Eclesiástico 11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 46 versitos |
1 No te hagas el sabio al realizar tus negocios
ni te gloríes en tiempo de necesidad;

27 más vale quien trabaja y le sobra de todo
que el que presume y le falta el pan.

28 Hijo mío, conserva tu honor con modestia,
y te darán los bienes que te mereces;

29 quien a sí mismo se declara culpable, ¿quién lo perdonará?,
¿quién respetará al que se desprecia?

30 Hay pobres respetados por su saber,
hay hombres respetados por sus riquezas;
respetado por su riqueza: ¿cómo?;
despreciado por su pobreza: ¿cómo?

31 A quien se respeta en la pobreza, cuánto más en la riqueza;
a quien se desprecia en la riqueza, cuánto más en la pobreza.
2

Apariencias y juicio de Dios

Por su sabiduría el pobre lleva alta la cabeza
y se sentará entre los nobles.
3 No alabes a un hombre por su nobleza
ni lo desprecies por su fealdad:
4 la abeja es la menor entre los que vuelan,
pero su cosecha es la más dulce.
5 No te rías del que usa ropa gastada
ni te burles de los que pasan días difíciles,
porque las obras del Señor son admirables
y sus acciones, inexplicables para los hombres.
6 Muchos miserables se han sentado en tronos
y quien no se pensaba se colocó la corona;
7 muchos de posición elevada cayeron en desgracia
y también nobles cayeron en poder de otros.
8 No critiques antes de averiguar;
examina primero y después juzgarás.
9 Hijo mío, no respondas antes de escuchar
y no interrumpas el discurso del otro;
10 en cosas sin importancia no te entretengas
ni te metas en peleas de malvados.
11 Hijo mío, no multipliques tus ocupaciones:
el que ansía enriquecerse no quedará sin castigo.
Hijo mío, por más que corras, no llegarás;
por más que busques, no encontrarás.
12 Hay quien trabaja y suda y corre,
y con todo llega tarde;
13 otro es pobre y vagabundo, falto de todo y rico en miseria,
pero el Señor se fija en él para bien y lo levanta de la basura,
14 le hace levantar la cabeza,
y muchos se asombran al verlo.
15 Bien y mal, vida y muerte,
pobreza y riqueza vienen del Señor;
16 sabiduría, prudencia y sensatez proceden del Señor,
castigo y camino recto proceden del Señor.
17 La ignorancia y la oscuridad se crearon para los criminales,
y el mal acompaña a los malvados;
18 pero el don del Señor es para los honrados,
él los ama y les asegura el éxito.
19 Uno se hace rico a fuerza de privaciones,
y se queda sin recompensa;
20 cuando dice: Ahora puedo descansar,
ahora comeré de mis pensiones,
no sabe cuánto tiempo pasará hasta que muera y lo deje todo a otro.
21 Hijo mío, cumple tu deber, ocúpate de él,
envejece en tu tarea;
22 no admires a los malhechores,
espera en el Señor y aguarda su luz;
porque el Señor puede juzgar oportuno
enriquecer en un instante al pobre.
23 La bendición del Señor es la recompensa del honrado,
y a su tiempo florece su esperanza.
24 No digas: He arreglado todos mis asuntos,
y ahora, ¿qué me falta?
25 No digas: Ya tengo bastante,
¿qué mal me puede suceder?
26 Un día dichoso hace olvidar la desgracia,
un día desgraciado hace olvidar la dicha;
27 fácil es para Dios, a la hora de la muerte,
pagar al hombre su conducta.
28 Un mal momento hace olvidar los placeres;
pero sólo al final se sabe quién es el hombre.
29 No declares dichoso a nadie antes de informarte:
su final mostrará si es dichoso;
antes de que muera, no declares dichoso a nadie;
en el desenlace se conoce el hombre.
30

Cautela con el desconocido

No metas en tu casa a cualquiera:
el vendedor ambulante conoce muchas trampas.
Como jaula llena de pájaros
están sus casas llenas de fraudes.
31 Como pájaro encerrado en la jaula
es el corazón soberbio: espera como lobo a su presa.
Cuántos son los delitos del codicioso:
como perro devora una casa.
El codicioso es violento:
llega y pone pleito a todos los bienes.
El vendedor ambulante, como un oso,
acecha la casa de los insolentes,
como espía busca un punto desprotegido.
32 El chismoso convierte el bien en mal
y cuenta mentiras sobre lo que tú más quieres.
33 Una chispa enciende muchos carbones;
el malvado está listo para matar.
34 Cuídate del malo, que engendra males
y te traerá deshonra para siempre;
no te juntes con el malvado, que torcerá tu camino
y te apartará de tus parientes;
35 el vecino desconocido desviará tu conducta
y te alejará de tus familiares.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 11,1-28Apariencias y juicio de Dios. En conexión con el tema anterior, los versículos 1-6 continúan desarrollando el tema del motivo del verdadero honor, el cual ya no debe proceder de la riqueza y el poder ni de la posición social, sino del respeto al Señor y sus mandatos. Los versículos 8-28 desarrollan varios temas: 1. Dios es la fuente de la verdadera riqueza y Él la da a quien quiere, por eso no es aconsejable desgastar la vida buscándola (10-13). 2. Dios es el origen de todo (14-17), era la forma antigua de concebir la realidad; desafortunadamente todavía muchos cristianos están convencidos de que así es, y para completar, en muchas predicaciones se refrenda esta forma de pensar; es necesario ayudar a purificar la conciencia del creyente erradicando ese concepto ambiguo de Dios, que a la vez que lo señala como responsable último del mal, de la injusticia y de la muerte, nos exime a nosotros del compromiso efectivo y necesario por erradicar el mal y la injusticia. Aquí está la raíz de esa aceptación pasiva de la injusticia y la opresión que ciertamente ni proceden de Dios, ni forman parte de su proyecto para el mundo y para el hombre y que nosotros aceptamos como si así fuera. 3. No hay que poner la seguridad y la confianza en la riqueza puesto que aunque toda la vida y los esfuerzos se hayan empeñado en conseguirla, todo termina con la muerte (18s). 4. Ocuparse del presente, centrarse en su propio oficio y no admirar a los malhechores, pues el Señor se ocupa de los justos y de los que le son fieles (20-26).


Eclesiástico 11,29-34Cautela con el desconocido. He aquí una enseñanza basada en la observación y en la experiencia de la vida: no admitir en casa a un extraño. El sabio no debe permitir que personas extrañas invadan su hogar, pues podría tratarse de alguien que termine sembrando la discordia y la contradicción entre los miembros de la familia. Contrasta esta enseñanza con la legendaria hospitalidad del hombre oriental. Con todo, hay que recordar que la época de Ben Sirá está muy marcada por un fuerte tráfico humano, hay mucha afluencia de extranjeros que llevan y traen noticias, pareceres y conceptos nuevos, unos muy buenos, pero otros muy ambiguos que podrían desestabilizar en cualquier momento el modo de ser y de pensar de los miembros más tradicionalistas del pueblo judío.