Eclesiástico 43 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 18 versitos |
1

La creación

El firmamento límpido es belleza del cielo,
la bóveda celeste es espectáculo majestuoso.
2 El sol cuando sale derramando calor,
¡qué obra tan maravillosa del Señor!,
3 a mediodía abrasa la tierra,
¿quién puede resistir su ardor?
4 Un horno encendido calienta la fundición,
un rayo de sol quema los montes,
una lengua del astro consume la tierra habitada
y su brillo ciega los ojos.
5 ¡Qué grande el Señor que lo hizo!,
sus órdenes espolean a sus campeones.
6 También brilla la luna en fases y ciclos
y rige los tiempos como signo perpetuo,
7 determina las fiestas y las fechas
y se complace menguando en su órbita,
8 de mes en mes se renueva,
¡qué maravilloso cambiar!
Señal militar, instrumento celeste
que enciende el firmamento con su brillo.
9 Las estrellas adornan la belleza del cielo
y su luz resplandece en la altura divina;
10 a una orden de Dios ocupan su puesto
y no se cansan de hacer la guardia.
11 Mira el arco iris y bendice a su Creador:
¡qué esplendor majestuoso!
12 Abarca el horizonte con su esplendor
cuando lo tensa la mano poderosa de Dios.
13 Su poder traza el relámpago
y acelera los rayos justicieros;
14 abre para un destino los depósitos del cielo
y hace volar las nubes como buitres.
15 Su poder condensa las nubes
y desmenuza las piedras de granizo.
16 El estruendo de su trueno estremece la tierra,
y con su fuerza sacude las montañas;
17 cuando él quiere, sopla el viento del sur,
la tormenta del norte, el ciclón y el huracán.
18 Sacude la nieve como bandada de pájaros,
y al bajar se posa como langosta;
su belleza blanca deslumbra los ojos,
y cuando cae, se extasía el corazón;

19 derrama escarcha como sal,
sus cristales destellan como zafiros.

20 Hace soplar el helado viento del norte y su frío congela el estanque,
hiela todos los depósitos y reviste el pozo con una coraza;

21 quema la hierba del monte como la sequía
y los brotes de la pradera como una llamarada;

22 pero el rocío que deja caer lo sana todo:
afloja y fecunda la tierra reseca.

23 Su sabiduría somete el océano
y planta islas en el mar;

24 los navegantes describen su extensión,
y al oírlos, nos asombramos;

25 en él hay seres extraños y maravillosos
y toda especie de monstruos marinos.

26 Por él tiene éxito su mensajero
y su palabra ejecuta su voluntad.

27 Aunque siguiéramos, no acabaríamos,
la última palabra: Él lo es todo.

28 Alabemos su grandeza impenetrable,
él es más grande que todas sus obras;

29 el Señor es temible en extremo,
y son admirables sus palabras.

30 Los que alaban al Señor, eleven la voz,
esfuércense todo lo que puedan, que aún queda más,
los que glorifican al Señor, redoblen las fuerzas,
y no se cansen, porque nunca acabarán.

31¿Quién lo ha visto que pueda describirlo?,
¿quién lo alabará como él es?

32 Quedan cosas más grandes escondidas,
sólo un poco he visto de sus obras.

33 Todo lo ha hecho el Señor,
y a sus fieles les da sabiduría.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 43,1-33La creación. Esta parte del himno de alabanza comenzado en 42,15 se centra en las maravillas celestes y la función armónica de cada una de esas criaturas que adornan el firmamento: la bóveda celeste (1); el sol y su función (2-5); la luna, que además de iluminar la noche, marca las fiestas y las fechas (6-8); las estrellas (9s); el arco iris (11s) y, en fin, los fenómenos naturales que tienen origen en el firmamento o bóveda celeste: el rayo y el trueno (13-16), la tormenta, el huracán y la nieve (17-21). Pero todo esto, visto con ojos de admiración, es para subrayar la grandeza del Creador: «Dios es todo», no en un sentido panteísta, sino en el sentido de Hacedor y Señor, como se entiende bíblicamente. Hay una clara conciencia de la incapacidad humana de abarcar la sabiduría con la que Dios creó todo, y lo mejor es alabar y bendecir al Señor por todas sus maravillas (32s).