Eclesiástico 30 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

Educación de los hijos
22,3-6

Quien ama a su hijo lo castiga con frecuencia
para poder alegrarse más tarde,
2 quien castiga a su hijo sacará provecho de él,
y estará orgulloso de él ante los conocidos;
3 el que instruye a su hijo da envidia a su enemigo,
y estará satisfecho de él ante los amigos.
4 Fallece el padre como si no hubiera muerto,
porque ha dejado uno semejante a él;
5 mientras vive lo ve y se alegra,
cuando va a morir no se entristece;
6 ha dejado quien lo vengará de sus enemigos,
quien agradezca a los amigos.
7 Quien consiente a su hijo tendrá que vendarle las heridas,
a cada grito se le conmoverán las entrañas;
8 caballo no domado se vuelve salvaje,
hijo consentido sale terco;
9 sé blando con tu hijo, y te hará temblar;
sigue sus caprichos, y lo sentirás;
10 no festejes sus gracias, y no llorarás con él,
al final no rechinarás los dientes.
11 No le des autoridad en la juventud
ni disimules sus locuras;
12 que baje la cabeza mientras es muchacho
y dale azotes cuando aún es pequeño;
no se te vuelva terco y se te rebele,
y te acarree disgustos del alma.
13 Corrige a tu hijo, ponle un yugo pesado
para que no levante el cuello contra ti.
14

Salud
37,27-31

Más vale pobre sano y robusto
que rico lleno de achaques;
15 la buena salud la prefiero al oro
y el buen ánimo a las perlas;
16 no hay riqueza como un cuerpo robusto
ni hay bienes como un corazón contento.
17 Más vale morir que vivir sin provecho,
y el descanso eterno más que sufrimiento crónico.
18 Manjares ofrecidos a una boca cerrada
son ofrenda presentada a un ídolo;
19 ¿de qué sirve una ofrenda al ídolo incapaz de comer y de oler?,
lo mismo el que posee riquezas y no puede disfrutar de su fortuna,
20 mira con los ojos y suspira
como eunuco que abraza a una doncella.
21

Alegría

No te dejes vencer por la tristeza
ni te atormentes por tus culpas:
22 alegría de corazón es vida del hombre,
el gozo alarga sus años;
23 consuélate, recobra el ánimo, aleja de ti la pena,
porque a muchos ha matado la tristeza,
y no se gana nada con la pena.
24 Celos y enojos acortan los años,
las preocupaciones hacen viejo antes de tiempo.
25 Corazón alegre es como un gran banquete
que hace provecho al que lo come.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 30,1-13Educación de los hijos. Aunque parezcan exageradas las imágenes que utiliza Ben Sirá para sugerir la corrección de los hijos, que obviamente responden a un modelo preciso de relaciones familiares, es un hecho que si soñamos con una sociedad distinta, tenemos que empezar a construirla con nuestros hijos desde su más temprana edad. Hoy contamos con toda una serie de ayudas no tanto para «domar» al pequeño, sino para acompañarlo en todo su proceso de crecimiento y desarrollo. De la corrección, junto con la violencia, no podemos esperar ciudadanos de bien; mas de una corrección fundada en el amor y en la comprensión, podemos esperar hombres capaces de cambiar el mundo.


Eclesiástico 30,14-20Salud. Ciertamente un cuerpo sano y un buen ánimo pueden ser signos de felicidad y de bienestar que es bueno buscarlos por todos los medios posibles; sin embargo, un quebranto de salud tampoco hay que verlo como una maldición o una desgracia. En la mentalidad antigua, la enfermedad era vista como un castigo de Dios por el pecado, así que quien gozaba de buena salud podía ufanarse ante los demás como alguien libre de faltas. Hoy sabemos que las enfermedades pueden tener muchas causas, algunas las podemos prever, otras no; ahora, lo importante es que tanto en la salud como en la enfermedad, nosotros sepamos vivir con dignidad y asumir cada realidad con altura.
Eclesiástico 30,21-25Alegría. Así como es importante la salud del cuerpo y hay que procurarla siempre, también la salud del corazón conviene mantenerla a tono, y el signo de esta salud es la alegría, que debe estar por encima de penas, tristezas y preocupaciones. No se trata de evadir aquello que nos entristece y preocupa, sino de saberlo enfrentar y superar con tal que la alegría no deje de ser siempre nuestra característica especial.