Jueces 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
1

Canto de victoria
Éx 15; Hab 3

Aquel día Débora y Barac, hijo de Abinoán, cantaron:
2 Porque en Israel
van con los cabellos sueltos,
porque el pueblo
se ofreció voluntariamente,
¡bendigan al Señor!
3 Escuchen reyes; presten oído príncipes:
que voy a cantar, a cantar al Señor,
y a tocar para el Señor, Dios de Israel.
4 Señor, cuando salías de Seír
avanzando desde
los campos de Edom,
la tierra temblaba,
los cielos se deshacían,
agua destilaban las nubes,
5 los montes se agitaban
ante el Señor, el de Sinaí;
ante el Señor, Dios de Israel.
6 En tiempo de Sangar, hijo de Anat,
en tiempo de Yael,
los caminos no se usaban,
las caravanas andaban
por sendas tortuosas;
7 ya no había más jefes,
no los había en Israel,
hasta que te pusiste de pie, Débora;
te pusiste de pie, madre de Israel.
8 La gente
se había escogido dioses nuevos:
ya la guerra llegaba a las puertas;
ni un escudo ni una lanza se veían
entre cuarenta mil israelitas.
9 ¡Mi corazón
está con los caudillos de Israel,
con los voluntarios del pueblo!
¡Bendigan al Señor!
10 Los que cabalgan borricas blancas,
montados sobre tapices,
y los que marchan por el camino, atiendan bien:
11 tocando trompetas,
junto a los pozos de agua,
celebren las victorias del Señor,
las victorias
de los campesinos de Israel,
cuando el pueblo del Señor
acudió a las puertas.
12 ¡Despierta, despierta, Débora!
¡Despierta, despierta,
entona un canto!
¡En pie, Barac! ¡Toma tus cautivos, hijo de Abinoán!
13 Superviviente, somete a los poderosos;
pueblo del Señor,
sométeme a los guerreros.
14 Lo mejor de Efraín, está en el valle,
detrás de ti va Benjamín
con sus tropas
de Maquir bajaron los capitanes;
de Zabulón los que empuñan
el bastón de mando;
15 los príncipes de Isacar
están con Débora;
sí, Isacar también con Barac;
se lanza tras sus pasos en el valle.
Rubén entre las acequias
decide cosas grandes.
16 –¿Qué haces sentado en los corrales,
escuchando la flauta de los pastores?
¡Rubén entre las acequias
decide cosas grandes!
17 Galaad se ha quedado
al otro lado del Jordán,
Dan sigue con sus barcos;
Aser se ha quedado a la orilla del mar
y sigue en sus ensenadas.
18 Zabulón es un pueblo
que despreció la vida,
como Neftalí en sus campos elevados.
19 Llegaron los reyes al combate,
combatieron los reyes de Canaán:
en Taanac,
junto a las aguas de Meguido,
no ganaron ni una pieza de plata.
20 Desde el cielo
combatieron las estrellas,
desde sus órbitas
combatieron contra Sísara.
21 El torrente Quisón los arrastró,
el torrente Quisón les hizo frente,
el torrente pisoteó a los valientes.
22 Martillaban
los cascos de los caballos
al galope, al galope de sus corceles.
23 Maldigan a Meroz; maldíganla,
dice el mensajero del Señor;
maldigan a sus habitantes,
porque no vinieron
en auxilio del Señor,
en auxilio del Señor con sus tropas.
24 ¡Bendita entre las mujeres Yael,
mujer de Jéber, el quenita,
bendita entre las que
habitan en tiendas!
25 Agua le pidió, y le dio leche;
en taza de príncipes le ofreció nata.
26 Con la izquierda agarró el clavo,
con la derecha
el martillo del artesano,
golpeó a Sísara,
machacándole el cráneo,
lo destrozó atravesándole las sienes.
27 Se encorvó entre sus pies,
cayó acostado;
se encorvó entre sus pies, cayó;
encorvado,
allí mismo cayó deshecho.
28 Desde la ventana, asomada, grita
la madre de Sísara por el enrejado:
–¿Por qué tarda en llegar su carro,
por qué se retrasan
los carros de guerra?
29 La más sabia de sus damas
le responde,
y ella se repite las palabras:
30 – Están agarrando
y repartiendo el botín,
una muchacha o dos
para cada soldado,
paños de colores para Sísara,
bordados y recamados
para el cuello de las cautivas.
31 ¡Perezcan así, Señor, tus enemigos!
¡Tus amigos
sean fuertes como el sol al salir!
Y el país estuvo en paz cuarenta años.

Patrocinio

 
 

Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Jueces 5,1-31Canto de victoria. En toda las Escrituras solamente dos mujeres son llamadas «¡Bendita entre las mujeres!» En este cántico Débora llama a Yael «bendita entre las mujeres» (24) y posteriormente Isabel llama a Maria: «Bendita entre las mujeres» (Luc_1:42). Dos mujeres que son glorificadas por su solidaridad con las personas oprimidas y por la certeza que Dios derriba del trono a los poderosos. Débora la madre de Israel (7) le da voz a este poema y posiblemente ella sea la autora del mismo. Débora y Yael se solidarizan con el sufrimiento de sus pueblos, por tal motivo son las heroínas y las madres de Israel. En este cántico son las mujeres las protagonistas de la acción liberadora de Dios. Barac es un personaje secundario, que es utilizado para «hacer las funciones de los hombres» como es la guerra, mientras que Débora y Yael cooperan con Dios para experimentar la salvación. El poema también nos presenta una ironía entre Débora y la madre de Sísara. Dos mujeres con funciones y características muy similares, pero, opuestas. Por un lado tenemos a Débora, representante del verdadero Dios. Por otro, a la madre anónima de Sísara, representante de los otros dioses. Dos mujeres y madres de sus respectivos pueblos. La sabiduría de Débora, que reconoce y atestigua la victoria del Dios de Israel sobre los dioses paganos, se contrapone con el supuesto conocimiento, de la más sabia de las mujeres que conforta a la madre de Sisara, creyendo que éste está repartiendo el botín (30). Al final, la audiencia tiene que juzgar y decidir a quién seguir, a la madre de Israel (Dios) o a la madre de Sísara (dioses).