Eclesiástico 19 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 30 versitos |
1 Quien se da a la bebida, no se hará rico;
quien desprecia lo pequeño, se irá arruinando.
2 Vino y mujeres extravían a hombres inteligentes,
el que anda con prostitutas se vuelve descarado;
3 podredumbre y gusanos se apoderarán de él,
y su descaro será aniquilado.
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Callar y hablar

El que confía demasiado pronto, es un irreflexivo;
el que peca, se perjudica a sí mismo.
5 El que goza pensando mal, será condenado;
el que resiste a los placeres, corona su vida.
6 El que domina la lengua, vivirá sin peleas;
el que detesta los chismes, sufrirá pocos males.
7 No repitas un chisme
y no perderás nada;
8 no se lo cuentes ni a amigo ni a enemigo,
y no lo descubras, a no ser que incurras en pecado.
9 Alguien te ha oído, se cuidará de ti,
y un día te odiará.
10 ¿Has oído algo? Que muera dentro de ti;
aguanta, que no reventarás.
11 Una noticia pone en trance al necio,
como la criatura a la parturienta;
12 flecha clavada en el muslo
es la noticia en las entrañas del necio.
13 Pregunta a tu amigo: a lo mejor no lo ha hecho,
y si ha hecho algo, para que no lo vuelva a hacer;
14 pregunta al prójimo: a lo mejor no lo ha dicho,
y si lo ha dicho, para que no lo repita;
15 pregunta al amigo: muchas veces es calumnia,
no te fíes de cualquier palabra.
16 Hay quien comete un error sin querer,
¿quién no ha pecado con la lengua?;
17 pregunta al prójimo antes de reprenderlo
y deja lugar a la ley del Altísimo.
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20 --
21

Sabiduría y temor de Dios

Respetar al Señor es síntesis de la sabiduría,
cumplir su ley es toda la sabiduría.
22 No es sabiduría ser experto en maldad,
no es prudencia la deliberación de los malvados.
23 Hay una astucia que resulta detestable,
los insensatos carecen de sabiduría.
24 Más vale el ignorante que respeta al Señor
que el muy inteligente que quebranta la ley.
25 Hay una astucia exacta y a la vez injusta,
hay quien es sagaz para aparentar rectitud;
26 hay quien anda encorvado y se hace el arrepentido
mientras dentro está lleno de engaños:
27 se hace el ciego, se hace el sordo,
y cuando no lo piensas te pone la zancadilla,
28 y si le falta fuerza para hacerte daño,
cuando encuentre una ocasión te perjudicará.
29 Al hombre se lo conoce por su aspecto,
al sensato lo reconoces al encontrarlo;
30 la manera de vestir, de reír, de caminar
manifiestan el carácter de un hombre.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 19,4-19Callar y hablar. Otra norma o enseñanza práctica para vivir bien: no creer todo a la ligera y, menos aún, precipitarse a comunicar a otros lo que se ha escuchado de otras personas. ¿Cuántos conflictos no se pueden evitar controlando la ligereza de la lengua? Si algo escuchamos de alguien cercano a nosotros o de nuestro prójimo, lo más práctico es confrontarlo a solas, es más constructivo y pedagógico para ambas partes; en cierto modo concuerda con la corrección fraterna que propone Jesús a sus discípulos (cfr. Mat_18:15-18).


Eclesiástico 19,20-30Sabiduría y temor de Dios. La síntesis de la sabiduría es respetar al Señor, y el genuinamente sabio es aquel que cumple y pone en práctica la Ley del Señor. Con esto, Ben Sirá establece una enorme diferencia entre la sabiduría que él practica y enseña y la que comúnmente se llamaría también sabiduría, pero que en el fondo es sagacidad o inteligencia común. Puede ser que el sagaz o inteligente esté muy lejos entonces de la sabiduría que proviene del respeto al Señor y del cumplimiento de sus preceptos. ¿Cómo distinguir al sabio del sagaz o inteligente? Ben Sirá da unas pistas que de todos modos no hay que tomar al pie de la letra: por su manera de vestir, de reír, de andar. Y no hay que tomar esto al pie de la letra porque nadie está autorizado para juzgar a nadie por su apariencia externa; es sólo en el trato, en la comunicación y el diálogo como podemos hacernos una idea, y eso aproximada, de lo que alguien es, y ni aun así, tenemos derecho a juzgar; en todo caso, debe primar siempre el amor y la misericordia para con el prójimo.