, y comentaron:
– Ya están derrotados, como en el primer combate.
40 Pero en aquel momento empezó a subir la humareda desde el pueblo. Los benjaminitas miraron atrás y vieron que el pueblo entero subía en llamas al cielo;
41 entonces los israelitas presentaron batalla, y los de Benjamín quedaron aterrorizados viendo que el desastre se les echaba encima,
42 y huyeron ante los israelitas, camino del desierto, con el enemigo pisándoles los talones.
Los que habían arrasado el pueblo les cortaron el paso y
43 los dividieron, persiguiéndolos sin descanso; los persiguieron hasta llegar frente a Guibeá, al oriente.
44 Las bajas de Benjamín fueron dieciocho mil hombres, todos soldados.
45 En su huida se dirigieron hacia el desierto, a Sela Harrimón; pero los israelitas dieron alcance a cinco mil por los caminos, los persiguieron de cerca, hasta Guideán, y les mataron dos mil hombres.
46 Las bajas de Benjamín aquel día fueron veinticinco mil hombres armados de espada, todos gente de guerra.
47 En su huida, seiscientos hombres se dirigieron hacia el desierto, a Sela Harrimón, y allí estuvieron cuatro meses.
48 Los israelitas se volvieron contra los de Benjamín. Los pasaron a cuchillo, desde las personas hasta el ganado y todo lo que encontraban; todas las ciudades que encontraron las incendiaron.

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Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Jueces 20,1-48La guerra. La maldad del levita se vuelve aún más obvia cuando deliberadamente miente y manipula la muerte de su concubina para su propio interés, frente a los hijos de Israel que se reúnen en Mispá. Claro está que el levita omite decir que su negligencia y su maldad fueron las verdaderas causantes de la muerte de la concubina. En primer lugar, no dice que tuvo la oportunidad de pasar la noche en otra ciudad (19,11). En segundo, tampoco les comenta que él era el objeto de la violencia fálica de algunos hombres de Guibeá (19,22). En tercer lugar, bajo ningún concepto les informa que él fue quien empujo a la concubina fuera de la casa. Por último, el levita omite contar que encontró a la concubina en el umbral de la puerta, posiblemente aún con vida, pero, en lugar de ayudarla, terminó matándola para mover al pueblo entero a mostrar solidaridad con su deshonrada persona. El levita manipula maquiavélicamente los hechos logrando su propósito. La «indignación» que ha sufrido el levita demanda la solidaridad de todo Israel. Por esta razón, aun Dios toma partido por la causa del levita contra la gente impía de Guibeá. Dios es el que vence a Benjamín (35). El Dios de Israel reaparece, en medio del caos, para salvar a las pocas personas justas que luchan por erradicar de la comunidad la falta de respeto a las leyes de la hospitalidad.