Jueces 7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1 Yerubaal, es decir, Gedeón, madrugó con su tropa y acampó junto a En Jarod. El campamento de Madián les quedaba al norte, junto a la colina de Moré, en el valle.
2 El Señor dijo a Gedeón:
– Llevas demasiada gente para que yo les entregue Madián. No quiero que luego Israel se gloríe diciendo: Mi mano me ha dado la victoria.
3 Por eso proclama ante la tropa: El que tenga miedo o tiemble, que se vuelva.
Se volvieron a casa veintidós mil hombres, y se quedaron diez mil.
4 El Señor dijo a Gedeón:
– Todavía es demasiada gente. Ordénales que bajen a la fuente, allí te los seleccionaré. El que yo te diga que puede ir contigo, irá contigo; pero el que yo te diga que no puede ir contigo, ése, que no vaya.
5 Gedeón mandó bajar a la tropa hacia la fuente, y el Señor le dijo:
– Los que beban el agua lengüeteando, como los perros, ponlos a un lado; los que se arrodillen para beber, ponlos al otro lado.
6 Los que bebieron lengüeteando, llevándose el agua a la boca, fueron trescientos; los demás se arrodillaron para beber.
7 El Señor dijo entonces a Gedeón:
– Con estos trescientos que han bebido lengüeteando los voy a salvar, entregándoles a Madián en su poder. Todos los demás que se vuelvan a casa.
8 Los trescientos hombres tomaron sus provisiones y sus trompetas, mientras Gedeón despedía a los otros israelitas.
El campamento de Madián les quedaba abajo, en el valle.
9 Y el Señor habló a Gedeón aquella noche:
– Levántate, baja contra el campamento enemigo, que yo te lo entrego.
10 Si no te atreves, baja con tu escudero Furá hasta el campamento.
11 Cuando oigas lo que dicen, te sentirás animado a atacarlos.
Gedeón y su escudero Furá bajaron hasta las avanzadas del campamento.
12 Madianitas, amalecitas y orientales estaban tumbados por el valle, numerosos como langostas; sus camellos eran incontables, como la arena de la playa.
13 Al acercarse Gedeón, casualmente estaba uno contando un sueño al compañero:
– Mira lo que he soñado: una torta de pan de cebada venía rodando contra el campamento de Madián, llegó a la tienda, la embistió, cayó sobre ella y la revolvió de arriba a abajo.
14 El otro comentó:
– Eso significa la espada del israelita – de Gedeón, hijo de Joás– : Dios ha puesto en sus manos a Madián y todo su campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el sueño y su interpretación, se postró para adorar. Luego volvió al campamento israelita y ordenó:
–¡Arriba, que el Señor les entrega el campamento de Madián!
16 Dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos y entregó a cada soldado una trompeta, un cántaro vacío y una antorcha en el cántaro.
17 Luego les dio estas instrucciones:
– Fíjense en mí y hagan lo mismo que yo. Cuando llegue a las avanzadas del campamento, ustedes hagan lo que yo haga.
18 Yo tocaré la trompeta, y conmigo los de mi grupo; entonces también ustedes tocarán la trompeta alrededor del campamento y gritarán: ¡Por el Señor y por Gedeón!
19 Gedeón llegó con los cien hombres de su grupo a las avanzadas del campamento, justamente cuando empezaba el relevo de medianoche; en cuanto se hizo el cambio de guardia, Gedeón tocó la trompeta y rompió el cántaro que llevaba en la mano.
20 Entonces los tres grupos tocaron las trompetas y rompieron los cántaros; luego, empuñando en la mano izquierda las antorchas y las trompetas con la derecha para poder tocar, gritaron:
–¡Por el Señor y por Gedeón!
21 Y se quedaron todos en su sitio alrededor del campamento. Todo el campamento se alborotó, y empezaron a gritar y a huir,
22 mientras los trescientos seguían sonando las trompetas. El Señor hizo que se acuchillasen unos a otros en el campamento y que huyeran hasta Bet-Sitá, en dirección a Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá, frente a Tabat.
23 Los israelitas de Neftalí, Aser y todo Manasés se unieron en persecución de Madián.
24 Gedeón había enviado mensajeros que avisaron en la serranía de Efraín:
– Bajen contra Madián. Ocupen antes que ellos los vados del Jordán hasta Bet-Bará.
Los hombres de Efraín corrieron a ocupar los vados hasta Bet-Bará,
25 y apresaron a dos jefes madianitas, Oreb y Zeeb. A Oreb lo degollaron en Sur Oreb, y a Zeeb en Yequeb– Zeeb. Siguieron en persecución de los madianitas y le llevaron a Gedeón, al otro lado del Jordán, las cabezas de Oreb y de Zeeb.

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Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas