Jueces 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos |
1 Pero los efraimitas se le quejaron:
–¿Qué es lo que nos has hecho? ¿Por qué no nos llamaste cuando saliste a luchar contra Madián?
Y se lo reprocharon duramente.
2 El les respondió:
–¿Qué hice yo comparado con lo que hicieron ustedes? Un solo racimo de Efraín vale más que toda la vendimia de Abiézer.
3 A ustedes les ha entregado el Señor los jefes de Madián, Oreb y Zeeb. Comparado con esto, ¿qué he logrado hacer yo?
Con esta respuesta se calmó la cólera de los efraimitas contra Gedeón.
4 Gedeón llegó al Jordán y lo cruzó con sus trescientos hombres, que estaban agotados y hambrientos.
5 Entonces dijo a los vecinos de Sucot:
– Hagan el favor de darme un poco de pan para la tropa que marcha conmigo, porque vienen agotados, y voy persiguiendo a Zébaj y a Salmuná, reyes madianitas.
6 Las autoridades de Sucot le respondieron:
–¿Acaso ya has capturado a Zébaj y a Salmuná para que demos de comer a tus soldados?
7 Gedeón contestó:
– Cuando el Señor me entregue a Zébaj y a Salmuná cautivos, regresaré y desgarraré la carne de ustedes con espinas y cardos del desierto.
8 Desde allí subió a Penuel, y les pidió el mismo favor; pero los de Penuel le respondieron lo mismo que los de Sucot.
9 Y también contestó a los de Penuel:
– Cuando vuelva victorioso, derribaré esa torre.
10 Zébaj y Salmuná estaban en Carcor con sus tropas, unos quince mil hombres. Era todo lo que quedaba de los soldados armados de espada del ejercito del oriente, ya que las bajas habían sido ciento veinte mil.
11 Gedeón subió por la ruta de los beduinos, al este de Nóbaj y Yogbohá, y atacó al enemigo cuando menos lo esperaban,
12 Zébaj y Salmuná lograron huir, pero Gedeón los persiguió y capturó a los dos reyes madianitas, Zébaj y Salmuná. El resto del ejército huyó lleno de espanto.
13 Gedeón, hijo de Joás, volvió de la batalla por la Male de Jeres.
14 Detuvo a un muchacho de Sucot, lo sometió a interrogatorio y el muchacho le dio una lista con los nombres de las autoridades y ancianos de Sucot, setenta y siete personas.
15 Entonces Gedeón fue a los vecinos de Sucot y les dijo:
– Aquí tienen a Zébaj y a Salmuná, por los que se burlaron de mí, diciendo: ¿Acaso ya has capturado a Zébaj y a Salmuná para que le demos de comer a tus soldados, que vienen agotados?
16 Agarró a los ancianos de la ciudad, recogió espinas y cardos del desierto, y castigó con ellos a los hombres de Sucot.
17 Derribó también la torre de Penuel y mató a la población.
18 Luego preguntó a Zébaj y a Salmuná:
–¿Cómo eran los hombres que mataron en el Tabor?
Ellos respondieron:
– Parecidos a ti. Tenían aspecto de príncipes.
19 Gedeón exclamó:
–¡Mis hermanos maternos! ¡Juro por la vida del Señor, que si ustedes los hubieran perdonado, yo no los mataría ahora!
20 Y ordenó a Yéter, su primogénito:
– Mátalos aquí mismo.
Pero el muchacho no desenvainó la espada, porque tenía miedo; era todavía un muchacho.
21 Entonces Zébaj y Salmuná le pidieron:
– Mátanos tú, que tú eres un valiente.
Gedeón fue y degolló a Zébaj y a Salmuná. Luego recogió los adornos que llevaban en el cuello sus camellos.
22 Los israelitas dijeron a Gedeón:
– Tú serás nuestro jefe, y después tu hijo y tu nieto, porque nos has salvado de los madianitas.
23 Gedeón les respondió:
– Ni yo ni mi hijo seremos sus jefes. Su jefe será el Señor.
24 Y añadió:
– Les voy a pedir una cosa: denme cada uno un anillo de lo que les ha tocado como botín – ya que los vencidos llevaban anillos de oro porque eran ismaelitas– .
25 Contestaron:
– Con mucho gusto.
Él extendió su manto, y cada uno fue echando un anillo de su parte en el botín.
26 El peso de los anillos que recogió Gedeón fue de diecinueve kilos de oro, sin contar los adornos, pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes madianitas, más los collares de los camellos.
27 Con todo ello hizo Gedeón un efod, que colocó en la ciudad de Ofrá. Con él se prostituyó todo Israel: se volvió una trampa para Gedeón y su familia.
28 Madián quedó sometido a los israelitas y ya no levantó cabeza. Con eso el país estuvo en paz cuarenta años, mientras vivió Gedeón.
29 Yerubaal, hijo de Joás, se fue a vivir a su casa.
30 Gedeón tuvo setenta hijos, ya que tenía muchas mujeres.
31 Una concubina que tenía en Siquén también le dio un hijo, al que puso por nombre Abimelec.
32 Gedeón, hijo de Joás, murió en buena vejez, y lo enterraron en la sepultura de su padre Joás, en Ofrá de Abi-Ezer.
33 Pero en cuanto murió, otra vez los israelitas se prostituyeron con los ídolos, eligiendo como dios suyo a Baal-Berit,
34 sin acordarse del Señor, su Dios, que los había librado del poder de todos los enemigos de alrededor.
35 Y no se mostraron agradecidos a la familia de Yerubaal– Gedeón, como merecía por todo lo que hizo por Israel.

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Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas