Eclesiástico 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 26 versitos |
1 Gobernante prudente educa a su pueblo,
una buena administración es ordenada.
2 Como es el gobernante, así son los ministros;
como es el jefe de la ciudad, así son los vecinos.
3 Un rey entregado a los vicios arruina la ciudad,
la prudencia de los jefes puebla la ciudad.
4 En manos de Dios está el gobierno del mundo:
en él establece al hombre oportuno;
5 en manos de Dios está la autoridad del hombre:
él confiere su autoridad al que gobierna.
6

Soberbia

Por ninguna ofensa devuelvas mal al prójimo,
no marches por el camino de la soberbia;
7 la soberbia es odiosa al Señor y a los hombres;
para uno y otros es delito la opresión;
8 el poder pasa de nación a nación
a causa de la violencia y la soberbia.
9 ¿Por qué se ensoberbece el que es polvo y ceniza
si ya en vida se pudren sus entrañas?
10 Un achaque ligero, y el médico perplejo:
hoy rey, mañana cadáver.
11 Muere el hombre y hereda gusanos,
lombrices, orugas, insectos.
12 El inicio de la soberbia es la rebeldía del hombre
cuando su corazón se aparta de su Creador;
13 pues el pecador es pozo lleno de orgullo
y fuente de la que nacen planes perversos;
por eso Dios le envía terribles plagas
y lo castiga hasta acabar con él.
14 Dios derribó del trono a los soberbios
y sentó sobre él a los humildes;
15 el Señor arrancó las raíces de los pueblos
y plantó en su lugar a los oprimidos;
16 el Señor borró las huellas de los pueblos
y los destruyó hasta los cimientos;
17 los borró del suelo y los aniquiló
y acabó con su apellido en la tierra.
18 No es digna del hombre la insolencia,
ni la crueldad del nacido de mujer.
19

Valor del hombre

¿Una raza honrosa? – La raza humana– .
¿Una raza honrosa? – Los que respetan a Dios– .
20 ¿Una raza despreciable? – La raza humana– .
¿Una raza despreciable? – Los que quebrantan la ley– .
21 Entre hermanos se honra al mayor;
pero Dios aprecia a quien lo respeta:
22 --
23 forastero o extranjero, extraño o pobre,
su honor es respetar a Dios.
24 No hay que despreciar al pobre sensato,
ni hay que honrar al hombre violento;
25 príncipe, gobernante y juez reciben honor,
pero nadie es mayor que quien respeta a Dios.
26 Esclavo juicioso será enaltecido,
esclavo hábil no tendrá que quejarse.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 10,1-5Gobernantes. La parte final de este fragmento (10,4s) nos da la clave para entender la primera parte (9,17-10,3): el gobierno de la ciudad y del Estado debe hacerse con la paciencia y la destreza que usa el artesano para moldear su obra; el buen artesano produce obras hermosas, lo mismo el buen gobernante, su nación es un modelo de sociedad digna y justa; pero en definitiva, esto no es más que el reflejo de lo que es Dios, el Gran Artesano que sabiamente ha modelado el mundo y sabiamente lo gobierna.


Eclesiástico 10,6-18Soberbia. En conexión con la idea del mal que nunca se debe hacer al prójimo, el autor desarrolla aquí el tema de la soberbia o el orgullo, actitudes humanas que, según Ben Sirá, son un «delito de opresión» tanto para Dios como para los seres humanos. La raíz del orgullo o la soberbia podrían estar en el distanciamiento de Dios, de los demás hombres y de sí mismo; se podría decir, entonces, que es un estado de enajenación cuando a causa de esa pérdida del sentido del justo equilibrio de la vida, se oprime a los demás como si fueran seres inferiores. El autor resalta lo que es el ser humano en realidad: un ser que al final de todo se convierte en polvo y ceniza, sea quien sea; luego no hay que pretender estar por encima de nadie y mucho menos sentirse superior a Dios. Cuando se cae en esta actitud, la persona es comparable a un foso de insolencia o a una fuente que mana planes perversos (13); a ése, Dios lo derriba para levantar al oprimido.
Eclesiástico 10,19-31Valor del hombre. El honor y la vergüenza son los dos extremos en los que se jugaba la vida del hombre antiguo. Generalmente el honor estaba en relación directa con el poder y la riqueza, y en definitiva con la posición social; así que cuanta más riqueza, cuanto más cerca del poder se estuviera y cuanto más alto se estaba en la escala social, más honrada y honorada era una persona, a ese extremo había que tender; pero muchos, entonces, en una sociedad tan injusta como la que refleja la obra de Ben Sirá, estarían en el otro extremo, en la vergüenza a causa de su pobreza, de su carencia de poder y, por supuesto, a causa de su bajo estrato social. Ben Sirá enseña que hay otra medida distinta para establecer estas posiciones: el respeto al Señor, lo cual es en definitiva la acogida al plan de Dios y el ponerse al servicio de ese plan cumpliendo los preceptos del Señor. Jesús de Nazaret es mucho más claro y establece como criterio para sentirse mayor, importante o más grande en el reino, hacerse el más pequeño y el servidor de todos. De manera que pese a que en nuestra sociedad la competencia por el poder, por el prestigio y por el honor preocupa a tantos desgastando en ello sus vidas y oprimiendo a los demás, nosotros tenemos ya un criterio, el mismo que insinúa Ben Sirá y que Jesús completa con su enseñanza y ejemplo de vida.