Eclesiástico 12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 39 versitos |
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Cautela en favorecer

Si haces el bien, mira a quién,
y podrás esperar algo de tus favores;
3 haz el bien al honrado y obtendrás recompensa,
si no de él, al menos del Señor.
4 Nada se saca de ayudar al malvado,
ya que no obrará rectamente;
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6 doble mal recibirás en tiempo de necesidad
por todo el bien que le hiciste;
no le des armas, pues las volverá contra ti.
7 Porque Dios aborrece al malvado
y toma venganza de los perversos.
8 Da al bueno, no socorras al malvado,
alivia al que sufre, no des al arrogante.
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El enemigo
6,5-17; 27,22-29

En la prosperidad no se conoce el amigo,
en la desgracia no se oculta el enemigo;
10 en la prosperidad aun el enemigo se vuelve amigo,
en la desgracia aun el amigo se aparta.
11 No te fíes nunca del enemigo,
su maldad es como bronce que se oxida;
12 aunque te haga caso y se porte con modestia,
ten cuidado y desconfía de él;
haz como quien limpia un espejo;
a ver si la herrumbre no terminó de corroerlo.
13 No le des un puesto a tu lado,
porque te dará un empujón y ocupará tu puesto;
no lo hagas sentarse a tu derecha,
porque procurará ocupar tu asiento.
Entonces me darás la razón
y gemirás recordando mis advertencias.
14 ¿Quién compadece al encantador de serpientes mordido
o al que se acerca a una fiera carnicera?
15 Lo mismo al que se junta con el arrogante
y se mancha con sus delitos.
Mientras va contigo, no se te revela;
cuando caes, no se agacha a librarte;
16 mientras tú estás de pie, no se da a conocer;
cuando tropiezas, no se contiene.
17 El enemigo habla con labios dulces,
y por dentro planea traiciones siniestras;
el enemigo llora con los ojos,
llega su ocasión, y no se sacia de sangre;
18 te ocurre una desgracia, y allí lo encuentras;
fingiendo apoyarte, te pondrá una zancadilla;
19 después sacude la cabeza, agita la mano,
y hablando entre dientes, cambia de expresión.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 12,1-7Cautela en favorecer. Contrasta esta enseñanza con la de Jesús de Nazaret, «haz el bien y no mires a quién» o «no repartas tus bienes entre los que te pueden devolver...»; se ve que los parámetros que traza Ben Sirá, predicados en un cierto ambiente social, responden más a una finalidad de reciprocidad, te doy para que me des; Jesús va más allá; mucho más interesado por la práctica de una verdadera justicia, propone salirse de lo «normal», de lo establecido, y compartir generosamente sin esperar nada a cambio. Para Jesús, la dinámica del reino que pretende instaurar tiene que ser totalmente distinta a lo que la injusticia ha impuesto hasta el presente.


Eclesiástico 12,8-18El enemigo. Otro contraste entre Ben Sirá y el ideal propuesto por Jesús de amar a los enemigos y de bendecir a quienes nos maldicen (cfr. Mat_5:43-48; Luc_6:27-36). Ante todo debe primar el amor y la misericordia con todos.