Eclesiástico 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
1 ¿Pueden llevarse bien la hiena y el perro?,
¿pueden llevarse bien el rico y el pobre?

19 El asno salvaje es presa del león,
el pobre es pasto del rico.

20 El soberbio aborrece al humilde,
el rico aborrece al necesitado.

21 Tropieza el rico, y su vecino lo sostiene;
tropieza el pobre, y su vecino lo empuja;

22 habla el rico, y muchos lo aprueban,
y aunque hable estupideces lo felicitan;
se equivoca el pobre y lo llenan de reproches;
habla con acierto, y no le hacen caso;

23 habla el rico, y lo escuchan en silencio,
y ponen por las nubes su talento;
habla el pobre, y dicen: ¿quién es?,
y si cae, encima lo empujan.

24 Buena es la riqueza adquirida sin culpa,
mala es la pobreza causada por el orgullo.


La conciencia

El corazón humano hace cambiar el rostro
para bien o para mal:

26 rostro sereno es señal de buena intención,
hablar por rodeos es señal de mala idea.
2 Dichoso el hombre que no se equivoca con sus palabras
y no tiene que sufrir remordimiento;
3 dichoso el hombre a quien no le reprocha la conciencia
ni ha perdido la esperanza.
4

Tacaño y generoso

El hombre mezquino no merece riquezas,
el hombre tacaño no se merece el oro;
5 el que se priva a sí mismo reúne para otros,
de sus bienes disfrutará el extraño;
6 el que es tacaño consigo, ¿con quién será generoso?;
ni él mismo disfruta de sus bienes;
7 el tacaño consigo es el supremo tacaño,
su tacañería se vuelve contra él.
8 Si hace un favor es por descuido,
al final delata su tacañería.
9 El mezquino piensa que su porción es pequeña,
toma la del prójimo y echa a perder la que le pertenece.
10 El tacaño mira ansioso la comida
y ofrece una mesa vacía.
El generoso ofrece comida abundante,
el pozo seco da agua para la mesa.
11 Hijo mío, si tienes algo, sírvete de ello,
si tienes algo, trátate bien, y sé generoso con Dios.
12 Recuerda que en la tumba no disfrutarás
y que la muerte no tarda, aunque no te han dicho la hora de morir.
13 Antes de morir favorece a tu amigo,
dale de lo que tengas a mano.
14 No te prives de un día dichoso
y no se te pase por alto lo que es bueno y deseable.
15 ¿Por qué dejar a un extraño tus riquezas
y tus sudores para que los repartan a suerte?
16 Da a tu hermano y trátate bien,
porque en el Abismo no hay que buscar placeres.
Todo lo que prometiste hacer cúmplelo en presencia de Dios.
17 Toda carne se consumirá como la ropa,
porque el decreto eterno es: Haz de morir.
18 Como crecen las hojas en un árbol frondoso,
una se marchita, la siguiente brota,
así las generaciones de carne y sangre:
una muere y otra nace.
19 Todas sus tareas se pudrirán,
lo que ganaron sus manos se irá con ellas.
20

La Sabiduría
6,18-37; Prov 1,20-33

Dichoso el hombre que piensa en la Sabiduría
y busca la Prudencia,
21 el que presta atención a sus caminos
y se fija en sus sendas;
22 sale tras ella a espiarla
y la espera junto a su portal,
23 mira por sus ventanas
y escucha a su puerta,
24 acampa junto a su casa
y clava las estacas de su tienda junto a su pared,

25 pone su tienda junto a ella
y se acomoda como buen vecino,

26 pone nido en su ramaje
y mora entre su follaje,

27 se protege del calor a su sombra
y habita en su morada.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 14,1-2La conciencia. Una de las preocupaciones del sabio es el equilibrio entre su mundo interior y su apariencia externa; eso lo podríamos llamar integridad. Una persona íntegra refleja en sus gestos externos sus sentimientos más íntimos, y esto no es tanto una virtud estrictamente religiosa, es más bien el esfuerzo por mantener una adecuada salud mental; quiera que no, la «psique» de un individuo se tiene que ir debilitando cuando vive en esa dicotomía, aparentar externamente lo que en su interior es totalmente diferente; así que en esto también es sabio Ben Sirá, vale la pena luchar por la autenticidad e integridad de la personalidad.


Eclesiástico 14,3-19Tacaño y generoso. Para Ben Sirá hay dos clases de actitudes respecto al dinero y, en general respecto a los bienes materiales: la avaricia o tacañería y la generosidad o el desprendimiento. Por simple observación, el tacaño no se sirve ni siquiera a sí mismo y por tanto, no pude servir a los demás; su vida gira en torno a la obsesión de acumular, de tener, pero para un triste final: todo quedará en manos de quienes no hicieron nada para atesorar. El consejo de Ben Sirá es, entonces, la práctica de la generosidad: en primer lugar, ser generoso con Dios (11), ayudando a los demás (13.16a) y, obviamente, ser generoso disfrutando y gozando de los bienes (11.14.16b). La idea que subyace en este consejo es que lo que adquirimos en esta vida, es para disfrutarlo en esta vida, pues después de muertos ya no hay que buscar placeres en el Abismo; como quien dice, tanto los bienes como las personas terminan con la muerte. Nótese que las buenas obras que pueden hacerse con el dinero no tienen todavía la motivación que presentan en el Nuevo Testamento donde se enseña ya a ser generoso con los bienes para así «acumular un tesoro en el cielo donde no hay polilla ni gusano... » (cfr. Mat_6:20).
Eclesiástico 14,20-27La sabiduría. Esta sección esta conformada por dos unidades bien diferenciadas. La primera (14,20-27) describe al hombre prudente que sale en busca de la sabiduría, la imagen es la de un cazador que con toda paciencia espía, sigue huellas, acampa, tiende redes hasta alcanzar su objetivo. Este hombre es declarado dichoso, bienaventurado (14,20); la segunda (15,1-10) describe las ventajas y bondades que trae consigo buscar y hallar la sabiduría. Lo primero es que se adquiere conocimiento y capacidad para practicar la Ley del Señor; ésa es la base fundamental sobre la cual se perciben los frutos y beneficios de la sabiduría. Mediante las imágenes de la nutrición y del alimento, la sabiduría, personificada en una generosa mujer, da pan y bebida a quien la busca. Este comportamiento de la sabiduría está dirigido sólo a quienes la buscan y sinceramente se afanan en encontrarla; ella no tiene parte con los hombres falsos, ni con los arrogantes ni con los cínicos, ni con los embusteros ni con los malvados, pues al final de cuentas, ellos son la antítesis del hombre que quiere ser sabio y, en definitiva, de la misma sabiduría.