Eclesiástico 34 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Sueños
Dt 13,2-4; Jr 23,15-18

La esperanza del necio es vana y engañosa,
los sueños dan alas a los insensatos,
2 caza sombras o persigue vientos
el que se fía de sueños;
3 las visiones del sueño son como una imagen
como un rostro reflejado en el espejo.
4 ¿Qué podrá limpiar la suciedad?,
¿qué podrá comprobar la mentira?,
5 magia, adivinación y sueños son falsedad:
puras fantasías como las de la parturienta.
6 Si no vienen como aviso del Altísimo,
no les hagas caso.
7 Cuántos se extraviaron con sueños
y fiándose de ellos fracasaron.
8 En cambio, la ley se ha de cumplir sin falta;
la sabiduría es la perfección de una boca sincera.
9

Viajes

Uno que ha viajado sabe muchas cosas,
hombre experimentado sabe lo que dice;
10 quien no ha pasado pruebas sabe bien poco,
el que ha viajado aumenta sus recursos.
11 He visto mucho en mis viajes
y sé más de lo que cuento;
12 cuántas veces pasé peligros de muerte
y me libró mi experiencia.
13

Temor de Dios

Los que respetan al Señor vivirán,
porque esperan en su salvador;
14 el que respeta al Señor no se alarmará
ni se acobardará, porque él es su esperanza;
15 dichoso el que respeta al Señor:
¿en quién confía, quién es su apoyo?
16 El Señor se fija en los que lo aman,
es su robusto escudo, su firme apoyo,
sombra para el calor, reparo a mediodía,
protección del que tropieza, auxilio del que cae,
17 levanta el ánimo, alumbra los ojos,
da salud y vida y bendición.
18

Culto y justicia
Is 1,10-20; Sal 50; Jr 7; Am 5,21-25

Los sacrificios de cosas adquiridas injustamente son impuros,
ni son aceptados los dones de los malvados;
19 el Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos
ni por sus muchos sacrificios les perdona el pecado;
20 es sacrificar un hijo delante de su padre
quitar a los pobres para ofrecer sacrificio.
21 El pan de la limosna es vida del pobre,
el que se lo niega es homicida;
22 mata a su prójimo quien le quita el sustento,
quien no paga el justo sueldo derrama sangre.
23 Uno construye y otro derriba:
¿qué se gana sino más trabajo?
24 Uno reza y otro maldice:
¿a quién escuchará el Señor?
25 Uno se purifica del contacto de un cadáver y lo vuelve a tocar:
¿de qué le sirve el baño?
26 Lo mismo el que ayuna por sus pecados y luego vuelve a cometerlos,
¿quién escuchará su súplica?, ¿de qué le servirá su mortificación?
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 34,1-8Sueños. Uno de los fenómenos con características de enigma que siempre ha impresionado al hombre son sus sueños; sobre ellos se ha dicho mucho y se ha escrito también demasiado, desde lo más serio hasta lo más ridículo y, sin embargo, nadie ha podido decir la última palabra sobre este fenómeno tan natural. Ben Sirá aconseja prestarle atención sólo a los que vienen como aviso del Altísimo (6), pero como es tan difícil, si no imposible, saber exactamente cuándo son eso, lo mejor y más sano es no detenerse en ellos ni para bien ni para mal, ni mucho menos darle crédito a tanto charlatán que se aprovecha de la ingenuidad de la gente para llenar sus bolsillos haciendo ridículas interpretaciones. Más vale aprovechar lo que dice el mismo Ben Sirá: cumplir la Ley sin falta (8) ya que ello exige al menos sinceridad y da mejores frutos.


Eclesiástico 34,9-12Viajes. No sólo viajando, sino además leyendo, instruyéndonos cada día más, aprovechando tantos medios que tenemos hoy a nuestro alcance para conocer más y más al mundo y al hombre en sus miles de formas de expresar su pensamiento, sus ideales, sus proyectos y sueños; eso también, aparte de ponernos en comunión con el resto de la humanidad, ayuda a mejorar nuestras relaciones y nos «libra» también de muchos peligros tales como la pérdida de identidad personal y cultural.
Eclesiástico 34,13-17Temor de Dios. El verdadero temor o respeto al Señor es aquel que se traduce en esperanza y confianza en Él. La posición del hombre frente a Dios no es la de un competidor, nosotros somos sus hijos y Él es nuestro Padre, pero sobre todo un padre que protege y que no abandona.
Eclesiástico 34,18-29Culto y justicia. Dos polos opuestos describe Ben Sirá en este pasaje. En primer lugar lo infructuoso de una religión cuando se practica sin relación directa con la justicia social: de nada vale y para nada aprovecha. Es muy interesante cómo la preocupación por la justicia queda aquí en estrecha relación con el quinto mandamiento que prohíbe matar; según Ben Sirá, es un homicida el que niega pan al empobrecido, y así mismo derrama sangre el que le quita el sustento (34,21s), y recordemos que Jesús de Nazaret pone también en este nivel el maltrato verbal al prójimo (cfr. Mat_5:21s). Así un examen de conciencia personal o un análisis de nuestra actual situación socio-política y económica, a la luz de estos criterios, sería muy beneficioso en orden a mejorar nuestras relaciones con el prójimo y al mismo tiempo exigir con toda autoridad, respeto y atención a nuestros derechos. 35,1-10 presenta el polo positivo de la religión practicada en un sano ambiente de justicia social e invita al creyente y al aprendiz de sabiduría a que siempre lo hagan así.