Eclesiástico 32 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 26 versitos |
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Banquetes

Si te toca presidir un banquete,
no presumas, sé como los demás;
2 ocúpate de ellos antes de sentarte,
mira qué necesitan antes de ocupar tu puesto;
así te alegrarás con la concurrencia
y te darán la corona de la cortesía.
3 Tú, anciano, habla cuando te corresponda,
pero refrena tu talento y no interrumpas el canto,
4 en el momento de brindar no sueltes un discurso,
y aunque no haya música, no exhibas tu sabiduría.
5 Joya de azabache en collar de oro
es el canto en medio del banquete,
6 sello de esmeralda engarzado en oro
es la música entre la delicia del vino.
7 Tú, joven, habla si es indispensable;
y no más de dos y tres veces, si te lo piden;
8 resume tus palabras, di mucho en poco espacio,
sé como quien sabe y se calla.
9 Con los ancianos no discutas,
con los que mandan no insistas.
10 Antes del granizo brilla el relámpago,
antes de la modestia, la simpatía.
11 A la hora de despedirte no te entretengas,
saluda al huésped y vuelve a casa;
12 allí podrás entretenerte
respetando a Dios y sin cometer faltas;
13 da gracias por todo a tu Creador,
que te ha colmado de bienes.
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Temor de Dios

El que consulta a Dios, recibirá su enseñanza;
el que madruga por él, obtendrá respuesta.
15 El que estudia la ley llegará a dominarla,
pero el hipócrita se enredará en ella.
16 El que teme al Señor aprenderá a juzgar,
sus buenas acciones brillarán como luz.
17 El hombre perverso rechaza la corrección
y acomoda la ley a su conveniencia;
18 el hombre prudente no esconde la sabiduría,
mientras que el insolente no guarda la lengua;
el sabio no acepta soborno,
el arrogante no acepta el mandato.
19 No hagas nada sin aconsejarte,
y una vez hecho no te arrepentirás.
20 No sigas camino peligroso
y no tropieces dos veces en una piedra;
21 no te animes por camino de salteadores
y guárdate las espaldas.
22 En todas tus obras vigílate,
23 el que así obra guarda el mandato.
24 El que guarda la ley se guarda a sí mismo,
el que confía en el Señor no queda defraudado.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 32,1-13Invitado - Vino - Banquetes. Otra de las formas de demostrar la calidad de una persona es manteniendo una actitud y un comportamiento digno y civilizado en la mesa. 31,12-24 hace referencia a lo que tiene que ver con el comportamiento o los modales respecto a la comida; la regla o el criterio de comportamiento es pensar siempre en lo que puede desagradar al vecino. Los versículos 25-31 se refieren a la necesaria moderación en la bebida; ésta puede tener efectos muy benéficos y saludables, pero abusando de ella se puede caer en extremos por los cuales nos pueden rechazar. Finalmente 32,1-13 presenta una instrucción para quien preside un banquete (32,1-2) o para quien dentro de él es llamado a intervenir, ya sea un anciano (3-6) o un joven (7-10), ambos deben tener talento y prudencia en sus intervenciones. Cierra esta sección la instrucción sobre cómo salir del banquete y la acción de gracias que hay que dar siempre al Creador (11-13).


Eclesiástico 32,14-24Temor de Dios. Hay dos modos de acercarse a la Ley y, de acuerdo a ello, se puede diferenciar dos tipos de personas: el que la consulta y a partir de ella obtiene instrucción, sabiduría, y desde aquí entiende que la meta es vivir en temor y respeto al Señor; y por otra parte está el que rechaza la Ley o la acomoda a su conveniencia; ése es el que rechaza la instrucción y la corrección y, por ende, rechaza también la sabiduría, de este modo, no sabe que guardar la Ley es guardarse a sí mismo.